jueves, 1 de mayo de 2014

NIGERIA: Acto de terror

Por MARÍA VICTORIA VALDÉS RODDA - Bohemia
Poco puede hacer Nigeria con sus altos índices económicos si no logra estabilizarse en lapaz, la cual se ve amenazada desde el norte del país debido a unconflicto internocon gruposislamistas que quieren crear un estado independiente. Casi ningún medio de prensa destaca entre sus noticias que esa nación africana va a la cabeza del continente, ya incluso por delante de Sudáfrica, gracias a sus elevadas partidas petroleras.

Esto deja de ser noticia merced a la virulencia de sus grupos extremistas, en particular la secta Boko Haram, las más sanguinaria de todas, responsable de buena parte de las mil 500 víctimas totales del terrorismo, en lo que va de año.

En su lugar se colocan como titulares, por ejemplo, los atentados con bombas por dos días consecutivos (13 y 14 de abril) en estaciones públicas de autobuses, tanto en el noreste como en Abuya, la capital. En este último caso el saldo fue de 200 muertos y decenas de heridos. Para colmo de males, y en un espectáculo de inaudita insensibilidad, Boko Haram secuestró, este 15 de abril, al menos 200 niñas, estudiantes de una escuela-residencia del noroeste nigeriano. Hasta el momento, el grupo no se ha atribuido el hecho pero las fuentes noticiosas consultadas coinciden en señalar que el estilo es característico de esa agrupación, cuyo nombre en dialecto huasa quiere decir la “educación occidental es pecado”.

Estos extremistas islámicos emergieron tristemente a la vida nacional en 2002, a partir del acto fundacional de Ustaz Mohammed Yusuf, en Borno. Y en su haber tienen una historia en 2013 de varios ataques a centros educativos, con un reguero de muerte y secuelas psicológicas importantes. En una ojeada aproximativa de esa filiación, es importante destacar que Yusuf fue ajusticiado por la policía en 2009; sin embargo, su actividad, lejos de mermar, ha ido en aumento, con un saldo general de tres mil muertos. Su propósito es imponer la “sharia” o ley islámica.

Luego del incidente terrorista en la capital, el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, no dudó en atribuírselo a Boko Haram, y, al tiempo que ordenó un aumento de la seguridad en la capital, envió a la familia de las víctimas sus sentidas condolencias, dadas además por el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, así como por la Organización africana.

Según el portavoz de la presidencia nigeriana, Reuben Abati, en su perfil de la red social Twitter,“ el presidente Jonathan dirige los servicios médicos, que están haciendo todo lo posible para salvar las vidas de los heridos, que son muchos”.

Despachos de Prensa Latina reportaron que el atentado tuvo lugar cuando la estación, situada en el área de Nyanya, en las afueras de Abuya, se encontraba muy concurrida, por ser en horas temprana de la mañana, en la que los ciudadanos se disponían a trabajar. También un número considerable de pasajeros fueron sorprendidos al subir a los autobuses estacionados en el aparcamiento de este centro de transporte. Esta acción es calificada por los medios locales como un cruel acto de alevosía y terror.

El Gobierno nigeriano lleva a cabo una fuerte ofensiva contra los grupos extremistas y separatistas en los departamentos de Yobe, Borno y Adamawa, en el noreste del país, e incluso mantiene allí el estado de excepción. En Nigeria, los musulmanes están concentrados en el norte, y el sur es predominantemente cristiano. Esta situación es heredada del colonialismo, el mal mayor de todos los pueblos del mundo. ¿Qué se puede esperar en un lapso corto de la historia emancipada cuando las secuelas de las divisiones marcan profundamente?

Baste señalar, a modo de ilustración, que la parte sur de Nigeria- tal como explica el historiador Walter Rodney, en su libro Cómo Europa subdesarrolló a África- era una de las áreas coloniales que supuestamente recibía más que el norte, y, no obstante, Ibadán, una de las ciudades más populosas del continente africano, en su único hospital solo reservaba 34 camas para los negros. Si esto era así, qué no tenía la región norteña.

El Gobierno intenta disminuir la brecha, aprovechar las riquezas naturales, superar las múltiples tensiones por las profundas diferencias políticas, socioeconómicas, religiosas y territoriales, pero la situación es bien compleja para una nación de unos 170 millones de habitantes, integrados en más de 200 grupos tribales.

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