miércoles, 5 de marzo de 2014

UCRANIA: Visible guiño externo

Todavía no es posible pronosticar las secuelas de la crisis para el país, ni tampoco su alcance internacional

A lo largo de las últimas semanas se veía venir el empeoramiento de las condiciones políticas en Ucrania. Puede que haya sido por la impetuosa ayuda foránea a las fuerzas en conflicto, que aceleraron la crisis, o también tuvo que ver un poco la actitud asumida por el presidente depuesto, que muchos definen como indigna.

Analistas europeos estiman que, en su estrategia de cerco a Rusia, e incómodo por el poderío nuclear de esta, Occidente ha incentivado a los extremistas que sembraron el caos, abriendo la puerta a la onda de barbarie. Una filtración reciente demostró que los norteamericanos invirtieron cinco mil millones de dólares en el fomento de la agitación en esa nación.

Casi sin tiempo para asimilar los sucesos, se firmó un acuerdo entre el presidente Yanukóvich y la oposición, pero seguidamente este salió de la ciudad. El Parlamento lo destituyó, al igual que al presidente de la Rada (Cámara de diputados), y nombró a Alexándr Turchinov, un hombre que fue la mano derecha de Yulia Timoshenko y que, como esta, pertenece a la formación Batkívshina (Patria), la principal agrupación rival, cercana a Occidente.

A la vez convocaron a comicios para el próximo 25 de mayo. Todos estos cambios y la caída del mandatario fueron posibles por la deserción de unos 41 legisladores del grupo liderado por Yanukóvich, el Partido de las Regiones.

Incluso divulgaron un mensaje en el cual lo culpan, con sus más estrechos colaboradores, del estado en el que se encuentra el país. Por supuesto, liberaron de inmediato a la ex primera ministra Yulia Timoshenko, declarada culpable de abuso de poder y corrupción en octubre de 2011 y sentenciada a siete años de cárcel. El regreso de esta mujer a la política supone montones de potenciales conflictos, opinan multitud de observadores en Kiev.

En realidad, los iniciadores de esta crisis, que dicen ser representantes de la población, en su fuero interno no buscan un modelo político y económico más justo para su país. Según la opinión generalizada de los comentaristas, más bien ha sido un traspaso de poder entre oligarquías. Las que tomaron el mando ahora prefieren mayor acercamiento a Europa y Estados Unidos.

Presurosas, las nuevas autoridades solicitaron una inminente ayuda financiera, principalmente al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la Unión Europea (UE), quienes, acorde con su concepción, condicionaron los créditos a reformas estructurales en ese país. Y eso forzosamente va a establecer ajustes graves para las grandes mayorías en Ucrania.

A esta altura del camino el panorama sigue explosivo. El fascismo actúa como poder real en un país que vive una situación de caos político y social. Opinaba al respecto Miguel Urbano Rodrigues, escritor, periodista y pensador portugués, que una ola de anticomunismo salvaje barre a gran parte de Ucrania.

En la capital y las ciudades de la región occidental, organizaciones de extrema derecha practican crímenes abyectos, ante la pasividad de Ejército y Policía. Bandas de esa escoria humana asaltan y destruyen sedes del Partido Comunista, exigen la expulsión de rusos y judíos, la ejecución sumaria de adversarios políticos, invaden la Rada (Parlamento) y retiran de allí y humillan a diputados que los critican.

Por su parte, el Partido Comunista Ucraniano lanzó la alerta de que las manifestaciones de protesta de las masas no adquirieron el carácter de confrontación de clases. Esa lucha cruenta se ha producido entre los dos grupos de la misma clase de explotadores, la burguesía oligárquica, de los cuales el mejor preparado ha resultado el que se ha unido a las fuerzas pro occidentales, nacionalistas de ultraderecha que supieron hábilmente utilizar el descontento de la gente y con su ayuda consumar un golpe de Estado.

En todo caso, el hecho no solucionó los problemas económicos de un territorio al borde de la bancarrota. Más bien provocó nuevas escisiones y luchas entre los golpistas. Por tanto, lo único que en el presente puede augurarse es que las perspectivas de Ucrania están saturadas de enigmas.


Por MARTA G. SOJO (internacionales@bohemia.co.cu )

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