domingo, 24 de enero de 2016

La división política en Ucrania y en el Donbass

En un artículo publicado el pasado 13 de enero por el Atlantic Council, Michael Druckman y Katie Laroque analizaban algunos resultados de una encuesta de opinión a la población de Ucrania y de Donbass realizada en la segunda quincena de noviembre de 2015. El estudio es una iniciativa del International Republican Institute (IRI, Instituto Republicano Internacional), una organización liderada por John McCain, con apoyo financiero del
Gobierno de Canadá, dos de los principales defensores de Maidan y del nuevo Gobierno ucraniano. El interés de la aproximación es que incluye una muestra complementaria de 1.842 personas residentes en la zona de Donbass controlada por el Gobierno de Kiev. Esta muestra, de tamaño importante, permite analizar las diferencias políticas existentes entre la población de las regiones de Lugansk y Donetsk y las del conjunto de Ucrania.

En su artículo, los dos autores, miembros del IRI, insisten en la desconfianza existente entre los residentes de Donbass y las autoridades de Kiev. Señalan por ejemplo que únicamente un 26% de las personas encuestadas creían que las elecciones locales habían sido libres y justas, por debajo del ya bajo 41% observado en el conjunto de Ucrania. El análisis detallado de la encuesta del IRI aporta en efecto muchas indicaciones respecto a lo que Druckman y Laroque señalan como “una continua y creciente desconexión” entre los residentes del Donbass y el gobierno de Kiev.

Un muy significativo distanciamiento respecto al sistema político ucraniano [1]

Uno de los principales rasgos de la actual realidad política ucraniana es la profunda desconexión existente entre la población y el sistema político, un rasgo que comparte hoy tanto la población ucraniana como la del Donbass bajo dominio ucraniano. Esta realidad se percibe en el muy alto nivel de desaprobación del liderazgo político. Entre un 83-84% de los habitantes de Ucrania y del Donbass desaprueban al Parlamento, proporción que se sitúa entre el 82-85% al considerar la labor del primer ministro, Arseniy Yatseniuk. Los niveles de desaprobación siguen siendo extraordinariamente altos en lo relativo al presidente, Petro Poroshenko. Un 70% de la población en Ucrania y un 78% en el Donbass muestran su rechazo hacía la figura presidencial.

En este contexto de fuerte distanciamiento entre población y política, el rasgo específico del Donbass es un nivel particularmente bajo de los índices directos de aprobación del alto liderazgo político: 3% frente a 11% en Ucrania en lo relativo a los políticos del Parlamento de Ucrania o 5% frente a 12% en lo relativo al apoyo directo a Yatseniuk. La mayor distancia, sin embargo, se observa en relación al apoyo al presidente Poroshenko, con un 25% de apoyos en Ucrania que en el Donbass se reducen al 10%.

Al relacionar las cifras de aprobación y desaprobación, los niveles de desaprobación superan en 68 puntos porcentuales los de aprobación en el caso de Petro Poroshenko (45 puntos en Ucrania). La diferencia supera los 80 puntos al considerar a los políticos de la Rada ucraniana y al primer ministro Yatseniuk. Se trata de cifras sólo comparables a la valoración de líderes ultraderechistas, como Oleh Tyahnnybok, de Svoboda (81 puntos más de desaprobación que de aprobación en el Donbass frente a 55 en el conjunto de Ucrania).
GRAFICO 1
Aunque no se alcanza tal grado de rechazo, en el Donbass el distanciamiento popular sigue siendo muy alto respecto a otras figuras ucranianas que podrían llegar a tomar el relevo en el futuro de los políticos del actual establishment en Kiev. Así, el porcentaje de desaprobación sigue resultado superior en más de 40 puntos porcentuales respecto al de aprobación en lo relativo al alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, el Gobernador de Odessa, Mikhail Saakashvili, o Andriy Sadoviy, alcalde de Lviv y principal líder político actual en el oeste de Ucrania.

