Por: Rasul Gudarzi
“Estados Unidos, tu tiempo llegará, te haremos sangrar hasta la muerte, y si Dios quiere izaremos una bandera en la Casa Blanca”, rezan algunas de las declaraciones ofrecidas a Vice News por los terroristas vinculados a Al-Qaeda que operan contra el gobierno de Damasco. Además advirtieron que la guerra de Siria se extendería hasta el Reino Unido y EE.UU.
Patrocinadores de terroristas caen en su propia red
“Cuando la Unión Soviética invadió Afganistán, tuvimos esta brillante idea de ir a Paquistán y crear una fuerza de muyahidines o milicianos, los equipamos, les dimos misiles y todo lo demás, para que se enfrentaran a los soviéticos en Afganistán; tuvimos éxito. Los soviéticos se retiraron y dejamos a estos fanáticos milicianos entrenados y bien armados en territorio afgano y en su vecino Paquistán”, así afirmaba la anterior secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en una entrevista concedida a Fox News, cuando confesó que su país es el creador de Al-Qaeda. No obstante, no sabía que tal brillante idea, algún día, les afectaría a ellos mismos.
En un principio, la estrategia fue de gran utilidad para EE.UU. y sus aliados, quienes bajo el pretexto, urdido por ellos mismos, de luchar contra el terrorismo invadieron varios países como Afganistán, Irak y Malí. Si nos fijamos bien, los padres de Al-Qaeda habían pensado cada detalle del plan, es decir, programar dónde y cuándo fundar el grupo armado. Se creó en Oriente Medio, una región con una considerable cantidad de recursos naturales y habitada por pueblos musulmanes que conforman las dos principales ramas de esta religión: chiíes y suníes, que siempre han mantenido divergencias entre sí, a causa de las intrigas de los enemigos del Islam. Sus actividades se vieron incrementadas, en especial en momentos en que la ideología del Islam y su alcance estaban a punto de extenderse a otros países, en gran medida gracias al triunfo de la Revolución Islámica de Irán.
Por esta razón, se dedicaron a llevar a cabo atentados terroristas basados en difundir la cultura de la división religiosa, y convertir ciertas malinterpretaciones en profundas incompatibilidades ha sido la base fundamental de las tareas de este organismo, la mejor excusa empleada por la Administración estadounidense a la hora de intervenir en otros países.
El ejemplo más reciente es el tema de Siria. Cuando comenzaron los disturbios y las protestas en el país árabe, resaltó una vez más el rol de los extremistas salafistas, quienes gracias al apoyo logístico de los occidentales y de algunos países de la región organizaron una lucha a gran escala contra el Gobierno del presidente sirio Bashar Al-Asad. Todo esfuerzo posible para derrocar a Al-Asad se ha hecho, tales como recurrir al uso de armas químicas contra civiles, secuestrar a inocentes y causar enormes daños a la infraestructura del país. Ahora, si bien este grupo no tiene el poderío necesario para enfrentar al Gobierno de Damasco, cuenta con armas y equipamientos que les han sido entregados por los propios patrocinadores.
Teniendo en cuenta su ideología de extender un islam radical que no acepta otras religiones, sería un gran peligro para el régimen de Israel y los países de la región, e incluso para el propio EE.UU. y el Reino Unido, sobre el cual un miembro de este grupo manifestó su voluntad de que se convierta en un Estado musulmán.
¿Arabia Saudí, involucrada en esta amenaza terrorista?
Luego de que EE.UU., Francia y el Reino Unido renunciaran a su decisión de lanzar una guerra contra Siria, el país saudí recurrió a una medida que puso de manifiesto su rabia por esta actitud de Occidente y renunció al puesto de miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, a pesar de haber sido un deseo que mantenía durante 15 años. Además lanzó sus más duras críticas contra esta organización, calificándola de incapaz de resolver los conflictos existentes. Justo después del anuncio oficial de su decisión, salió el video de una amenaza contra EE.UU. y su aliado británico.
Cabe mencionar que Arabia Saudí había planeado pagar todos los gastos de un ataque contra Siria y, junto con Catar, está brindando un gran apoyo logístico y financiero a los rebeldes en el país sirio; así que es fácil de comprender que los terroristas cumplirán con los deberes que les dictan sus patrocinadores. Por lo tanto, parece lógico que Riad se aproveche de los terroristas solo para advertir a EE.UU. y a sus aliados de que cambien de actitud o, aunque resulte poco probable, lanzarán una guerra contra ellos. Esta idea es probable (improbable o poco probable), debido a que Arabia Saudí se ha visto solo en la región, dada la situación en Siria y la posibilidad de una cercanía entre Irán y Occidente.
¿Maniobra política o verdadera amenaza?
Tal como mencionábamos al principio, esta amenaza podría formar parte de las maniobras políticas de Occidente para lanzar otra guerra bajo el peligro de una amenaza tan seria. La cuestión de las armas químicas fue una buena idea para desatar la campaña bélica contra Siria, pero cuando Damasco aceptó dejar sus arsenales nucleares bajo supervisión de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, OPAQ, prácticamente la opción quedó eliminada, por lo que hizo falta recurrir a otro pretexto, y este mensaje terroristas proporciona a Occidente una alternativa para llevar a cabo su plan, si la Conferencia de Ginebra II no tiene los resultados esperados. Desde luego, si habrá guerra, no se producirá en un futuro inmediato, sino más bien es un proyecto detallado y pensado que tendrá lugar a largo plazo, cuando haya más amenazas de este tipo que convenzan a la opinión pública que se trata de un hecho real.
No obstante, hay que ver a posteriori cuáles de estas opciones se materializarán.
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