domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Réquiem por Ucrania?

POR  ¿Quién soy? Soy un residente de Odessa. Por mis venas corre, a partes iguales, sangre rusa y uraniana, que es la sangre de los hijos de la Rus de Kiev. Hablo por igual ambos idiomas, en realidad parecidos entre sí. La parte central de Ucrania es la madre de Rusia. En otras palabras, “Kiev es la madre de todas las ciudades rusas”. Y las relaciones entre los dos países, que nacieron en 1991, debían haberse desarrollado como las de una madre y una hija cuando esta abandona el hogar familiar para vivir por su cuenta.

Y fue así al principio, lo que era una piedra en el zapato de quienes dirigen el mundo. Se tomó la decisión, fatal para Ucrania, de arrastrarla a la OTAN, de hacer de Ucrania una base anti-rusa. La cohabitación de Rusia y Ucrania, sean cuales fueran sus nombres en cada periodo, ha durado más de mil años. No comenzó ni en 1917 ni en 1654  sino, como muy tarde, en el año 862 con la creación, según el relato de Nestor el Cronista, del estado eslavo del príncipe Oleg. Así que no hay grandes diferencias entre rusos y ucranianos. Sus lenguas son más similares que, por ejemplo, algunos dialectos del alemán, por no mencionar los dialectos del chino, que se consideran un mismo idioma. En ocasiones hablamos entre nosotros, cada uno en su idioma, y nos comprendemos sin dificultad, sin prestar excesiva atención a las diferencias lingüísticas.

No hay otro país en el que los dos idiomas se usen a la vez en muchos de nuestros programas de televisión, en los que presentadores y colaboradores se comunican en su propio idioma. Esto no debería ser un defecto sino un valor. Ucranianos han realizado grandes contribuciones a la cultura rusa y viceversa. Estamos conectados por lazos culturales, familiares, económicos.

Hasta hace poco, yo también amaba el fabuloso idioma ucraniano. Solo hasta que empezó a ser obligatorio, porque al fin y al cabo, no puedes obligar a amar. Ahora, después del 2 de mayo, me estremezco cuando escucho hablar ucraniano por las calles de Odessa: ¿invasores que se alojan en nuestros balnearios? Pero no es así. Si escuchas con atención, ves que es el dialecto local de nuestra propia gente, que se quiere tirar a la piscina: o que a uno cura, a otro mata. No soy ucranófobo, solo ucraniano. Sinceramente creo, puede que de forma subjetiva, que los ucranianos son gente fuerte, bella y trabajadora que vive en la tierra más fértil del mundo (el por qué no somos ricos a pesar de la riqueza es una cuestión aparte).

Ucrania se enfrenta al colapso inmediato

La economía. A pesar de que a muchos “patriotas” les gustaría, Ucrania nunca va a ser el estado 51 de Estados Unidos ni dejará de ser vecino de Rusia. Los hidrocarburos provienen de Rusia, donde millones de ucranianos emigran en busca de trabajo. Alrededor de la mitad de la industria ucraniana tiene lazos con Rusia y Rusia supone una tercera parte de nuestras exportaciones. Se puede intentar romper todos los lazos y acabar sin industria, sin gas, con millones de desempleados y revueltas callejeras a causa del hambre. Pretender que Rusia tolere sin protestar la discriminación contra la población de habla rusa bajo amenazas de sanciones, que consienta que Ucrania sea miembro de la OTAN y que, a la vez, siga vendiendo el gas por debajo del precio europeo, que siga comprando los productos industriales y agrícolas que Occidente no quiere y que mantenga el empleo para los ucranianos es pura ilusión. La ayuda económica de Occidente se acabará pronto y entonces nadie dará de comer a Ucrania ni invertirá en una economía en un constante estado de confrontación con su poderoso vecino. ¿Alguien sigue creyendo que Occidente quiere más a Ucrania que a su dinero? Los ucranianos de Canadá o Estados Unidos no tienen prisa por volver e invertir en Ucrania. Es fácil ver el “gran futuro” ucraniano desde el otro lado del océano. En cualquier caso, sin asistencia rusa, por no hablar de un posible “sabotaje”, Ucrania se enfrenta a un colapso económico en los próximos años.

La política exterior. Ya sea por orden de sus maestros de Occidente o por su propia rusofobia, los dirigentes ucranianos, incluido su nuevo presidente, no va a hacer concesión alguna a la población del sudeste de Ucrania ni a Rusia en tres puntos clave:

Federalismo. A Rusia le interesa porque implica que no puede cambiarse la dirección de la política exterior sin el consentimiento de todas las regiones.

Bilingüismo. No hay país en el mundo en el que la lengua de la mitad de la población no sea lengua oficial.

Estatus de no-alineado.

Como es natural, el Kremlin desarrolla medidas contra los eurointegradores de Kiev. El primer paso en la constante disputa territorial por Crimea (la brillante anexión de Crimea, casi sin derramamiento de sangre y sin precedentes, a pesar de la presencia de una fuerte quinta columna representada por los dirigentes de la comunidad tártara y un ejército de 30.000 soldados, será cuestión de estudio). Ahí va una analogía: las disputas territoriales han impedido a Georgia integrarse en la OTAN.

El segundo paso depende de las acciones de las autoridades ucranianas. Si continúa el asesinato masivo de civiles en Donbass como resultado de la llamada operación antiterrorista, puede haber una intervención directa. La operación antiterrorista de baja intensidad, como es ahora, puede suponer todo tipo de apoyo a los “separatistas”: escaramuzas, guerra de guerrillas hasta la victoria sobre la junta de Kiev. Los radicales vascos o irlandeses del norte, con sus acciones selectivas de baja escala, parecerán corderos a su lado. Este escenario de derramamiento continuo de sangre  en la frontera entre Rusia y Europa beneficia a Estados Unidos, ¿pero pueden soportarlo el resto de Ucrania y Europa? ¿Y Rusia? Después de todo, son rusos y población de habla rusa la que muere como resultado, lo que puede llevar a un creciente descontento por la traición a su propia gente (se salvó a la población de Crimea, ¿pero qué pasa con esta gente? ¿Acaso no son también rusos?). Esto hace posible un escenario en el que Rusia reconoce implícitamente Novorrusia y aporta la asistencia necesaria.

La política nacional. Este es el aspecto más terrible. Tras siglos de coexistencia pacífica en Ucrania, con una población interconectada por lazos de todo tipo, esta se extingue. Cuanta más sangre se derrama, mayor es el distanciamiento entre ucranianos y rusos, entre población de habla ucraniana y de habla rusa, entre la población de Galicia y de Donbass, Odessa y Kiev, entre partidarios de los “valores europeos” y del “mundo ruso”, entre ortodoxos y católicos….

¿Se puede olvidar la sangre derramada en Odessa? La sed de revancha, el odio mutuo y la intolerancia a opiniones diferentes hace que la coexistencia dentro de un Estado parezca imposible. ¿Por qué iba a participar el sudeste en unas elecciones controladas por extremistas de Maidan que corrigen a quien vota “mal”, cuando no se permite a nuestros diputados hablar o votar, o se les acosa? Cualquiera de estas tres causas (la economía, política interna o política exterior) podrían ser suficientes para acabar con el Estado. ¿Qué pasa si se juntan las tres? ¿Puede que haya un milagro? ¿Alguien cree en los milagros?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Añade tu opinión sobre este artículo