miércoles, 11 de febrero de 2015

La autonomía de las regiones del Donbass

Diversas son las cuestiones que se están abordando estos días en las negociaciones entre las partes en la cuestión ucraniana, una de ellas la arquitectura de seguridad para Europa, con la extensión o no de la OTAN hacia el este y el papel de Rusia en esa arquitectura. Pese a que la diplomacia y la prensa han tratado de mantener este tema eclipsado, la cuestión relativa al futuro status de Donbass y la posibilidad de una autonomía política para la zona es también una cuestión en juego estos días. Una de las partes clave de la negociación se centra precisamente en lo que podría significar esa autonomía.
Desde una posición favorable a la federalización, la posición rusa actual pasa por consolidar una autonomía fuerte para Donbass aunque aceptando su integración en Ucrania. Esa ha sido la opción preferida para Rusia desde el inicio del conflicto político el pasado abril. Rusia no apuesta por la independencia sino por la conversión de las regiones de Donetsk y de Lugansk en regiones autónomas. Rusia exigiría, sin embargo, que la propuesta de autonomía se consolidara a través de una reforma constitucional.

En declaraciones a Fox News, George Friedman, fundador de la empresa de inteligencia privada Stratfor, resume de la siguiente forma la posición de Vladimir Putin: “Lo que él quiere sobre todo en el este de Ucrania, que es principalmente ruso, es que le sea dada una autonomía, como dicen, ‘similar a la que tiene Quebec, no les estamos pidiendo que dejen Ucrania, pero que sea una región autónoma’… si no lo consigue, [Putin] se va a ver enfrentado con una situación … en la que es difícil para él no hacer algo”.

En los últimos meses, el Presidente de Francia, François Hollande, ha sido el líder europeo más receptivo a las peticiones rusas, posicionándose con claridad a favor de ese planteamiento autonomista en fechas recientes. El día 7 de febrero, en un contacto con periodistas de France 2, Hollande reconocía pensar en una autonomía fuerte para los territorios del este de Ucrania. “Esas gentes se han hecho la guerra. Será difícil hacerles compartir una vida en común”, señalaba entonces el Presidente francés para justificar su apuesta.

La posición de Alemania ha sido más matizada. Hasta mediados de enero, al menos, la posición de Angela Merkel se ha caracterizado por un progresivo endurecimiento, exigiendo el cumplimiento íntegro de los acuerdos de Minsk. Sin embargo, esa postura ha cambiado de forma repentina, quizás como consecuencia de la derrota del Ejército de Kiev en el aeropuerto de Donetsk y de la contraofensiva de las milicias. Algunas fuentes explican el cambio por el temor de Alemania a una derrota de las fuerzas ucranianas que pudiera traducirse en un avance de las milicias más allá de las fronteras de Donbass.

Angela Merkel, por otra parte, no se ha manifestado en ningún momento en público a favor de la autonomía para el Donbass. Ha insistido en cambio en la defensa de la integridad territorial ucraniana y en el derecho a la autodeterminación, entendido como defensa del derecho del pueblo de Ucrania a organizar su país al margen de injerencias externas. Lejos de ser un planteamiento favorable a la autonomía política de las minorías, se trata de una defensa del derecho de la mayoría a imponer su modelo político a esas minorías.

Sin embargo, la acción conjunta de Merkel y Hollande sí refleja una posición potencialmente favorable en la Unión Europea a la autonomía política del Donbass. La defensa de una mayor autonomía para el Este de Ucrania, además de una protección especial para la lengua y la cultura rusa y algún tipo de autonomía fiscal local, formaría así parte del plan de paz que han promovido.

La apuesta autonomista alemana era mencionada por el Süddeutsche Zeitung. Este periódico de Múnich, habitualmente bien informado, incluso señalaba la posible extensión de la autonomía a un territorio más amplio que el previsto en los acuerdos de Minsk. Berlín, sin embargo, ha tratado de desmarcarse de lo señalado en el periódico alemán.

Algunos analistas políticos, por ejemplo John Bachelor en la página norteamericana de Al Jazaeera, consideran que Poroshenko podría aceptar estos planteamientos autonomistas. Sin embargo, al menos hasta hoy, la posición de Ucrania ha consistido en señalar que el reconocimiento político de las autoridades del Donbass no era negociable. Algunas propuestas recientes de Poroshenko parecen centrar el status special del Donbass, además, en aspectos económicos y no políticos. A primeros de enero, el Presidente ucraniano hablaba así de una zona de libre comercio para Ucrania, abierta a Rusia.

Ucrania piensa a lo sumo en alguna modalidad limitada de autonomía local. En una entrevista a France24, Poroshenko señalaba así que las regiones de Donetsk y Lugansk ya disponían de un estatus especial que les permitían tener un gobierno local.

Tras la visita de Merkel y Hollande a Kiev a primeros de febrero, el secretario de prensa de Poroshenko, Sviatoslav Tseholko se apresuró a señalar que la cuestión de la federalización no formó parte del debate entre los mandatarios. Tseholko recalcó en sus declaraciones que “Ucrania era, es y será un estado unitario”. El jefe del Gabinete de Poroshenko, Valery Chaly, realizó declaraciones similares, negando él también que se hubiera considerado el proceso de federalización. Estas declaraciones reflejan la firme oposición de Ucrania a todo reconocimiento político del Donbass.

