Extraído de "Soviestkaya Rossiya-Otechestvennie Zapiski" Nº 7 (254) 29 de Marzo de 2012. Pags. 8 y 9. Tradución Ariel Morada.
El 31 de marzo se cumple el 140º
Aniversario del nacimiento de Alexandra Mijailovich Kollontai, antes
Domontovich (1872- 1952). Kollontai ha sido una destacada personalidad de su
época. Basta con señalar que fue la primera mujer del mundo en ser ministra y
en ser embajadora.
La historia de la vida de Alexandra Kollontai, nacida en Petersburgo en una rica familia aristócrata y que desde sus jóvenes años participó en la actividad
revolucionaria, resulta emocionante y extraordinaria. De ahí que no es de extrañar que en los países más diversos están rodadas películas y escrito libros sobre ella.
Brillantemente educada, dotada literariamente, disfrutando de sus éxitos con los hombres, ella desde la
juventud era activa, enérgica e independiente. En 1889 dejó a su marido y se
marchó a Suiza, donde es admitida en la Universidad de
Zurich para después irse a Inglaterra a estudiar el movimiento obrero inglés.
Durante las ejecuciones de las protestas de 9 de enero 1905 estuvo en las
calles de Petersburgo. En 1905, en San Petersburgo conoció a Vladimir Ilich
Lenin. Durante la primera revolución rusa en 1905 Kollontai tuvo la iniciativa
de crear “la Sociedad de
Socorro Mutuo de la Mujer ”.
Tras la derrota de la
revolución emigró, ya que fue acusada de incitar con al levantamiento armado. A
Rusia volvió después de la
Revolución de febrero de 1917, convirtiéndose pronto en
miembro del Comité Ejecutivo del Consejo de Petrogrado. En el Primer Congreso
Pan-ruso de los Soviets donde fue elegida como miembro del Comité Ejecutivo
Central de parte de los bolcheviques. A partir de 1923 se encontraba en el
servicio diplomático. En aquel tiempo fue la primera mujer de la historia en
convertirse en embajadora, teniendo experiencia en cooperación con el
movimiento socialista europeo, así como su experiencia en el Secretariado
Internacional de la Mujer ante
el Komintern.
En 1923-1926 y 1927-1930 fue
embajadora y representante comercial de la Unión Soviética en
Noruega, y en muchos aspectos avivó el reconocimiento político de la URSS por este país. En
1926-1927 estuvo un tiempo trabajando en México, donde también logró éxitos en
la mejora de las relaciones entre México y la Unión Soviética. En
1927 Kollontai vuelve a ser embajadora en Noruega y Suecia. En los años
1930-1945 Kollontai es apoderada permanente y embajadora en Suecia, aparte de
este destino, formó parte de la delegación soviética en la Sociedad de
Naciones.
Kollontai tuvo el
reconocimiento de la Orden
de Lenin, y galardonada con dos Órdenes de la Bandera Roja de
los Trabajadores. Es autora de varios ensayos y trabajos científicos, así como
de obras literarias.
PRIMERA DECISIÓN COMO MINISTRA DE LA SEGURIDAD SOCIAL.Escrito
por Alexandra Kollontai.
El Octubre de 1917 fue gris, y
con un fuerte viento. El viento agitaba las copas de los árboles en el jardín
Smolny, con sus interminables y confusos pasillos y grandes, luminosas, y como
las gubernamentales habitaciones vacías, donde había un frenético trabajo, que
el mundo había visto.
Alexandra Kollontai
En cuanto el poder pasó a
manos de los Soviets, el Palacio de Invierno llevaba ya dos días en manos de
los trabajadores y soldados. El gobierno de Kerensky ya no existía. Pero cada
uno de nosotros era consciente de que era el primer peldaño de una difícil
escalera, la que nos lleva hacia la liberación de los trabajadores y a la
creación de una nueva, sin precedentes en el mundo, república de los
trabajadores.
El Comité Central del Partido
Bolchevique estaba enclavado en una pequeña habitación de madera, con una
simple mesa en el medio, con los periódicos en las ventanas en el suelo y unas
cuantas sillas. No recuerdo por qué vine por entonces, pero recuerdo que
Vladimir Ilich apenas me dejó formular una pregunta. En cuanto me vio, él
decidió de inmediato que debía hacer algo más necesario, que aquello que quería
hacer yo por mi misma.
-Vaya ahora a ocupar el
Ministerio de auxilio público. Esto debe ser hecho ahora mismo.
Vladimir Ilich estaba
tranquilo, casi alegre. Bromeó sobre algo. Y de inmediato se ocupó de otros,
quienes vinieron a por instrucciones o informaciones…
A la mañana siguiente sonó muy
temprano el timbre del piso donde me instalé tras mi salida de la cárcel de
Kerensky. La llamada era insistente. Abrieron. Era un campesino con piel de
oveja, zapatos y barba. “¿Aquí está la Comisaria del
Pueblo Kollontai? Debo verla. Aquí tengo para ella una pequeña nota de su
bolchevique principal, de Lenin.”
