sábado, 7 de febrero de 2015

La diplomacia al rescate de Poroshenko

Envuelta en buenas palabras y entre la constante repetición de que no puede haber una solución militar a la crisis, el plan de paz de Angela Merkel y François Hollande trata de evitar que una derrota militar cree unas circunstancias en las que el Gobierno ucraniano, al que han defendido incondicionalmente desde su llegada al poder, pierda toda iniciativa en la negociación.

Entre las voces que exigen armas para el Ejército Ucraniano destaca la de Mikhail Saakhasvili, el expresidente georgiano cuyo nombre ha sonado con fuerza para puestos de
importancia en el Gobierno ucraniano. En una entrevista a una televisión ucraniana, Saakhasvili mostraba su fe en el ejército ucraniano. “Nuestros oficiales, que fueron entrenados por los americanos, ahora entrenan a vuestro ejército. Dicen que el espíritu de los soldados ucranianos es el mejor del mundo y que si consiguiera el conocimiento necesario, las habilidades y las armas, podría capturar toda Rusia. Saakhasvili, que demanda de Estados Unidos armas antitanque, drones y artillería, destaca que ha visto a “Ucrania preparada para defender los valores democráticos, integrales para Estados Unidos”.

Con menos confianza en el Ejército Ucraniano, jefes de Estado y de Gobierno europeos buscan una vía alternativa para solucionar o congelar el conflicto. “Rusia ha roto la paz europea”, ha declarado Angela Merkel (Alemania apoyó con entusiasmo la ruptura de esas sagradas fronteras que se acordaron tras la Segunda Guerra Mundial en Yugoslavia y en Serbia, pero quién recuerda eso ahora), culpando a Rusia de la escalada del conflicto o quizá del conflicto en sí. Los movimientos de los últimos días, también el viaje de Merkel y Hollande a Moscú para buscar una forma de volver al marco estipulado por los acuerdos de Minsk tal y como lo define Ucrania.

En su comunicado anterior a la reunión con el presidente ruso, la Canciller alemana aclaraba: “Quiero añadir que François Hollande y yo no llevamos a cabo una misión como mediadores neutrales. Buscamos expresar nuestros intereses: nuestros intereses alemanes y franceses y, sobre todo, nuestros intereses europeos. Es por eso que ayer hablé con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para informarse de nuestras visitas. Estos intereses se resumen en la paz, el orden pacífico europeo y el mantenimiento de ese orden pacífico. Y se refiere a la libre autodeterminación de las naciones. Eso es parte del orden pacífico europeo. Estamos haciendo todo lo que creemos que es nuestra obligación en este momento, o sea, tratar de hacer todo lo posible para acabar con el derramamiento de sangre”.

Igual que el pasado septiembre, la diplomacia europea trata de evitar males mayores para el Ejército Ucraniano, que vuelve a encontrarse en una situación complicada. La prensa de Kiev argumenta que la milicia carece de las fuerzas necesarias para acabar con un muy superior número de fuerzas ucranianas destacadas en Debaltsevo. Colonel Cassad, que hasta el momento ha dado la información más precisa de la guerra, advierte también de que el triunfalismo de algunos medios se aleja de la realidad. Aun así, la milicia ha conseguido sitiar la ciudad y entorpecer gravemente las líneas de suministro del Ejército Ucraniano en una estrategia similar a la que las fuerzas ucranianas utilizaron para acabar con la resistencia de Slavyansk el pasado julio. A pesar de no suponer el riesgo de una derrota militar inminente, aunque la derrota sigue siendo posible vistos los fallos de estrategia del Ejército Ucraniano en pasadas batallas, la diplomacia europea se lanza al rescate del régimen de Poroshenko.

El vicepresidente estadounidense Joe Biden, cuyo Gobierno ha mostrado esta semana una retórica belicista y ha declarado estar dispuesto a armar al Ejército Ucraniano, pedía hoy en Múnich al presidente Putin que demuestre que quiere la paz con hechos, no con declaraciones. Muchos han olvidado ya que fue el presidente ruso el que llamó a detener una ofensiva rebelde que avanzaba sobre el aeropuerto de Donetsk, Mariupol y el ahora sitiado Debaltsevo, iniciando así un proceso de paz, el de Minsk, que Ucrania se ha negado a desarrollar escudándose en falsas premisas y en el incondicional apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea. Ante el temor a que una derrota borrara de un plumazo la iniciativa ucraniana en la negociación, Merkel y Hollande se reconocen, como indica el comunicado alemán, como parte interesada en el conflicto. Para evitar que la guerra se convierta en un conflicto a gran escala (tras más de 5.000 muertos según el dato más conservador, cuesta pensar por qué la diplomacia europea no ha actuado antes), Merkel y Hollande tratan de minimizar los daños.

El comunicado de Angela Merkel menciona el derecho de las naciones a la autodeterminación, en una referencia que no se refiere al pueblo de Donbass sino a Ucrania. Merkel y Hollande tratan de buscar un final a las operaciones militares, reconociendo que solo es competencia de Ucrania el diseño de la composición del Estado y de sus cuestiones internas. El deseo europeo es buscar una paz inmediata que evite una posible respuesta rusa a una ofensiva de un Ejército Ucraniano equipado con armas estadounidenses. Europa necesita, no solo volver a los planteamientos de Minsk, sino buscar la forma en que esos acuerdos se cumplan, aunque ello implique la introducción de cascos azules, algo a lo que Ucrania se ha negado de forma explícita, o la concesión de más territorio (posiblemente el capturado estas últimas semanas de ofensiva rebelde) a las zonas a las que Kiev se comprometía a otorgar un estatus especial.

De vuelta en Francia, el presidente de la República ha señalado hoy a France 2 que su proyecto, todavía en negociaciones, prevé la creación de una zona desmilitarizada de 50 a 70 kilómetros a ambos lados de la línea de demarcación. Sin entrar excesivamente en las medidas propuestas, el presidente Hollande sí ha señalado que Ucrania debería otorgar una autonomía fuerte a los territorios rebeldes. Lo difuso de los términos del acuerdo de Minsk, que ha provocado no pocas especulaciones sobre un posible plan secreto del presidente ruso, permite la concesión de una autonomía mayor de la inicialmente prevista por el Gobierno ucraniano. “Esa gente se ha hecho la guerra. Será difícil hacerles compartir una vida en común”, justifica François Hollande.

Está por ver cuál será la respuesta de Poroshenko y de su Gobierno a las propuestas concretas de Merkel y Hollande, que previsiblemente se publicarán mañana tras la conferencia telefónica en formato Normandía. Habrá que ver cuál será la respuesta de Estados Unidos a esta iniciativa europea, especialmente si supone concesiones para Ucrania. Pero, a pesar de que la diplomacia tiende a obviar este detalle, está por ver cuál será la reacción de las autoridades y, especialmente, de la población de las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk.

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