miércoles, 9 de septiembre de 2015

La guerra del batallón Sich

Kiev ya tiene experiencia a la hora de disolver a los batallones voluntarios más escandalosos, pero parece que el batallón Sich no está amenazado. Y fueron miembros del Sich los que protagonizaron un ataque terrorista en las inmediaciones de la Verkhovna Rada. No es sorprendente: creado por militantes de Svoboda, el batallón es famoso por consumir alcohol y portar granadas para “uso personal”.

Oficialmente, el batallón Sich es un batallón policial de operaciones especiales al que se le
ha atribuido incluso el calificativo de terrorista. Porque quien lanzó la granada estaba ligado a Oleh Tyahnibok, líder de Svoboda, y, como oficial, también a Avakov.

En la primavera de 2014, se percibía como una iniciativa del partido el reclutamiento de activistas de Svoboda, una bendición en el marco del “entusiasmo” del patriotismo de los batallones voluntarios. Pero Avakov se lo arrebató a Svoboda. Puede que quisiera recuperar la iniciativa o controlar el proceso, pero el hecho es que ordenó que el batallón Sich dependiera directamente del Ministerio del Interior en Kiev. Bajo supervisión del jefe, recibieron un blindado que aún recordaba a Brezhnev y después los activistas consiguieron otros dos similares.

La presencia militar era limitada en el caso del Sich y solo uno de los miembros había participado, con los americanos, en Irak entre 2003 y 2008. Es probable que el objetivo fuera mantener bajo control a los miembros de Svoboda, ya que en el periodo de entrenamiento previo a ser enviado al frente, el batallón era muy reducido.

La salida del Sich al frente se convirtió en un gran espectáculo en la calle Institutskaya (donde se hizo un homenaje a las “centurias celestiales”) con la participación de Tyahnibok vestido de camuflaje, curas grecocatólicos y una decena de diputados de los diferentes partidos. Después, seis diputados liderados personalmente por Tyahnibok “partieron al frente”. Aunque no por mucho tiempo.

El Sich fue destinado a Slavyansk, que ya entonces se encontraba en la retaguardia y se les mantuvo lejos de temas importantes. Las funciones del batallón consistían en patrullar la ciudad y “mantener el orden público”, así como controlar el puesto de control en las cercanías de la localidad de Semyonovka. En pocas palabras, era un servicio de policía, sin el romanticismo de “grupo de lucha contra el ocupante moscovita” y, por lo tanto, sin fama.

El batallón se aburrió y comenzó a desintegrarse. Se produjo una sucesión de conflictos con la población local causados por el abuso del alcohol y las diferencias políticas. El comando trató de mantener ocupados a los Sich y los Sich respondieron anunciando, orgullosos, la detección de una (¡!) mina y la destrucción de un campo de opio (aunque nadie sabe exactamente cómo lo destruyeron). Los residentes locales comenzaron a mofarse de los Sich, a insultarles llamándoles “ratas de la retaguardia”. Era visible en Slavyansk que el número de combatientes del Sich se habría reducido y existían rumores de que el Sich iba a ser enviado de vuelta a Kiev. El propio comandante del batallón, Alexander Pisarenko, se vio obligado a desmentir los rumores personalmente.

Tras ello, según la lógica de la rotación fue enviado a Kurajovo (en la zona de Marinka, al oeste de Donetsk), aunque no a la primera línea sino a patrullar la presa de la reserva de Kurajovskaya. En plena batalla por Debaltsevo, cuando hubo una fatal escasez de personal, parte del Sich fue trasladado a Peski. Y después de la tregua, gran parte del batallón se trasladó más cerca del frente, a Avdeevka, aunque su cuartel general se mantuvo en Slavyansk.

Durante todo ese tiempo, el batallón ha estado acompañado de escándalos que, bañados de alcohol, en ocasiones han tenido consecuencias políticas. Por ejemplo, el 29 de diciembre de 2014, combatientes del Sich se presentaron en las posiciones de la 93ª brigada mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania en Peski y trataron de arrestar a sus comandantes, acusándolos de “traicionar a los intereses del Maidan” y de simpatizar con la RPD. La infantería no aceptó los cargos. Hubo muertos y heridos en el fuego cruzado. Una vez sobrios, los Sich decidieron culpar a las milicias, acusando a Donetsk de “infracciones de la tregua”. Para terminar, con la resaca atacaron el puesto más cercano de las milicias, que no esperaban ese ataque, y capturaron a un miliciano, al que pretendían asesinar para, posteriormente, acusar a la 93ª brigada del ataque. El miliciano logró sobrevivir y la RPD llegó incluso a declarar que no se había producido una infracción del alto el fuego.

