viernes, 26 de septiembre de 2014

En víspera de la batalla decisiva por Donbass


Por Denis Selznev.- ¿Cómo será la ofensiva final de la junta?

La situación en Donbass está, ahora mismo, en el limbo. El alto el fuego firmado ha paralizado las grandes operaciones militares, pero el fuego no ha parado por completo ni un solo día. Ha habido intentos de llevar a cabo operaciones limitadas. El comando ucraniano no ha dejado de intentar, por ejemplo, rescatar a las unidades de las fuerzas especiales rodeadas en el aeropuerto de Donetsk, intentos que, por el momento, han sido repelidos. Según el Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania, las Fuerzas Armadas Ucranianas han sido atacadas por las Fuerzas Armadas de Novorossiya (NAF) más de 130 veces. Las figuras de las repúblicas populares son similares en relación al número de veces que las fuerzas ucranianas han disparado sobre sus posiciones.

La paz es demasiado “frágil”

Las declaraciones de las partes dejan claro que los líderes de Donetsk y Kiev tienen distinta visión del futuro de Donbass. Poroshenko ha declarado que el acuerdo de “estatus especial” para Donbass es temporal y ni siquiera está dispuesto a hablar de la posibilidad de una transición hacia un modelo de estado federal para Ucrania. Yuriy Lutsenko, líder del grupo parlamentario del presidente, ha sido incluso más claro, insultando y compartiendo sus planes de establecer un bloqueo de la región. En cuanto a la República Popular de Donetsk, el primer ministro Alexandr Zakharchenko afirmó el 9 de septiembre que la tregua solo es una oportunidad para las Fuerzas Armadas Ucranianas para retirarse del territorio de las repúblicas populares sin derramar más sangre.

Pero también hay que admitir que hay, entre los comandantes de las distintas unidades, descontento ante el acuerdo de Minsk. Alexey Mozgovoi, comandante de la brigada Prizrak (Fantasma), uno de los más críticos con el acuerdo, ha declarado que el 100% del personal militar está en contra de los acuerdos con Kiev. En Kiev, la moral de los “halcones”, aquellos que exigen continuar la guerra, está en declive. Si durante la tregua de finales de junio hubo en Kiev manifestaciones para exigir que continuara la guerra, ahora, tras una serie de duras derrotas, los halcones han moderado su postura, aunque su deseo de hacer daño a Donbass no haya desaparecido. En general, ambas partes consideran esta tregua como una pausa hasta la próxima etapa de hostilidades.

En este momento, hay tres opciones sobre cuál puede ser el futuro inmediato: una ofensiva ucraniana, una ofensiva de las repúblicas populares o que el conflicto se enfríe de forma indefinida. La primera opción es la que se considera más probable en Novorossiya.

Una situación fluida

El ejército ucraniano continúa acumulando fuerzas en la zona de la operación antiterrorista, aunque el fracaso de la tercera ola de movilización y las fuertes bajas de julio-agosto, han impedido a Kiev acumular las suficientes fuerzas para un ataque. Según varias estimaciones, el número de fuerzas ucranianas en la zona es similar al de principios de julio: alrededor de 35-40.000 soldados. El número es similar al del inicio del ya famoso Plan B de Poroshenko. Pero hay diferencias fundamentales entre estos dos momentos.

En primer lugar, la base de las fuerzas ucranianas consistía, a principios de julio, en brigadas mecanizadas y blindadas, mientras que hoy en día, la base de las tropas es de batallones territoriales sin el equipamiento, entrenamiento o moral necesarios. Hay numerosos ejemplos de batallones territoriales completos que han abandonado sus posiciones: el 5º batallón “Prikarpatie” en Amvrosievka, la retirada no autorizada del 25º batallón territorial de Debaltsevo, la deserción de la 9ª compañía del batallón “Vinnitsa” de Mariupol o el reciente rechazo de acudir al frente del 14º batallón “Cherkassy”. Es indudable que la calidad de estas unidades ha decaído y, después de quedar repetidamente rodeados, han desarrollado una creciente desconfianza en el Estado Mayor del ejército.

