sábado, 23 de enero de 2016

La guerra del pueblo de Donbass

Por Denis Grigoriuk.- Cada viaje a la línea del frente es una dura prueba. No tanto por el miedo a un ataque o por la destrucción de las viviendas, sino por la destrucción de las vidas humanas. La destrucción de los edificios es un reflejo de lo que ocurre a las vidas humanas durante la guerra. Al llegar a Debaltsevo, Nikishino, Uglegorsk, Gorlovka, Oktyabsky y otras localidades, aparecen trágicas historias reales sobre el sufrimiento de la población inocente de Donbass.

Recientemente visitamos el distrito de Kievsky de Donetsk. Allí, no están lejos las minas. En el número 14 de la calle Voronijin vive una anciana. Hay algunas personas a las que la vida se lo ha puesto difícil desde el principio. Tenía 9 años cuando comenzó la Gran Guerra Patria. Su padre luchaba en el frente. Su madre estaba embarazada. Y la pequeña Lyuba, como hermana mayor, ayudaba a su madre a cuidar de sus hermanos pequeños. En aquel momento en la familia había ya cinco niños.

Y entonces llegó el periodo de la ocupación. El 7 de enero de 1942, la madre de Lyuba
murió al dar a luz y así recayó sobre una niña de nueve años una responsabilidad que no todos los adultos serían capaces de afrontar. Lyuba no puede recodar cómo logró sobrevivir.

Lyuba Alexandrovna no podía imaginar que se encontraría en una situación similar otra vez al final de su vida. A finales de marzo de 2015, cuando ya se habían firmado los acuerdos de Minsk, la casa de Lyuba Alexandrovna quedó completamente destruida durante una noche de bombardeos ucranianos. Recuerda con horror esa noche en la que una bomba impactó directamente contra su casa destrozando el tejado. Una viga cayó encima de la mujer, dejando su pierna atrapada. Tuvo que arrastrarse para salir. El equipo de rescate la trasladó al hospital. Se le concedió una discapacidad. Ahora se ayuda de una muleta.

Lyuba vivió con su hermana durante un tiempo. Pero no podía estar lejos de su casa mucho tiempo. No podía vivir lejos de su tierra y quería volver a casa. Cuando regresó, Lyuba se encontró con que apenas quedaba nada de su casa, solo una pequeña extensión. La única parte del edificio que quedó en pie es una habitación de cuatro metros cuadrados. Para calentar el horno es necesaria leña, que la mujer recoge por sí misma. En esta habitación no vive solo Lyuba Alexandrovna, sino también su perro y seis gatos. No puede abandonarlos. Son parte de una gran familia.

Al hablar con Lyuba, se ve que las mujeres son mujeres a cualquier edad. En cuanto le pedí permiso para sacar unas fotos, se avergonzó e insistió en que no estaba lista, que ni siquiera había podido peinarse. Es duro vivir en las condiciones en las que vive, pero tampoco quiere ser una carga para su familia. Trata de superar la situación ella sola, igual que en 1942. “Incluso en aquella guerra no era así”, afirma.

El sufrimiento de los mayores es insoportable. Al final de sus vidas se ven obligados a sobrevivir en lugar de disfrutar en paz. Muchos de ellos no saben si sobrevivirán. ¿Merecen este castigo? ¿Qué les han hecho a los chicos de Zhitomir, Rovno, Kiev o Nikolaev? ¿Son ellos los “separatistas” que amenazan su tierra? No puedo comprender el razonamiento que empuja a mis coetáneos ucranianos a asesinar a la población inocente de la RPD y la RPL.

Slavyangrad

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