Al referirse a la constitucionalización de la autonomía propuesta por Putin, Poroshenko señaló algunos días más tarde, en la Conferencia de Munich, que “no se puede jugar con la Constitución” y que sabía de antemano cuál sería el resultado de un referéndum nacional sobre la concesión de la autonomía al Este. Aunque, al mismo tiempo, la posibilidad de un referéndum en Ucrania sobre la autonomía de Donetsk y Lugansk podría acercarle a un acuerdo que le permitiera ganar tiempo y rearmarse en el futuro, con apoyo de Estados Unidos.

Autonomía local y respeto los derechos lingüísticos de la población de habla rusa son, en todo caso, el marco al que se limita Kiev, en la línea que Ahtisaari ya trató de imponer en el norte de Kosovo a la población serbia.

Esta posición cuenta sin duda con el beneplácito de Estados Unidos. El ya mencionado John Bachelor señala de hecho que lo que aleja a Poroshenko de Europa son los mensajes procedentes de Estados Unidos de que la Administración de este país acabará apoyando a Ucrania para defenderse de Rusia. Según Bachelor, el Presidente Obama apoya la presencia en el este las unidades militares que mantienen la presión contra el Donbass. “Aquí, cuando empieza el año, el obstáculo para la estabilidad en Europa es un Washington que no va del brazo con sus aliados”, señala al referirse a la divergencia de estrategia con los líderes europeos.

En los últimos conflictos territoriales en los que ha intervenido en el mundo, Estados Unidos ha defendido una estrategia de negación de los derechos de las minorías a la autonomía política. El ejemplo más palpable es la apuesta por el modelo centralizador en Kosovo, por completo opuesto a la autonomía política territorial de los territorios de mayoría serbia.

En cuanto a Alemania, es poco probable que este país mantenga una línea autónoma frente a Estados Unidos en el conflicto ucraniano. En los principales conflictos territoriales en el escenario europeo, la posición final de Alemania siempre ha acabado reflejando el tipo de relación de dependencia que es consecuencia de la tutela que Estados Unidos mantiene de facto sobre ese país tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. La primacía de la opinión estadounidense en los conflictos geopolíticos en los que están implicados los aliados de la OTAN ha quedado de nuevo evidenciada en la reciente reunión entre Merkel y Obama.
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En estas condiciones, sería una sorpresa que la Ucrania de Poroshenko se aleje de la posición que le recomienda Estados Unidos. Su estrategia será ganar tiempo, defender formas locales de autonomía que no impliquen el reconocimiento de la existencia política del Donbass, desmilitarizar a las milicias y controlar las fronteras para evitar la interrelación de los rebeldes de Lugansk y Donetsk con Rusia.

Estos objetivos chocan con las pretensiones de las milicias rebeldes, centradas en el fin del bloqueo económico y en la consecución de una independencia política total o casi total. Pero su capacidad de imponer su programa es limitada, en especial ante el compromiso de Vladimir Putin con la permanencia del Donbass en Ucrania.

Desde la perspectiva rusa, una alternativa podría consistir en consolidar el alto el fuego y establecer una zona desmilitarizada, acompañada de una clara delimitación de la línea de demarcación. Esta solución permitiría evitar la escalada del conflicto, dejando temporalmente aparcada la solución definitiva para el status del Donbass. Según el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma, Konstantin Kosachev, un conflicto congelado sería preferible a la continuación de las hostilidades.

Esta posición podría ser aceptable en estos momentos para la Administración de Estados Unidos que piensa que, a largo plazo, la política de sanciones acabará debilitando a Vladimir Putin. Ganar tiempo beneficia además a un Presidente Obama que no necesita nuevos frentes de intervención militar y al que interesa traspasar el expediente ucraniano a la nueva Presidencia del país. Si la opción electoral demócrata es Hillary Clinton, sea cual sea el contrincante republicano, quedará entonces asegurada la victoria de los defensores del maximalismo.

Todos los escenarios hacen así pensar en una nueva tregua sin verdaderas soluciones políticas a corto plazo.

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Las perlas del último viaje de Merkel a Estados Unidos.

La visita de Merkel a Obama deja, en cualquier caso, algunas perlas políticas para la historia. El País recoge por ejemplo las siguientes declaraciones respecto al conflicto en Ucrania:

“Seguimos implicados en una resolución diplomática de este tema, pero mientras siguen los esfuerzos diplomáticos esta semana, estamos totalmente de acuerdo en que en el siglo XXI no podemos permitir que las fronteras de Europa se redibujen a punta de pistola”, dijo Obama. “Como europea, sólo puedo decir que, si renunciamos al principio de la integridad territorial de los países, entonces no seremos capaces de mantener el orden pacífico que hemos logrado alcanzar en Europa”, coincidió Merkel.

Obama ni Merkel esconden deliberadamente que ese tipo de discurso dejó de tener sentido cuando sus Estados forzaron la ruptura de Serbia, imponiendo por la fuerza a los serbios de Kosovo la pertenencia a otro Estado. Puede acusarse de muchas cosas a Chamberlain o Daladier pero al menos ellos garantizaron, hasta donde pudieron, el derecho de los territorios de mayoría checa a no integrarse en la Alemania nazi.

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