Miro y realmente es un pedazo
de papel en el que de la mano de Vladimir Ilich está escrito: “Concededle lo
que se le debe por el caballo de las cuentas del Auxilio Social Estatal.”
¿Por un caballo? ¿Qué tiene
que ver aquí un caballo?
El mujik, poco a poco, todo me
lo relató. Aun cuando estaba el Zar, ante la misma revolución de Febrero, le
confiscaron por necesidades bélicas un caballo. Prometían como recompensa pagar
por el caballo “como Dios manda”. Pero el tiempo pasaba y de la recompensa no
había ni rastro. Entonces el pequeño mujik marchó a Petersburgo, donde llamó
durante dos meses a todas las puertas de las autoridades del Gobierno
Provisional. Ningún resultado. Era enviado de aquí para allá, de una autoridad
a otra. El hombrecillo al final perdió toda la paciencia. Y he aquí que
escuchó: existe entre el pueblo unas personas, los bolcheviques, que devolverán
todo a los obreros y campesinos, lo que los zares y propietarios les robaron, y
todo lo que le tomaron al pueblo durante la guerra. Sólo hay que conseguir una
nota del bolchevique principal, Lenin. Hete aquí que el hombrecillo consiguió
la nota de Lenin en el Smolny. Le despertó en plena noche y consiguió al final
la nota de Lenin, la cual el campesino me la mostró, pero no me la entregó.
- En cuanto consiga el dinero,
entonces la devolveré. Y mientras tanto la conservaré, que estará más segura.
¿Qué hacer con este campesino
y su caballo? De hecho, el Ministerio todavía está en manos de los funcionarios
del Gobierno Provisional. El tiempo era extraño: el poder estaba ya en manos
del poder de los Soviets, el Consejo de los Comisarios del Pueblo estaba
formado por bolcheviques, pero las instituciones, como los vagones sueltos por
la pendiente, rodaban sobre los raíles de la política del Gobierno Provisional.
¿Cómo tomar un ministerio?
¿Por la fuerza? Correrán y te quedarás sin trabajadores.
Entonces decidimos convocar un Congreso de delegados del
sindicato. El Presidente era el mecánico Egorov. Y el sindicato era muy
peculiar: una selección de diferentes profesionales, todos aquellos que
trabajan en las entonces categorías del personal técnico- correos, enfermeras,
fogoneros, copistas, mecánicos, trabajadores y trabajadoras con una tarjeta de
fábrica, guardias y paramédicos.
Examinamos la situación. El
asunto fue discutido. Elegimos el Consejo y a la mañana siguiente fuimos a
tomar el Ministerio.
El portero engalonado no
simpatizaba con los bolcheviques y no vino a la reunión. Con malas formas nos
dejó pasar. Subimos las escaleras y a nuestro encuentro como un río humano
fluyeron los funcionarios, mecanógrafos, secretarios y jefes… Corren, tienen
prisa y ni si quiera nos quieren mirar a los ojos. Nosotros estamos arriba en
la escalera y ellos abajo. Comenzó el sabotaje de los funcionarios. Quedaron
unas cuantas personas. Nos comunicaron que estaban dispuestos a trabajar con
nosotros, los bolcheviques. Entraron en los despachos ministeriales, en las
oficinas. Todo vacío. Las máquinas de escribir y los papeles estaban tirados en
el suelo. Los registros de entrada y salida estaban guardados y cerrados bajo
llave. Y no había llaves, ni si quiera de la caja.
¿Dónde están las llaves? ¿Cómo
trabajar sin dinero? El Auxilio Estatal es una institución tal que es imposible
frenar su trabajo: aquí están los refugios, los soldados heridos, tiendas de
ortopedia, y hospitales, y sanatorios, y colonias para penados, y casas
educadoras, e institutos para niños, y casas para ciegos… ¡Un gran campo de
trabajo! De todos los confines llegan, exigen… Y no hay llaves. Y el más
insistente de todos, aquel hombrecillo con la nota de Lenin. Cada mañana nada
más amanecer, ya estaba esperando en la puerta.
- ¿Qué les costaba el pago del
caballo? Es bastante importante. Aunque no tan urgente, pero indispensable
darme el dinero por él. Y ahora ya que tengo la nota de vuestro principal
bolchevique, no lo voy a dejar. Lo conseguiré, aunque medio año esté aquí.
Y lo consiguió.
Los funcionarios no devolvían
las llaves. Nos decían: no sabemos dónde están, buscadlas vosotros mismos.
Tuvimos que arrestar a algunos.
Pasados dos días, se
encontraron las llaves. La primera partida de la caja de la Seguridad Social ,
aun por entonces era El Comisariado Popular Estatal de Auxilio Social, era la
partida por el caballo, el cual el Gobierno zarista se llevó con engaño y por
fuerza del campesino, y por el cual el insistente pequeño mujik recibió plena
recompensa según la nota de Lenin.