¿Es Ucrania una colonia moderna?

Las naciones de Occidente prefieren hacer ver que el colonialismo fue erradicado en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Pero quienes saben que es necesario ir más allá de las explicaciones de los ‘ganadores’ occidentales de la Segunda Guerra Mundial comprenden perfectamente que el imperialismo está vivo y coleando. Las constantes intervenciones militares y políticas en América Latina, Oriente Medio y África buscan mantener la hegemonía estadounidense a nivel mundial. Aunque Estados Unidos afirma que estas incursiones en la soberanía de otras naciones se producen con el objetivo de promover los ‘valores universales’, la democracia y la libertad entre ellos, los resultados muestran lo contrario. En lugar de hacer progresar a los países que Estados Unidos (entre otros países) invade, las consecuencias tienden a pasar por habituales baños de sangre y un severo descenso en la calidad de vida de las clases más bajas.

El genocidio cometido por motivos económicos por Estados Unidos en Filipinas (1899-1902) es un primer y poderoso ejemplo de este tipo de intervención. En 1900, un senador estadounidense resumió el punto de vista imperial del momento, que es, en la práctica, el que se ha aplicado desde entonces:

 “Sr. Presidente, los tiempos exigen franqueza. Las Filipinas son nuestras para siempre […] Y justo detrás de las Filipinas están los ilimitados mercados chinos. No nos retiraremos de ahí tampoco […] No renunciaremos a la parte que nos corresponde en la misión de nuestra raza, fideicomisaria, en el nombre de Dios, de la civilización del mundo.

Se ha dicho que nuestra conducta en la guerra ha sido cruel. Senadores, ha sido lo contrario. […] Los senadores deben recordar que no estamos tratando con americanos o europeos. Estamos tratando con orientales”.

Los políticos occidentales de hoy en día renegarían de las comparaciones con las políticas estadounidenses de aquel momento, pero la historia muestra, y los hechos actuales lo confirman, que el imperialismo sigue estando presente. No hay mejor ejemplo de imperialismo estadounidense y occidental en 2015 que la crisis que se ha creado en Ucrania. Las características de la colonización están presentes en todas las fases, desde el completo abandono de los procesos legales y políticos hasta el apoyo occidental a la ideología ucraniana en la guerra contra el este del país.

La explotación de los recursos naturales

Uno de los motores del imperialismo es la necesidad de asegurar el control de los recursos naturales y los recursos humanos con los que se procesan y se transportan a los centros imperiales. El Imperio Británico es una de las mejores muestras de esa explotación, con el traslado desde sus colonias más lejanas hacia Gran Bretaña de  todo, desde caucho a especias y a esclavos, dejando a su paso pobreza y destrucción de la cultura.

Ucrania es rica en suelo fértil, carbón y petróleo, posee la mayor reserva de sulfuro del mundo, la segunda mayor reserva de mercurio o el 5% del hierro a nivel mundial. Muchos de esos recursos se encuentran principalmente en las regiones del conflicto en el este de Ucrania/Donbass. Estos recursos representan los intereses, no solo de Estados Unidos o Europa, sino también los de los oligarcas ucranianos, que han alimentado la guerra y han exacerbado las tensiones culturales. Las reservas agrícolas y de gas natural son especialmente interesantes para las economías americanas y europeas, cuyos recursos naturales decaen de forma exponencial.

En un acto que subrayaba la naturaleza abiertamente colonial de la intervención de Estados Unidos en Ucrania, el hijo del vicepresidente estadounidense fue nombrado miembro del consejo directivo de Burisma, una de las compañías petroleras privadas más importantes del país. De hecho, todo el consejo directivo representa fundamentalmente los intereses económicos occidentales. Todos los miembros fueron nombrados en el momento previo o durante la crisis de Ucrania.

Para comprender el alcance de la explotación de Ucrania es suficiente una ojeada a la web de la Embajada de Ucrania en Estados Unidos, que esencialmente promociona la tierra, bancos e inmuebles ucranianos como si estuvieran en venta. El embajador de Estados Unidos en Ucrania incluso ha publicado un enlace a un artículo de NuWire Investor que explica cómo invertir en la agricultura ucraniana.

La imposición de la cultura occidental

El 4 de julio de 2015, Estados Unidos no fue la única nación que celebró el día de la independencia. En Kiev, miles de ucranianos participaron también en las festividades, algo que no tiene base alguna en la cultura o la historia ucraniana. Para ser un país que tan fervientemente protesta la ficticia agresión rusa contra la soberanía ucraniana, la celebración del día de la independencia estadounidense en Ucrania está cargada de gran ironía. ¿Con qué propósito han destruido los nacionalistas ucranianos su país con tanta pasión? Para ondear la bandera estadounidense, parece ser.

La imposición de la cultura estadounidense en Ucrania se extiende más allá de la decadencia cultural generalizada con la instrucción del ejército y las fuerzas policiales ucranianas. Al igual que alrededor de cuatro millones de soldados que no eran de raza blanca fueron movilizados para luchar por las potencias coloniales en la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos busca continuar su lucha por Ucrania y sus recursos hasta el último ucraniano. No solo se trata de que este entrenamiento viole directamente los términos de los Acuerdos de Minsk, sino que también acerca a Europa a una guerra total contra Rusia.