En la valoración de estas nuevas figuras de la política ucraniana, destaca en el Donbass el mayor distanciamiento respecto a la opinión que resulta dominante en el resto de Ucrania. Por ejemplo, en el caso de Andriy Sadoviy, el político mejor valorado en Ucrania, con un punto más de aprobación que de desaprobación, el Donbass aporta 42 puntos porcentuales más de desaprobación que de aprobación.

El distanciamiento social y político del Donbass respecto al sistema ucraniano también se observa en la valoración de las referencias políticas anti-naranjistas o de algunos oligarcas con peso en el este de Ucrania, como Rinat Akhmetov. A pesar de contar con más opiniones negativas que positivas, los líderes más representativos del Bloque Opositor o de la oposición en la Rada cuentan en el Donbass con un nivel de rechazo muy inferior al existente en el conjunto de Ucrania. En lo relativo a Akhmetov, el impacto superior de la desaprobación respecto de la aprobación, es de 14 puntos porcentuales en el Donbass frente a 47 puntos en Ucrania.

En el contexto de fuerte desconfianza popular respecto al sistema de poder político-económico que caracteriza al conjunto de Ucrania, todos los datos señalados muestran la existencia de un sistema de referencias muy contrapuesto, con muy superior desconfianza en el Donbass respecto al alto liderazgo ucraniano, los líderes alternativos naranjistas y la extrema derecha ucraniana. Por el contrario, los líderes vinculados al antiguo Partido de las Regiones y a oligarcas “benefactores” en el Este como Akhmetov cuentan con menor grado de oposición en los oblast de Donetsk y Lugansk que en el resto de Ucrania.
GRAFICO 2

El distanciamiento respecto a la política ucraniana de los habitantes del Donbass aparece con total claridad en su posición electoral. Preguntada por la intención de voto ante unas posibles elecciones al Parlamento ucraniano, un 45% de la población señala que no votará, frente al 25% en el conjunto de Ucrania. Entre los posibles votantes, además, las preferencias se dirigirían preferentemente hacia los grupos relacionados con el antiguo Partido de las Regiones (14% de la intención de voto frente al 8% de los partidos naranjistas y el 3% de la ultraderecha). En el conjunto de Ucrania, en cambio, un 26% del voto iría a los partidos naranjistas y un 12% a la ultraderecha, con un 10% para los grupos post-regionales.

GRAFICO 3La desconfianza frente a la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN


La posición ante los principales referentes políticos del mundo occidental es un segundo ámbito en el que se observan las profundas diferencias políticas existentes entre la población del Donbass y la de Ucrania. Mientras un 49% de la población en Ucrania se muestra cercana a la Unión Europea y un 40% a Estados Unidos, las proporciones correspondientes al Donbass se limitan al 22 y al 17% resepctivamente. Las posiciones de alejamiento resultan muy superiores, además, en el Donbass donde un 34% de la población muestra su frialdad hacia Estados Unidos y un 19% hacia la Unión Europea (16 y 9%, respectivamente, en el conjunto de Ucrania).

Comparando las posiciones de alejamiento/cercanía, la población que se siente cercana a la Unión Europea es 40 puntos superior a la que siente alejada de ella en el conjunto de Ucrania, una diferencia positiva que es de apenas 3 puntos en el Donbass. La separación es aún más nítida en relación con Estados Unidos, con una diferencia de 23 puntos a favor de quienes se sienten cercanos a ese país en Ucrania que contrasta, en el Donbass, con los 17 puntos en favor de los que ven con frialdad al gigante estadounidense.

Las diferencias de valoración se repiten, aunque con un sentido diferente, en lo relativo al vecino ruso. En Ucrania, un 59% de la población se muestra alejada de Rusia por un 16% cercana. Los porcentajes cambian de sentido en el Donbass, con un 39% que muestra su cercanía y un 20% su alejamiento o frialdad.
GRAFICO 4
Debe señalarse sin embargo que la división real en este punto no es tanto entre Ucrania y el Donbass como entre las diferentes regiones ucranianas. Si se analiza el posicionamiento a favor de la Unión Europea o de otras propuestas de unión (la unión aduanera o cualquier otra), se constata un consenso prácticamente total respecto a la Unión Europea en el oeste de Ucrania (87% de apoyo) que sigue resultando muy amplio en el centro (65%). En el Sur, la apuesta por la UE sigue siendo mayoritaria (51%) pero con una implicación ya muy superior con otros modelos de unión política (30%). La defensa de los modelos de unión alternativos resulta en cambio dominante en el Este, con un 47% de apoyo frente a apenas 20% a favor de la Unión Europea. En el Donbass, el apoyo a la Unión Europea es del 21% pero con una clara mayoría, del 57%, a favor de otras formas de unión económica o política.

