La intervención del presidente ucraniano Petro Poroshenko en la Universidad de Zúrich estuvo plagado de interrupciones e incidentes que, a pesar de no ser graves, impidieron que el presidente narrara con comodidad la épica de la lucha ucraniana contra la agresión extranjera. Cuando Poroshenko se dirigía al centenar de asistentes que se habían congregado en una sala de la Universidad, una mujer se dirigió a gritos de: “No quiero estar en una sala con un asesino de niños”. Un poco después, cuando Poroshenko había retomado su discurso, otro hombre, sentado en las primeras filas, se levantó con un cartel en el que se leía: “Je suis Donbass” (Soy Donbass). Estas fueron las muestras más directas de la oposición a la política de Ucrania que expresó en diversos momentos, con gritos y abucheos, una parte de los asistentes al acto.
Pese a presencia de un gran contingente de policías suizos y guardaespaldas personales de Poroshenko, antes del comienzo del acto se había concentrado varias decenas de estudiantes y críticos de la política ucraniana. Además de la bandera de la República Popular de Donetsk, los manifestantes colocaron diversas pancartas con consignas habituales en las redes sociales como “Protejan a la población del Donbass frente a la agresión de Kiev” o “La operación antiterrorista de Kiev es terror contra sus propios ciudadanos”. También había alguna pancarta a favor del derecho de autodeterminación del Donbass.
Convocada por la organización universitaria “uni von unten” (la universidad desde abajo”), el grupo señalaba en su llamamiento: “El capitalismo significa guerra y explotación y llamamos a echar a Poroshenko de la Universidad”. Los convocantes criticaban de forma especial la presentación del acto a cargo del político Didier Burkhalter, ministro de Exteriores de Suiza y durante estos meses Presidente de la OSCE, considerando que se trata de un grave ataque a la neutralidad del país helvético. Se unió a los manifestantes un conocido activista de la izquierda de Zúrich, Andrea Stauffacher.
De Zúrich, Poroshenko se ha dirigido a Davos dónde ha intervenido hoy en el Foro que concentra a los principales ideólogos del capitalismo moderno. A mitad de la intervención, ha sacado un trozo del autobús público de Volnovakha, señalando: “Para mí es un símbolo, un símbolo del ataque terrorista contra mi país, es un símbolo similar al de Charlie Hebdo”. Luego señaló a un pin en su solapa con el lema “Je suis Volnovakha”.
Según Simon Shuster, en la revista TIME, se trata de una relación no demasiado obvia entre una acción terrorista deliberada y uno más de “las muertes accidentales” que han acabado en el este de Ucrania la vida de muchos civiles. Pero se trata de un recurso necesario para Poroshenko para hacer frente a lo que Shuster define como “la fatiga de Ucrania” que parece crecer en Europa. Poroshenko utiliza la muerte de civiles en Donbass, muchos de ellos fallecidos a consecuencia de la artillería ucraniana, para alegar una agresión extranjera que asegure los créditos y donaciones que la economía ucraniana desesperadamente necesita en un momento en que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional comienzan a dudar de si el nuevo Gobierno de Kiev dispone de un proyecto económico y político que garantice la viabilidad del país. Y es que la nueva Ucrania no parece entusiasmar ni a sus promotores. Aunque, por ahora, ninguno de ellos se levanta para recriminarle por las muertes de civiles en la zona del Donbass.
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