sábado, 8 de agosto de 2015

Euromaidan aguarda la Tormenta

Paul Goble, héroe de la propaganda intelectual de Occidente durante la Guerra Fría, comenta en la web de Euromaidan el escenario Krajina (refiriéndose, por cierto, a esta zona serbia de la actual Croacia como Kraina). Goble no se centra en el análisis de Parubiy sino en los comentarios del periodista Ihor Lyashenko en el medio ucraniano Segodnya. Lyashenko sostiene que el escenario más probable es que las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk
estén llamadas a desaparecer de la misma forma en que lo hizo la República Serbia de Krajina. Según el periodista ucraniano, “es la variante más realista para la restauración del control ucraniano sobre las separatistas RPD y RPL”.

Según Lyashenko, el éxito de la operación croata era algo que nadie veía posible antes del inicio de la operación militar. El ejército serbio de Krajina estaba bien equipado, contaba con el apoyo militar de Serbia y tenía la ventaja de la topografía en una estrategia que sólo tenía que ser defensiva.

En estas condiciones, la fulminante victoria de Croacia se habría debido a diversas razones. En primer lugar, el periodista de Segodnya cita los cuatro años de inactividad del ejército serbio y su pérdida de efectividad militar. Menciona, en segundo lugar, que en 1995 Milosevic estaba menos interesado en consolidar la Gran Serbia de lo que había estado en periodos anteriores y no quería hacer demasiado. La artillería de la Serbia de Milosevic podría haber parado al ejército croata pero no disparó un solo obús en aquella circunstancia. ¿Por qué actuó Milosevic de esa manera? Según Lyashenko porque, tras varios años de sanciones, los serbios habían empezado a pensar que no merecía la pena “sacrificar un rico futuro europeo en el altar de la Gran Serbia”.

Según Paul Goble, la analogía dice mucho respecto a cómo se ve la situación de Donbass en Ucrania. Y añade algunas ideas personales al discurso de Lyashenko, tratando de complementar el insuficiente desarrollo de sus tesis. Goble introduce tres ideas al análisis: que las sanciones y el tiempo jugarán en beneficio de Ucrania; que la eliminación de la RPD y de la RPL requerirá el uso de la fuerza militar y que cuando Ucrania retome el control de Donbass, “la mayor parte de los Rusos pro-Moscú de allí huirán”, algo que sin duda le resulta indiferente al ideólogo estadounidense. Las desgracias de los enemigos, sobre todo rusos o rusófilos, tienen una importancia menor.

Pero tanto Lyashenko como Goble se equivocan en varios aspectos de su análisis. El principal se relaciona con el propio referente que supone la Krajina para el caso del Donbass. Es obvio que la política de sanciones tendrá indudables efectos sobre Rusia y que este estado querrá negociar pero, de hecho, es lo que ya hace en la actualidad, apostando de forma clara por el escenario pactado en Minsk.

La cuestión esencial es que Milosevic siempre tuvo, como Putin en el caso ruso, una posición pragmática sobre el destino de la población serbia. Como reconoció la fiscalía que impulsaba la acusación contra el líder serbio, liquidando con ello las propias bases de esa acusación, Milosevic nunca defendió la tesis de la Gran Serbia. Su objetivo real era mantener a toda la población serbia en un mismo estado, con independencia de cuál fuera la configuración del mismo. Dado que su modelo era Yugoslavia, este planteamiento era compatible con una amplia federalización que hubiera podido también satisfacer a otros pueblos yugoslavos.

Cuando resultó evidente que ese proyecto de convivencia bajo un mismo estado no iba a resultar viable, Milosevic apostó por una solución de compromiso: Dayton. Se trataba consolidar un doble espacio serbio en la ex-Yugoslavia, el de la propia Serbia y el de la República Srspka en Bosnia. Milosevic no abandonó a los serbios de Krajina a su suerte, sabiendo que Serbia no tenía medios para salvar a la parte serbia de Croacia, sino que ofreció a la población que deseara abandonar la Krajina una salida en otro territorio. Y si es verdad que la OTAN atacó a Serbia para sacar al Estado serbio de Kosovo, adónde fue a parar una pequeña parte de los refugiados de la Krajina, nadie se ha planteado nunca la salida militar para acabar con la autonomía serbia en Bosnia (aunque ése sea un verdadero proyecto para Estados Unidos y otras potencias de Occidente).

La derecha ucraniana hoy en el poder vive en un sueño si cree que la OTAN podrá llegar a imponer el modelo Kosovo en Donbass, porque ése y no otro es en lo que consistiría la aplicación práctica del proyecto Krajina en las regiones de Donetsk y de Lugansk. El intento de retomar por la fuerza Donbass se enfrentaría a obstáculos más poderosos que aquellos a los que tuvieron que hacer frente los militares croatas en la región de Knin. En lo sustancial, poner en peligro el equilibrio de poderes en los que sustenta la convivencia internacional.

Lo más significativo del artículo de Euromaidan es que los sectores que apoyan ideológicamente al nacionalismo ucraniano, tanto en Ucrania como entre los halcones y ultras estadounidenses, apuestan claramente por una salida militar al conflicto. Se trata de una evidente estrategia de liquidación del proyecto negociador de Minsk que sólo encaja con la política agresiva impulsada desde el mundo anglosajón. De prosperar con éxito el escenario Krajina, algo muy improbable en el mundo dividido de hoy, el frente franco-alemán saldría tan debilitado como Rusia de la aventura ucraniana en Donbass.

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