La situación privilegiada de Ucrania occidental

Con la limitación de derechos humanos y lingüísticos a la población de Donetsk y Lugansk y a gran parte del resto de Ucrania, Poroshenko y sus patrones coloniales han conseguido aumentar las tensiones culturales y étnicas hasta crear un conflicto. Esta táctica colonialista ha derivado en una guerra civil que ha destruido Ucrania como nación unitaria y ha permitido que resurja el fascismo como fuerza política y militar. Además de esto, el bloqueo económico y militar de Donbass ha creado una crisis humanitaria que parece inspirarse en las tácticas de castigo utilizadas por los poderes coloniales en la India o África contra la población discordante.

Se ha concedido un estatus privilegiado a Ucrania occidental principalmente para calmar a los poderosos líderes fascistas que provienen de esas regiones. Esos líderes incluyen a Andriy Biletsky, líder de Patriotas de Ucrania, cuyas declaraciones podrían perfectamente ser parte de las discusiones nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

 “Nuestro cuerpo Nacional debe estar con la limpieza Racial de la Nación. Y entonces, el sano cuerpo racial hará revivir el Espíritu Nacional y con él la cultura, la lengua y todo lo demás”

“Además de la cuestión de la pureza, también debemos prestar atención a la cuestión del valor de la Raza. Los ucranianos son parte (una de las partes más grandes y de más valor) de la Raza Blanca Europea.”

“La misión histórica de nuestra nación en este momento crítico es liderar a las Razas Blancas de todo el mundo en la última cruzada por su existencia.  La cruzada en su contra está liderada por el semitismo subhumano.”

El deterioro de la calidad de vida de las clases bajas

Mientras los oligarcas se han beneficiado de servir a sus patrones europeos y norteamericanos, las condiciones de vida de las clases más bajas se han deteriorado considerablemente en comparación a las existentes antes del golpe de Maidan. En abril de este año, la tarifa del gas natural aumentó un 285% y en mayo, la tarifa del agua aumentó un 71%. En 2014, la prensa ucraniana afirmó que hasta un 30% de ucranianos no podían permitirse pagar las facturas de servicios básicos con el aumento de los precios de alimentos y de las medicinas hasta un 200%. Los ya empobrecidos segmentos más bajos de la sociedad ucraniana se han visto sometidos a niveles draconianos de pobreza y miseria instigada por el Estado. Finalmente, la clase obrera se enfrenta a una situación que se complica por momentos debido a los impagos de salarios en sectores importantes como la industria o la minería.

A medida que las condiciones de vida de los ucranianos se deterioran, oligarcas como Poroshenko ven cómo su riqueza aumenta. Pese a las promesas de deshacerse de sus principales propiedades para concentrarse en recuperar la prosperidad de Ucrania, la riqueza personal de Poroshenko se ha multiplicado por tres desde su llegada al poder. Su papel como títere de Estados Unidos ha dado sus frutos para el presidente y, a medida que el papel de Ucrania como colonia de Estados Unidos se consolide, la riqueza de la oligarquía solo puede aumentar.

El papel de  los funcionarios extranjeros en Ucrania

Puede que el signo más evidente del estatus de Ucrania como colonia moderna sea la presencia de extranjeros en el Gobierno y en consejos asesores. La ministra de Finanzas es estadounidense; el ministro de Economía, lituano; el ministro de Sanidad, georgiano. Todos ellos recibieron la ciudadanía horas antes de recibir sus cargos en el Gobierno ucraniano.

Más recientemente, el expresidente de Georgia Mikhail Saakashvili, reclamado por la justicia de su país, ha sido nombrado gobernador de la region de Odessa. Por si el nombramiento de un fugitivo extranjero para gobernar Odessa, una ciudad culturalmente rusa, no era lo suficientemente polémico, Estados Unidos ha anunciado que pagará directamente su salario.

Saakashvili tendrá que trabajar horas extra, ya que es también el líder del Consejo Asesor Internacional de Ucrania. En este cargo trabaja junto al sueco Carl Bildt y otros políticos similares europeos. John McCain fue invitado, pero las normas del Senado estadounidense le obligaron a declinar la invitación, para disgusto de Poroshenko y Saakashvili. El consejo asesor está autorizado a informar directamente al Comité de Política Exterior del Senado de Estados Unidos en temas como la ‘agresión rusa’.

Ucrania soberana

El estatus de Ucrania como nación soberana ha quedado anulado, no por Rusia como informa la prensa, sino por Estados Unidos y Europa. Todos los aspectos importantes de la política, de la cultura y de la sociedad ucraniana han sido externalizados o simplemente han sido arrasados por los intereses occidentales. El pueblo ucraniano ha quedado apartado en puestos al servicio de los ejércitos, corporaciones o ambiciones geopolíticas de Occidente. La abierta colonización ha quedado eclipsada por los ya repetitivos llamamientos a proteger la soberanía ucraniana por parte de las mismas personas que han hecho todo lo posible por destruirla.

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