El pasado 11 de septiembre, Amaya fue desahuciada de su vivienda en Madrid, con la presencia de decenas de policías, al no poder hacer frente al alquiler. Una semana antes, Amaya había pedido a la empresa de telemarketing dónde trabajaba, Konecta, un cambio de turno para poder estar presente en su desahucio.
La respuesta de su coordinadora fue: "no creo que sea posible, aunque ya eres mayorcita y conoces tus responsabilidades. Ese día no puedes faltar". La mujer, de 31 años, se enfrentó a su desahucio con un doble temor. Podía perder la casa y el trabajo.
A pesar del apoyo popular, la toma del barrio por parte de la policía desde la madrugada permitió el desahucio. Amaya acabó psicológicamente rota, y el médico de cabecera le dio unos días de baja para recuperarse.
El viernes 25, Amaya fue despedida por acumulación de faltas. La carta de despido señala el día de su desahucio y los posteriores como el motivo de la extinción del contrato, aunque la empresa reconoce que las ausencias están justificadas por los informes médicos. Pero la última reforma laboral le permite despedirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Añade tu opinión sobre este artículo