sábado, 28 de noviembre de 2015

“Huí a Crimea porque no quiero luchar”

Otro fugitivo del Ejército Ucraniano ha informado del aumento de los rumores que circulan en las unidades militares de las Fuerzas Armadas de Ucrania sobre la posible reanudación de las acciones militares contra las repúblicas de Donbass.

El personal del Servicio de Fronteras de Crimea detuvo al soldado de la 28ª Brigada Mecanizada de Nikolayev en los alrededores del puesto de control de Perekop. Este particular personaje apenas se tenía en pie, cubierto de cortes y moratones. Además, apestaba a alcohol.

“Vestido con el uniforme del Ejército Ucraniano, el detenido carecía de documentos que
probaran su identidad. Estaba en estado de embriaguez y presentaba múltiples golpes en la cara”, afirmaron los agentes de frontera. “El soldado explicó su decisión de desertar porque no desea participar en el conflicto armado en Donbass. Supuestamente, así se lo había comunicado al comandante de su compañía, tras lo cual había sido apaleado por la brigada”.

El fugitivo afirmó que había abandonado la unidad voluntariamente el 2 de noviembre, cuando comenzaron los preparativos para la reubicación: “Huí a Crimea porque no quiero luchar”.

Se dirigió primero a la región de Jerson, desde donde continuó a pie siguiendo las vías del tren hasta llegar a la frontera rusa. Había bebido a lo largo de todo el camino, pero nada iba a detenerle. Intentó cruzar ilegalmente la frontera en Perekop el 5 de noviembre.

Inmediatamente después de su detención, el soldado ucraniano recibió atención médica. Recibió también alimentos y un alojamiento digno. La cuestión de su situación legal en la Federación Rusa está siendo revisada en estos momentos.

Según fuentes no oficiales, en los últimos diez días, los servicios secretos rusos han investigado al fugitivo. ¿Envió alguien a este cosaco?

Ya es conocido el caso del trío de paracaidistas de la 79ª Brigada Aerotransportada de Nikolayev que, con resaca, cruzaron la frontera de Crimea. Portaban vodka, una sandía y tocino, vestían pantalones cortos, camisetas de rayas y sandalias e insistían en que habían acudido para “fraternizar con los chicos de la Marina rusa al otro lado de Sivash.”

Durante dos meses residieron en un cómodo hotel con aire acondicionado y televisión vía satélite. Recibieron el tratamiento médico que requirieron. Fueron alimentados según las actuales normas del Ejército Ruso. Es decir, recibieron abundante y sabrosa comida. Fueron enviados a casa cuando sus madres pagaron una multa por cruzar ilegalmente la frontera: la irrisoria cantidad de mil rublos [menos de 15€-Ed].

En todo este tiempo, los comandantes de la 70ª Brigada no establecieron contacto, no se interesaron por el destino de sus soldados.

En cuanto todo acabó y los paracaidistas habían regresado a casa, este trío de sobrealimentados soldados ucranianos cambió drásticamente su testimonio. En la prensa ucraniana, estos brillantes soldados describieron cómo fueron “secuestrados por un grupo de rusos armados” que les obligaron “a cruzar al lado ruso”.

Slavyangrad

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