sábado, 3 de mayo de 2014

UCRANIA: Sus múltiples capítulos

Por MARTA G. SOJO-Bohemia
Con el paso de los meses, la situación interna de Ucrania ha empeorado y Occidente se ha mostrado más crudo en sus intentos hegemónicos. No todo les salió como lo diseñaron, pero insisten en su desinformación mediática y sus consabidas sanciones a los países que se les enfrentan, en este caso Rusia.

Parece acertada la opinión de David Brooks, columnista del diarioThe New York Times, de que la estrategia de Washington contra Moscú se centra en una guerra fría encaminada a impedir el creciente poder ganado por el país euroasiático, mediante el aislamiento, cortando sus lazos económicos y políticos con el mundo.

Si continuamos con el hilo de los acontecimientos en Ucrania encontramos que la separación de Crimea trajo como arrastre las rebeliones de Donetsk, Dniepropetrovsk, Járkov, Lugansk, Mariupol, Nikolaev y Odessa, de mayorías rusoparlante, a lo que el autoinstalado gabinete de Kiev respondió con el envío de tanques y artillería pesada contra sus compatriotas del este, a los que califica de “terroristas e invasores”. Esta expresión de máxima violencia ya ha provocado muertes de combatientes prorrusos en Sloviansk, lo que profundiza más las fuertes divisiones y tensiones en esa región del país.

Este es hoy el ambiente allí, a pesar del acuerdo suscrito en Ginebra, el 17 de abril, por los cancilleres de Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y una representación del ilegítimo Gobierno ucraniano. La asistencia del último pareció más un gesto de cortesía de la parte rusa, para no provocar más tirantez de la ya existente. El motivo es obvio: Moscú no reconoce al equipo que, mediante métodos nada ortodoxos, se instaló como gabinete.

Por lo tanto, las pláticas auténticas fueron entre Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Rusia. Conforme al canciller Serguei Lavrov, los países occidentales tienden a “interpretar esta reunión como un reconocimiento y una legitimización por Moscú de las nuevas autoridades en Kiev”. Y “no es así”, dijo categórico.

En cuanto al acuerdo, hay que ver qué sucederá, porque el escenario se torna turbio en especial de la mano de Occidente y del propio Gobierno que derrocó al de Victor Yanukovich. Las dudas se incrementan en este sentido, pues sin estar seca la tinta en el documento, empezó un confuso manejo de su letra. Según el convenio, se reconoce que todos los grupos deben deponer las armas y desocupar los inmuebles oficiales donde se atrincheraron en las regiones insubordinadas. Pero desde Kiev se apuraron en aseverar que “lo concertado en Ginebra no afecta a los radicales del Maidán, sino solo a quienes participan de la insubordinación popular en el Donestk”.

Era de esperar que el Kremlin refutara tal interpretación. Tampoco esa manera de ver las cosas por el Gobierno espurio sorprende, porque tanto ellos como Washington y Bruselas pretenden que el mundo considere legítima la insurrección de estos grupos extremistas que propinaron el golpe de Estado contra el presidente Yanukovich, e insisten en calificar de “pacíficas las manifestaciones y el tinglado que dio base a la asonada”.

Por cierto, en este ir y venir tenso en la zona, la Casa Blanca se siente muy solícita con Kiev, a donde envió a su vicepresidente, Joe Biden, so pretexto, de brindarle primero un espaldarazo y después ayuda técnica al país, en particular en la esfera energética. Ya en marzo estuvo el titular del Departamento de Estado, John Kerry.

Los planes de Washington andan por rumbos de exigencias y puniciones. Se desprende de unas declaraciones del presidente Obama en el sentido de estar preparado para imponer sanciones adicionales tanto a individuos como a sectores enteros de la economía rusa si no se reduce la tensión en Ucrania. Por su lado, el Pentágono anunció que desplegará pequeños contingentes militares en Europa Central y Oriental en respuesta a la crisis y como muestra de "su compromiso" con sus aliados de la OTAN.

En cuanto a la economía de la otrora república soviética, esta va cada vez más en picada. Ni las ayudas de sus amigos logran salvarla de los ahogos. La crisis se profundiza en todos los flancos y Washington sigue dirigiendo el show desde muy cerca.

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