Perfectamente coordinado con la visita del secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg y solo días antes de la presencia del presidente Poroshenko en la Asamblea General de Naciones Unidas, Ucrania vuelve a traer a la actualidad la situación en Crimea, tema recurrente desde que perdiera el control sobre el territorio en marzo de 2014.
Tal y como ya habían anunciado días antes los dos principales líderes de la comunidad
tártara en Ucrania, el diputado Refat Chubarov y Mustafa Jemilev, activistas acompañados de militantes del Praviy Sektor y otras organizaciones de extrema derecha comenzaron el domingo a bloquear los pasos fronterizos entre Ucrania y Crimea para impedir el paso de cargamento hacia la península como muestra de protesta y de presión a Rusia, a la que acusan de ocupar la península y de violaciones de los derechos humanos de la población tártara.
“La campaña civil pacífica indefinida de nuestros hermanos tártaros de Crimea para lograr un bloqueo comercial ha comenzado”, anunciaba el asesor del Ministerio del Interior Zoryan Shkiryak en su perfil de Facebook, medio habitual de comunicación de las autoridades ucranianas. Activistas y miembros de batallones voluntarios habían bloqueado tres puntos de paso, Chongar, Chaplinka y Kalanchak, creando largas colas de camiones que trataban de acceder a la península. Shkiryak aseguraba además que la situación se encontraba bajo control, ya que se había encargado garantizar la seguridad al batallón Jerson, de las tropas del Ministerio del Interior. Según el informe diario de la misión de observación de la OSCE, alrededor de 50 miembros del Praviy Sektor, del batallón Aidar y de las autodefensas de Maidan bloqueaban el puesto de control instalado. En sus informes de los dos últimos días, la OSCE describe momentos de tensión, pero por el momento no se han producido enfrentamientos graves.
Militantes del Praviy Sektor ya han comenzado a construir barricadas para impedir el paso a los camiones que traten de hacerlo por la fuerza. Se anuncia también que los activistas planean instalar cocinas de campaña y tiendas, para mantener el bloqueo en el tiempo. Activistas y militantes afirman que el objetivo de la protesta es denunciar ante la comunidad internacional las violaciones de los derechos humanos y la represión a la que se ve sometida la minoría tártara bajo las autoridades rusas, aunque algunos de los líderes de la protesta no ocultan que el objetivo real de todas sus acciones en Crimea sigue siendo recuperar la península para Ucrania.
El momento en que comienza este bloqueo, apenas a una semana vista del discurso del presidente Poroshenko en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que se prevé que Crimea sea uno de los temas principales, no puede ser casual. Además de los supuestos abusos de las autoridades rusas contra la población tártara y la falta de libertad de prensa, tema al que medios y gobiernos occidentales recurren habitualmente, las autoridades y activistas nacionalistas ucranianos han advertido en numerosas ocasiones del desabastecimiento que sufren los establecimientos de la península, desmentido desde Crimea por autoridades y residentes.
A pesar de denunciar esa falta de productos en los comercios, Ucrania opta ahora por un bloqueo que según los propios argumentos ucranianos debería empeorar una crisis que ya afirman que es grave. Para evitar una posible crisis humanitaria, desde Ucrania se planea la posibilidad de instalar una serie de puntos en los que se la población de la península podría acceder a productos ucranianos. Se trata de la misma idea de instalar puestos de asistencia humanitaria que las autoridades ucranianas han planteado en numerosas ocasiones instalar en varios lugares a lo largo de la línea de contacto en Donbass. El 24 de agosto en Berlín, en su reunión con Angela Merkel y François Hollande, Petro Poroshenko afirmó que serían instalados el mismo mes de agosto. Como en ocasiones anteriores, esas promesas no se materializaron. Ucrania sigue manteniendo el bloqueo de transporte que implantó el pasado noviembre y con el que pretende ahogar aún más a Donbass, donde el desabastecimiento sí fue un problema el pasado invierno.
En realidad, el desabastecimiento de Crimea es fruto de la propaganda, de la misma forma que el actual bloqueo de los pasos fronterizos entre la península y Ucrania tiene un objetivo propagandístico más que práctico. Al igual que sucedió en Donbass, donde además de suponer un aumento de precios, el bloqueo ucraniano supuso la sustitución de productos ucranianos por productos rusos, el actual bloqueo puede acelerar la desaparición de los productos ucranianos en favor de los que llegan a través del estrecho de Kerch. Los primeros damnificados, los camioneros que tratan de cruzar la frontera, ya reciben las acusaciones de falta de patriotismo de los militantes nacionalistas que les impiden el paso.
Desde Crimea, las autoridades aseguran que se mantiene la calma. Los activistas ucranianos habían anunciado el bloqueo de antemano, lo que ha dado a las autoridades de Crimea tiempo para prepararse. “La situación en Crimea está bajo control”, afirmó el gobernador Sergey Aksyonov. “Se han creado reservas de alimentos y el ferry de Kerch funciona como un reloj. No hay ningún problema. Nos hemos estado preparando durante un tiempo. Hoy tenemos patatas de Kursk y Tula en los mercados. El proceso de sustitución de importaciones continúa”.
Empresarios de Kherson y Nikolaev, provincias ucranianas más cercanas, amenazan con derribar cualquier obstáculo que vean a su paso en dirección a la península. Sus empresas podrían ser las más perjudicadas por un bloqueo a largo plazo que, en la práctica, supondría la pérdida de ese mercado. Con salarios y pensiones que progresivamente se acercan a las de la Rusia continental, la capacidad de consumo de Crimea supera con creces la de Ucrania. Rusia continúa además trabajando en las obras para concluir el puente que debe unir Crimea con la Rusia continental, lo que debería así poner fin a cualquier dependencia de productos ucranianos y también con la especulación de que Rusia pretende invadir una parte del territorio ucraniano para crear un corredor hasta Crimea.
Sin posibilidad de recuperar el territorio por otra forma que no sea la fuerza, batalla en la que Ucrania se enfrentaría al ejército ruso y no a una milicia, como es el caso de Donbass, las autoridades ucranianas se han visto obligadas a limitarse a denunciar la situación en Crimea, no siempre basándose en hechos, y a acciones puntuales que han tenido un efecto limitado. En el último año, Ucrania ha interrumpido en varias ocasiones el suministro de electricidad y agua, lo que ha forzado a Rusia a acelerar el trabajo para garantizar ese suministro desde Rusia.
A pesar de estas acciones de bloqueo, que de tener éxito solo podrían perjudicar la población, Ucrania sigue afirmando querer ganarse a los residentes de Crimea, que semanas después del golpe de Estado del 22 de febrero de 2014 optó por regresar a formar parte de la Federación Rusa. Con acciones como el actual bloqueo, las autoridades ucranianas afirman querer convencer a Crimea de que es Ucrania quien defiende sus intereses, aunque no han conseguido explicar cómo bloquear camiones con productos básicos puede ser vista como un acto que no sea de castigo. Así se plantea también cuando, desde las autoridades o el ejército ucraniano, se habla de la posibilidad de romper completamente las relaciones económicas con los territorios de Donbass fuera del control de Kiev.
Crimea, igual que Donbass, es uno de los argumentos más utilizados por el Gobierno de Poroshenko-Yatseniuk para promover su agenda nacionalista, única ideología que la nueva Ucrania ha conseguido consolidar, y para construir una unidad basada en la lucha contra el enemigo exterior en un momento en que la situación económica podría provocar protestas contra el Gobierno.
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