sábado, 18 de abril de 2015

Pervomaisk, símbolo de la guerra

Alexey Gregorevich Stajanov fue un famoso y gran minero de la época soviética. Campeón de la extracción de carbón, entre sus éxitos y records más recordados está el de haber extraído en apenas seis horas 205 toneladas de carbón en 1935. Stajanov se convirtió en un ejemplo y en un símbolo del primer estado socialista y por eso fue nombrado héroe de la Unión Soviética. Alexey murió en 1977 y su ciudad, Kadievka, tomó el nombre de Stajanov.

Brianka, Stajanov y Pervomaisk forman el corazón industrial de Lugansk. Camino a Pervomaisk, a la entrada de Stajanov, nos dan la bienvenida símbolos cosacos, un blindado y una batería antiaérea. Estamos en territorio cosaco.

Hoy en día, la ciudad forma parte de la República Popular de Lugansk y ahí el regimiento cosaco de Pavel Dremov es dueño y señor. Nos encontramos en una “república autónoma” basada en la historia rusa y la influencia de la clase obrera en la que, a pesar de formar parte de la RPL, rigen las leyes cosacas.

Pervomaisk y Stajanov se han convertido en símbolos de este conflicto. Cuando ya ha pasado un año, los duros bombardeos sufridos por las dos ciudades las han convertido en símbolo del orgullo y la resistencia de Lugansk.

La alcaldesa de la ciudad, Olga, cuenta que el ejército ucraniano bombardeó la mina más importante de Pervomaisk hace tan solo un par de días. Desde el asesinato de su marido, esta mujer ha recogido la alcaldía y también la responsabilidad de sacar la situación adelante.

Pervomaisk es una ciudad destrozada. Además de haber destruido las minas y la zona industrial, el ejército ucraniano ha cometido crímenes de guerra contra la población civil. A causa de los bombardeos, la ciudad ha pasado de sus 45.000 residentes habituales a escasos 8.000. Hoy, aunque numerosos residentes han regresado a sus casas, la destrucción es evidente: el 85% de los residentes han perdidos sus viviendas y para paliar el hambre de la población se han puesto en marcha numerosas iniciativas sociales con apoyo de Rusia o de la Cruz Roja.

“No queremos guerra”, nos dice una adolescente de 14 años que encontramos por la calle. “Hay que solucionar los problemas políticos por medio de negociaciones y acuerdos” dice convencida. La mayor parte de sus amigos de Pervomaisk han tenido que marcharse, huyendo de los bombardeos ucranianos.

Mientras la guerra continúa, la vida de la gente local sigue adelante y frente a la estatua de Lenin es cada vez más grande el montón de restos de armas ilegales utilizadas por el ejército ucraniano.

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