El comandante en funciones de la Oficina del Comando de Perevalsk me guió en una breve visita por una de las pequeñas localidades más cercanas a la línea del frente. Las tropas ucranianas habían continuado disparando contra zonas residenciales del pueblo hasta el mismo momento en que la milicia barrió Debaltsevo de fuerzas ucranianas. Tomamos una carretera que conozco perfectamente. Atravesamos una zona del pueblo en la que por
todas partes se podían ver las consecuencias de los bombardeos. Nos aproximamos al colegio por la parte trasera, donde vimos un campo de fútbol con un gran cráter en la parte central. Después vimos otro cráter, consecuencia de un misil Uragan, junto al colegio.
todas partes se podían ver las consecuencias de los bombardeos. Nos aproximamos al colegio por la parte trasera, donde vimos un campo de fútbol con un gran cráter en la parte central. Después vimos otro cráter, consecuencia de un misil Uragan, junto al colegio.
Otro cráter de un misil Uragan junto al colegio. Un tercer misil impactó en el edificio. |
Encontramos un fragmento de un proyectil que se asemejaba a un cubo de aluminio retorcido, pero el característico número de serie evidenciaba que se trataba de un fragmento de un misil Uragan.
No ha quedado una sola ventana intacta en el lado del colegio orientado hacia Debaltsevo. Evidentemente, no se trataba de disparos al azar: se observaba que todos los disparos hacia el colegio habían sido impactos directos.
Caminamos alrededor del colegio. Su fachada, orientada en dirección al territorio controlado por la milicia, se ha mantenido prácticamente intacta. Curiosamente, este colegio era uno de los más bonitos de la región de Perevalsk: hace dos años había recibido una subvención para renovar la fachada, por lo que había quedado completamente renovada.
La hoz y el martillo junto a un libro con la inscripción: “paz para el mundo”, que añade más tristeza si cabe a toda la escena.
El estado del interior del edificio es igualmente terrible: restos de muebles, ventanas rotas, cristales rotos y trozos de yeso por los suelos, fragmentos de madera y ladrillos por todas partes, todo ello rajado y agujereado.
En las vitrinas de un pasillo semiderruido, los retratos de los héroes de la Gran Guerra Patriótica han vuelto a morir por las balas ucranianas. “No hemos olvidado a nadie, no hemos olvidado nada”.
Me gustaría añadir que el respeto a la memoria siempre ha sido una parte importante de nuestra educación. La falsificación de la historia, concretamente reemplazando los nombres de los héroes soviéticos por nombres banderistas, se ha convertido, en este conflicto de Ucrania, en una de las principales herramientas utilizadas en los colegios ucranianos. Pero el pueblo de Donbass recuerda su verdadera historia: no solo porque la hemos estudiado en el colegio, sino porque la hemos aprendido de nuestros abuelos, que vivieron esa historia en primera persona y nos la contaron una y otra vez, asegurándose de que nunca la olvidemos.
Escuché una voz desde la calle: entre un grupo de adultos, se acercaba una niña que señalaba en dirección a la parte más dañada del colegio diciendo: “Mi clase estaba ahí”. Vika, de siete años, estaba muy triste por su colegio. Prácticamente todos sus amigos han abandonado la ciudad y ahora su familia y ella también tienen que marcharse:
Alguien había escrito en la pizarra: “Muerte a los invasores fascistas”.
Interior de una clase en el colegio en la ciudad de Zorinsk, lo que queda de él. En la pizarra está escrito: Muerte a los invasores fascistas. Y hay restos de cristales rotos por todas partes. |
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