Ya en la retaguardia, en la ciudad de Genichesk, en la región de Jerson, cuatro Sich (de nuevo borrachos) apuñalaron con un destornillador a un residente local de 53 años. En varias ocasiones, durante las “vacaciones” del batallón, los combatientes fueron detenidos por transportar explosivos. El caso más conocido fue el de un militante del Sich, que fue detenido cuando portaba una mochila llena de granadas y explosivos en los alrededores de la estación de metro Lesnaya, en Kiev. Volvía a casa, a la región de Chernigov, con regalos.

Por lo tanto no resulta sorprendente que Gumeniuk se presentara en la Rada con una granada en la mano. Se ha convertido en algo común.

No se puede negar al Sich la habilidad de insistir constantemente, en cualquier circunstancia y bajo cualquier pretexto, en sus ideas políticas. No temen usar la palabra “nacionalista”, que con orgullo colocan delante del nombre del batallón. El más reciente de esos escándalos se produjo a raíz de la demolición del monumento a Lenin en Slavyansk.

Fue imposible derribar la estatua hasta mayo de este año, ya que en el primer intento en enero, el derribo de estatuas de Lenin aún no se había convertido en una campaña completa y el gobierno local dudó, sin saber de qué lado ponerse: del “equipo de demolición” foráneo o de los residentes de la ciudad, que se negaban al derribo. Por eso, finalmente el batallón Járkov, que ejercía de policía de la ciudad, protegió el monumento frente al Praviy Sektor.

En aquel momento, el batallón Sich comenzó a disculparse y buscar excusas. En un comunicado por escrito, el Sich informaba de que había apoyado y seguía apoyando “la demolición de los ídolos”. Y “si los soldados del batallón Sich se encontraran en estos momentos en Slavyansk, no habría permitido al batallón Járkov “actuar contra la voluntad legítima del pueblo”. Es decir, que de haber estado en la ciudad, se habrían enfrentado a sus colegas del batallón voluntario debido a los dudosos principios ideológicos de este.

Se trata de una situación muy peligrosa para el Estado Mayor del Ejército Ucraniano, ya que una vez que los batallones voluntarios se forman según los principios ideológicos y afiliación de partido, comienzan a “tener opinión” en lugar de simplemente cumplir órdenes. Pero la despolitización del Ejército Ucraniano, y especialmente de los “batallones voluntarios”, es un problema sin solución. Los batallones tienden a sufrir pánico y son escasamente eficientes. La semana pasada, en Starognatovka, el 40º batallón territorial (antes conocido como Krivbas) huyó a la desesperada, abandonando sus posiciones en el frente y su equipamiento. Un cañón de artillería se quedó ahí durante días, abandonado en el desierto, hasta que fue retirado por la milicia.

Todo ello causó, en Mariupol, fuertes enfrentamientos entre las partes implicadas y supuso la retirada del 40º batallón. En el resumen operativo realizado en Volnovaja se dijo que la segunda compañía, que había huido, quería luchar, pero por algún motivo cambió de opinión. Ahí está el nivel del personal, válido solo para lanzar cócteles Molotov contra los Berkut o para cantar canciones patrióticas en el centro de Kiev.

En cuanto al incidente en la Rada, no importa quién sea nombrado como más extremista, Avakov o Tyahnibok. Parece ahora que ninguno de los dos, que todos se han ablandado. Aparentemente Gumeniuk fue apartado del batallón inmediatamente, aunque en la práctica está en la reserva; será un proceso largo. Desde Ilovaysk o Debaltsevo se han producido varios ostentosos intentos de disolver las partes más vergonzosas, pero Turchinov, como presidente del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional siempre se opuso y Poroshenko cedió. Por lo que se limitaron a enviar solo reclutas y a cambiar los comandantes en los batallones caídos en desgracia.

Aquí y ahora, pese al escandaloso incidente, se han anunciado nuevos reclutas para el batallón Sich y nadie habla de retirarlos de Avdeevka o de la presa de Kurajovskaya. Continuarán su “heroico” servicio. No hay salida.

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