Las pérdidas en lo que se refiere a equipamiento y artillería han sido enormes. La táctica básica original del ejército ucraniano consistía en el uso masivo de blindados para explotar así la falta de unidades antitanque de las milicias. Lo que al principio era común, como el uso de varias docenas de vehículos blindados, se ha convertido en un lujo al alcance de pocas brigadas. Solo unidades como la 1ª y 17ª brigadas mecanizadas, la 51ª o las reorganizadas 72ª o 93ª se pueden permitir pensar en una ofensiva apoyadas por vehículos blindados, mientras que el resto de unidades solo pueden utilizarlos en contadas ocasiones. Además de las brigadas mecanizadas, solo dos de las recientemente formadas brigadas de la Guardia Nacional disponen de suficientes blindados ligeros. Una de ellas está en Mariupol y la otra, al norte de Donetsk. Participaron en el desfile del 24 de agosto y estaban destinadas a dar el golpe decisivo en Lugansk, pero la ofensiva de la República Popular de Lugansk dio al traste con esos planes.

Se ha producido también un cambio en el equilibrio de fuerzas en la zona de combate. Las fuerzas ucranianas se enfrenaban en un principio a alrededor de 8.000 milicianos, mientras que ese número ha aumentado hasta alrededor de 30.000 soldados con un mayor número de vehículos, mejor entrenamiento y un aumento significativo de especialistas. El desequilibrio de fuerzas a favor de Ucrania que existía en un principio ha desaparecido ya, tanto en número de soldados como de equipamiento. Y si ya hace dos meses, Ucrania carecía de las fuerzas necesarias para una victoria decisiva, esto sería, ahora mismo, imposible incluso para los más optimistas.

Las posibles direcciones del ataque

Todo indica que Poroshenko debe comprender que, en este momento, una victoria militar decisiva en una tarea complicada. El país celebrará en las próximas semanas elecciones parlamentarias, que pueden llegar a ser más importantes que las presidenciales. Poroshenko necesita una victoria, sea la que sea, para evitar un desastre electoral. Pero esa victoria ni siquiera tiene que ser real. La sociedad ucraniana depende en gran medida de una visión del mundo que no es más que una creación de la prensa. Por ejemplo, es preciso recordar cómo la prensa ucraniana vendió como la toma de Lugansk la ocupación de una pequeña aldea de los suburbios de la ciudad. La misma técnica iba a ser usada para vender la toma de Donetsk si es que se tomaba Ilovaysk. Cualquier éxito parcial puede ser interpretado por la sociedad ucraniana actual, todavía convencida de la superioridad del ejército ucraniano, como un gran logro militar.

Esa posible ofensiva  ucraniana, si es que esta se produce, tendrá unos objetivos relativamente limitados. En primer lugar, la ofensiva buscaría evitar que Novorossiya pueda organizar unas condiciones relativamente cómodas para el invierno. En segundo lugar, esta ofensiva buscaría eliminar lo que la ofensiva de las repúblicas populares ha conseguido en agosto. Tendría que avanzar hasta conseguir bloquear los principales focos de resistencia. Finalmente, las fuerzas ucranianas tratarían de volver a tener posibilidad de disparar artillería sobre Donetsk y Lugansk para aterrorizar y desmoralizar así a la población.

Una ofensiva concentrada en tres zonas principales

Dados sus objetivos, la ofensiva estaría concentrada en ciertas zonas. Las reservas ucranianas se acumulan al sur de Volnovakha, donde pueden lanzar un ataque en dirección a Telmanovo y la frontera rusa. Esto cortaría la comunicación directa entre Novoazovsk y Donetsk. Un completo bloqueo de las tropas de las Fuerzas Armadas de Novorossiya es complicado, ya que aún podrían recibir suministros desde Rusia y por vía marítima. Pero el Consejo de Seguridad podría dibujar sus mapas a los “terroristas” atrincherados y con el mar como única salida. Teniendo en cuenta que las fuerzas ucranianas no han pecado de moderación en su uso de la artillería, Novoazovsk podría sufrir terriblemente por estos ataques. No se prevé un asalto exitoso sobre la ciudad, ya que la orografía lo hace casi imposible y también teniendo en cuenta la efectividad de la artillería de la RPD.

Gorlovka es la segunda zona en la que se prevé un ataque. Las tropas ucranianas tratarían de tomar Yenakievo para cortar así, de forma permanente, las comunicaciones con Donetsk. Un escenario menos probable es el ataque en el sur, en dirección a Hartsyzsk, o en dirección sureste, hacia Torez, para cortar así la vía Donetsk-Lugansk o para, al menos, hacer posible el constante bombardeo de artillería. En este caso, el grupo del sur, ahora mismo concentrado en el área de Volnovakha, apoyaría la ofensiva. Aunque este ataque parece excesivamente ambicioso, el aumento de operaciones de reconocimiento al sur de Ilovaysk y Torez lo hacen posible.