GRAFICO 5


En temas relacionados con la política internacional, el distanciamiento respecto a la OTAN resulta, sin embargo, el principal elemento diferencial de la población del Donbass hoy controlada por Kiev. Mientras el rechazo a la OTAN se sitúa entre el 9 y el 17% en las diferentes regiones ucranianas, en el Donbass resulta dominante. Un 47% de la población se opone expresamente a la OTAN frente a un 16% que la apoya.

El resto de las regiones ucranianas se diferencian mucho más entre sí en su nivel de apoyo explícito a la organización atlantista. Este apoyo directo llega al 78% en el Oeste y al 55% en el centro para reducirse a 37% en el Sur y al 15% en el Este, en este último caso empatado con la posición de rechazo. Todo indica que en esta zona, sin embargo, muchas posiciones anti-OTAN quedan ocultas bajo la no respuesta.
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La oposición al modelo de Estado unitario en Ucrania
Las diferencias entre las distintas zonas de Ucrania son igualmente evidentes respecto de las salidas políticas para resolver los problemas planteados en Crimea o en el Donbass. En lo relativo a la política de bloqueo alimentico a Crimea, promovida por la ultraderecha ucraniana y apoyada implícitamente por el Gobierno de Kiev, la posición de desaprobación de la medida es dominante en el sur (47 frente a 41% de aprobación) y claramente hegemónica en el este (59 frente a 19%), al igual que en Donbass (54% frente a 21%). En cambio, resulta mayoritaria en el centro (55 frente a 25%) y dominante en el oeste (73 frente a 18%).
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Estas diferencias vuelven a reproducirse al considerar el futuro estatus del Donbass hoy separado de Ucrania. En el conjunto de Ucrania, un 53% de la población apuesta por el Estado unitario frente a un 27% que apoya la descentralización o la autonomía y un 7% la separación del Donbass. En el Donbass controlado por Kiev, la apuesta por el Estado unitario ucraniano se reduce al 31%, por debajo del 41% que apoya la descentralización o la autonomía, con otro 12% a favor de la independencia.

La apuesta por la descentralización de poderes del centro al ámbito regional o local es en cualquier caso una reivindicación asumida en el Donbass. Un 68% de la población apoya esta propuesta frente a apenas un 10% que se muestra en contra.
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La respuesta del régimen de Kiev está lejos, sin embargo, de aceptar la evidencia de los hechos. Lo demuestra su esencial oposición a todo proceso de autonomía política e incluso de descentralización efectiva más allá de la descentralización administrativa. Y Ucrania cuenta, en esa dirección política, con el apoyo de los grandes poderes occidentales.

En su artículo para el Atlantic Council, Druckman y Laroque no apuestan de hecho por dar respuesta a las demandas de descentralización y autonomía del Donbass. Ante todo preocupados por “involucrar a los votantes en el discurso político nacional”, los miembros del IRI defienden por el contrario la importancia de que una nueva generación de partidos políticos regionales “emerja para enfrentarse a las frustraciones con la política local” y apoye “una clara ruptura con las prácticas corruptas del pasado y la política de clanes” en el Donbass.

Los representantes del IRI defienden, en este contexto, el apoyo de la comunidad internacional a “la emergencia de partidos” que podrían combinar una imagen de oposición con la defensa de “una Ucrania unidad y soberana, la asociación con Europa y reformas progresivas” en el este de Ucrania. Se trata así de apoyar, desde las potencias occidentales, a aquellas formaciones que pudieran “reconstruir la confianza en el proceso político”. En ese ideal intervencionista y neo-funcionalista no cabe que el pueblo decida por sí mismo. Todo por el pueblo pero sin el pueblo.

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