Cada día que pasa se hace más necesaria la toma de posición respecto por lo que se debe luchar. Los mayoría de los grupos “revolucionarios” que pululan por todo el Estado se están caracterizando en sus definiciones y acciones por la negación a la clase obrera de su calidad de sujeto revolucionario, cuando no van a rastras de los elementos de espontaneidad que se hayan muy influenciados por la jerga extraída de la verba burguesa: ciudadanía, agentes sociales etc.
Desde el 15M hasta IU, pasando por Julio Anguita, han relegado a la clase obrera al papel de subordinado, con lo que no han hecho más que empujar las luchas de sus influencias a severas derrotas tras derrotas, complementando así la actividad de los sindicatos del sistema CC.OO y UGT, que han fragmentado y vaciado de contenido las huelgas y manifestaciones de los trabajadores.
El hecho de que los grupos y fuerzas políticas subviertan la realidad de la lucha de clases, demuestra que ninguno está dispuesto a rebasar los límites del sistema capitalista. Quiere decir también, que lo que persigue es endulzar un capitalismo caduco y en su consecuencia corrupto y criminal.
Mientras tanto, los capitalistas avanzan y avanzan llevando al pueblo trabajador a la situación de total esclavitud. El sistema dispone de nuestras vidas. Los centros de trabajo son verdaderas cárceles. La juventud no solo no tiene futuro ni presente, sino que sus conductas y pretensiones, son impuestas por los capitalistas. No pueden formar familia, no pueden tener vivienda, no pueden independizarse de sus padres, no pueden estudiar carrera, solo porque el capitalismo así lo dispone. Mas esa esclavitud la van modelando hasta llevarla a la torpeza y a la degeneración, o desesperación. Prácticamente todos los días de la semana hay futbol. La violencia ha alcanzado cotas preocupantes. El capitalismo malea nuestra inteligencia la embrutece a través de la noticia falseada y programas basuras, así como debates falsarios. El sistema burgués nos induce al asesinato y al suicidio, altera nuestras sensaciones y tiene suficientes medios para controlar nuestra vida íntima. Hacienda aterra, El ejército produce pavor, la Iglesia nos idiotiza y amansa. La policía son recaudadores de multas, que agrava la insoportable precariedad económica de los trabajadores, además de ser ejecutores de las órdenes represivas de sus amos.
Todo este sistema casi perfectamente organizado y planificado para enriquecer a un puñado de familias, se mantiene a costa del esfuerzo mental y físico de las clases trabajadoras, fundamentalmente de la clase obrera. Es decir, el objetivo del capitalismo es la producción de bienes, de mercancías que les da vida y poder.
¿Acaso, pretenden los grupos, falsos revolucionarios, cambiar la naturaleza del capitalismo, con reformas del sistema? Peor aún, ¿se puede doblegar al burgués, sin que la clase obrera desempeñe su papel de sujeto revolucionario? Por supuesto que no. Las manifestaciones por muy numerosas y prolíferas están limitadas en sus efectos. Un millón de personas en la calle demuestra la disconformidad con tal o cual problema de un sector digamos mayoritario de la sociedad, incluso niegan el régimen, pero desgraciadamente, por sí sola no basta, si el burgués al día siguiente obtiene las mismas mercancías de los centros de trabajo, mercancías, que les da dinero; dinero que les da la vida y el poder. Mientras que la clase obrera, las clases trabajadoras permanezcan inactivas y con miedo en los centros de trabajo, no habrán verdaderos cambios revolucionarios.
¿Se puede prescindir de la clase obrera, de los trabajadores, que constituyen la base de producción del capitalismo y que seguirá siéndolo en la nueva sociedad? ¿Cómo puede gente desclasada, pretender dirigir una sociedad en la que el asalariado tendrá que producir? Significaría una aberración, pues los trabajadores pasarían de unas manos a otras, cambiarían de dueños y por tanto no habrá nueva sociedad, nueva democracia, no se dará la verdadera redención. La clase obrera, junto con todos los trabajadores constituye la fuerza motriz de la revolución y de la nueva democracia.
El Frente Único del Pueblo se opone radicalmente a que se desdeñe el papel fundamental que ha de desempeñar los trabajadores en las luchas contra el capitalismo. El FUP, rechaza cualquiera intento de adulterar el objetivo y los caminos a seguir para cambiar la suerte del pueblo.
El Combate ha de ser organizado, en los centros de trabajo, en los barrios, pueblos y ciudades, construyendo órganos de poder popular. Las asambleas de representantes de los trabajadores y vecinos, serán los verdaderos órganos democráticos, que se enfrentarán a la democracia burguesa para dar solución a la dualidad de poder que devendrá en el decurso del proceso y todo ello bajo un programa de transformaciones profundas.
La etapa embrionaria en la que nos encontramos debe fijarse como meta la constitución de comisiones gestoras en pueblos y barrios que han de surgir de las respectivas asambleas populares. Así como, las formaciones de Asambleas de Comités de Empresas, delegados y trabajadores.
El camino ha comenzado con bastante éxito, poco a poco se van construyendo las comisiones, podemos afirmar que el proceso es imparable e irreversible.
Desde aquí hacemos un llamamos a todos los anticapitalistas, sin menoscabo de su adscripción política, sindical, religiosa, etc, pero que respete las decisiones mayoritarias, para que engrosen las filas FUP y participen en sus comisiones.
COMISIÓN PROVINCIAL DEL FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO (FUP) DE SEVILLA.
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