La tercera zona es la zona al norte de Lugansk. La ofensiva de agosto expulsó a las tropas ucranianas más allá del río Severskiy Donets, con lo que quedaban privados de la posibilidad de usar su artillería sobre zonas de Lugansk. Ucrania puede intentar recuperar el terreno perdido, o al menos la ciudad estratégica de Metallist, con lo que las unidades aún cercadas al sureste de Lugansk podrían intentar escapar. También puede darse una gran operación en esta zona con la colaboración de las unidades concentradas en Debaltsevo. Golpes coordinados desde el norte y el sur vía Perevalsk y Alchevsk podrían dejar cercada a la brigada Prizrak comandada por Mozgovoy y crear posibilidades para un nuevo bloqueo de Lugansk.

Esto podría dar a Poroshenko la posibilidad de cantar una gran victoria que daría la vuelta a la guerra justo antes de las elecciones. Aunque las repúblicas populares no se rindieran inmediatamente, la supervivencia en invierno sería dudosa. El desastre humanitario sería superior al sufrido por las ciudades de Donbass en verano. Entonces, Poroshenko podría actuar otra vez como pacificador, pactando otra tregua para el invierno.

Las posibles consecuencias

No hay duda de que Ucrania carece de suficientes fuerzas para lanzar estos ataques. Pero la comunicación entre las Fuerzas Armadas y los políticos es tal, que el Gobierno de Kiev no siempre es capaz de evaluar de forma adecuada las capacidades de su ejército. Esto quedó claro en la lucha por la frontera y durante el intento de atacar Ilovaysk o Saur-Mogila. Pero es precisamente esa falta de una planificación suficiente la que hace posibles estos movimientos, aunque estos pudieran llevar a Ucrania a otra serie de derrotas y cerco de sus unidades, lo que sería incluso más devastador que una ofensiva rebelde. Ucrania estaría usando sus últimas reservas de vehículos soldados. El liderazgo ucraniano arriesgaría así el desarrollo de la guerra. Un fracaso en esta ofensiva dejaría a la segunda línea de tropas, compuesta de policías y civiles voluntarios, expuestas, a merced de las fuerzas de la milicia.

En caso de fracasar, esta sería la última gran ofensiva ucraniana en la guerra. Después de la derrota, las fuerzas ucranianas tendrían que abandonar irremediablemente Donbass (salvo esas unidades y fortificaciones aisladas que serían capaces de resistir un tiempo). Esto equivaldría a la pérdida de las provincias del sudeste. En realidad, esta situación es similar a la de Wehrmacht en vísperas de la batalla de Kursk. Pero esto solo sería posible con una contraofensiva rebelde que no fuera detenida por otras cuestiones políticas esta vez.

En caso de ocurrir, la ofensiva debería tener lugar estas semanas de septiembre, cuando se ratifique el acuerdo de asociación con la Unión Europea, o tras finalizar las maniobras conjuntas con la OTAN en Ucrania occidental. Ucrania considera que esté limitada por la firma de Kuchma en el acuerdo de Minsk, aunque puede utilizar algún tipo de provocación para justificar el ataque, como un incidente con un alto número de víctimas civiles (un autobús de refugiados, por ejemplo). Se observó algo similar en julio, cuando se utilizó el derribo del MH17 como pretexto para la gran ofensiva del ejército ucraniano, que trataba de cortar las comunicaciones entre Donetsk y Lugansk.

En cualquier caso, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Novorossiya es consciente de estas posibilidades. Estos días, vemos una optimización de las fuerzas en el frente, que abandonan u ocupan asentamientos para mejorar sus posiciones. Y vemos también la reparación activa de los vehículos capturados  al ejército ucranianos y el entrenamiento del personal. A grandes rasgos, una ofensiva ucraniana daría la oportunidad de organizar una contraofensiva y completar la liberación de Donbass. Puede incluso dar lugar a extender la guerra a las regiones cercanas antes de que llegue el invierno. Pero el invierno puede no llevar al cese de hostilidades, tal y como Kiev quiere hacer ver. También es posible que, tras repeler los ataques ucranianos, las fuerzas de Novorossiya pudieran usar técnicas no convencionales, como el asalto de unidades mecanizadas de la retaguardia del enemigo, en las regiones colindantes. La ausencia de un frente sólido, la debilidad de la segunda línea de tropas ucranianas y la orografía harían favorable tal maniobra.

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