domingo, 15 de noviembre de 2015

La dimisión de Yarosh y el futuro del Praviy Sektor

Los extremistas ucranianos han entrado en un periodo de caos y confusión. Esta semana, Dmitro Yarosh, hasta ahora líder indiscutible del Praviy Sektor (que Rusia considera organización terrorista) ha anunciado su dimisión. Al explicar los motivos, Yarosh ha aludido a la necesidad de seguir un tratamiento de larga duración a causa de lesiones sufridas y al hecho de que se han
producido fuertes desacuerdos con otros miembros de la organización nacionalista radical. El propio Yarosh explicó que ha sido víctima de las intrigas de su círculo más cercano.

Pero a juzgar por las declaraciones de todas las partes implicadas, solo se trata de un golpe a nivel formal. Yarosh ya no controlaba el Praviy Sektor. Era la cara del partido, una especie de símbolo del movimiento para la propaganda, pero ya no lideraba ni guiaba el partido de forma oficial. En la última conferencia, el partido eligió a los comandantes y líderes regionales. Yarosh fue elegido para el papel de “guía”, una especie de presidente honorífico en términos prácticos. Y Yarosh no quería ser un líder de papel.

Muchos analistas han explicado la revolución interna en el Praviy Sektor se debe a la duda de los extremistas de qué hacer ante la posibilidad del final de la guerra en Donbass. Los miembros más radicales no están satisfechos con las opciones que Kiev les ha presentado: integrarse en el SBU o en el ejército o en la vida política como un partido más. Exigen una nueva revolución para acabar con Petro Poroshenko, que en su opinión no difiere en exceso de Viktor Yanukovich. En su réplica a las delaciones de Yarosh, los líderes del “golpe” del Praviy Sektor abiertamente afirman: “La conferencia también desarrolló la dirección del partido, basada en el reconocimiento del régimen  de Poroshenko como mafioso y la aceptación de que solo existe la alternativa revolucionaria para la lucha. Debemos reforzar nuestro movimiento y prepararnos para la confrontación contra las fuerzas hostiles. Y para ello es necesario librarnos de agentes del enemigo y personas que se han alejado del pensamiento y actuación nacionalista”.

En este contexto, Yarosh es prescindible. Su deseo de ocupar dos asientos no podía durar mucho. Liderar a los extremistas mientras disfrutaba de los beneficios de ser miembro del Parlamento ha resultado ser incompatible tanto para las autoridades como para los extremistas. En los últimos meses, Yarosh ha declarado que el Praviy Sektor estaba dispuesto a integrarse oficialmente en los cuerpos de seguridad del Estados, alegando que el Gobierno estaba dispuesto a continuar la revolución si ellos entregaban sus armas.

La situación es similar a la de hace un año y medio. La situación en Donbass se complicó semanas antes de que comenzara la guerra. Los militantes radicales del Praviy Sektor acusaron entonces a las autoridades de indecisión y exigían que se hiciera lo necesario para “liberar” Donbass.  Las autoridades callaron y los extremistas formaron el batallón Nazi Azov, ahora parte del Ejército Ucraniano.

El Praviy Sektor continúa siendo un grupo armado formado por varios miles de radicales armados que operan por su cuenta. Desde hace tiempo, Occidente exige a Kiev que someta a estos grupos al control del Estado. Así lo demostró el sangriento episodio de Mukachevo, en la región de Transcarpatia. Según algunas versiones, los extremistas trataron de tomar el control del contrabando, lo que derivó en un violento enfrentamiento. Los militantes, que asesinaron a un hombre y dispararon contra las fuerzas de seguridad, nunca se rindieron y desaparecieron entre los bosques de Transcarpatia. Kiev se vio obligado a aceptar la falta de control sobre los extremistas porque eran útiles en la guerra en Donbass. Pero en la vida civil, son innecesarios y peligrosos.

El “camino europeo” ha llevado a Ucrania a la crisis y al borde del colapso económico, por lo que los miles de radicales armados son peligrosos para las autoridades en el poder. Así que antes o después, Kiev tendrá que actuar para controlar a esos radicales, como ya comenzara a hacer el año pasado. Primero apartó a los líderes del incontrolado batallón Aidar y lo integró en su ejército, a la vez que iniciaba procedimientos criminales contra sus comandantes. Después acabó con el batallón Tornado, que había cometido torturas en Donbass. Más adelante detuvo a algunos de los miembros más radicales de Svoboda, que habían causado enfrentamientos frente al Parlamento. En aquel momento, el lanzamiento de granadas costó la vida a varios miembros de la Guardia Nacional. Después llegó el turno del Partido Radical de Oleh Lyashko. A pesar de ser miembro del parlamento, el radical Igor Moiysichuk fue detenido. Acusado de corrupción, el parlamento rápidamente le retiró la inmunidad parlamentaria.

El Praviy Sektor ha resultado ser más complicado. Hasta hace no tanto, solo aceptaba integrarse en las unidades militares como grupo independiente. Y la percepción de haber sido la fuerza principal de la revolución de Maidan hacía imposible para las autoridades acabar directamente con este grupo extremista.

Algunos analistas indican  que la lucha de poder ha dividido al Praviy Sektor e indican que el Gobierno ha tenido algo que ver en ello. Cómo, aún no está claro. Pero los beneficios son evidentes. Por una parte, sin Yarosh los extremistas pueden radicalizarse incluso más contra Kiev. Por otra parte, perderá también parte de su imagen y de su financiación, principalmente proporcionada por el oligarca Igor Kolomoisky, que también ha caído en desgracia, lo que hará más vulnerable a la organización y hará posible calificar los actos de los extremistas como crímenes e ir apartándolos gradualmente.

No es ningún secreto que el apoyo al Praviy Sektor en Ucrania se debe principalmente a la propaganda. Curiosamente, en los enfrentamientos de Maidan, el Praviy Sektor fue el grupo que menos militantes perdió. Provocó una sangrienta batalla, pero apenas  participó en ella. Consiguió su base de apoyo a base de propaganda y de cobertura en los medios de comunicación. Lo mismo ocurrió en la guerra en Donbass. Solo se empezó a habar del Praviy Sektor a principios de este año, en el momento álgido de la batalla por el aeropuerto de Donetsk. Entonces Dmitro Yarosh se convirtió en la cara de la maquinaria de propaganda de los radicales.

Con su abandono, si es que este se confirma definitivamente, el Praviy Sektor perderá a los más moderados, publicidad y financiación. Sin eso, los radicales se encontrarán más alejados del poder y se enfrentarán a un dilema: entregar las armas para integrarse en los organismos oficiales del ejército o tomar el camino más difícil y planear una nueva revolución. En ese caso, las autoridades no durarán en explicar a la población que no se enfrentan a revolucionarios sino a criminales comunes. Esa es la estrategia de Poroshenko, que gradualmente acumula poder, autoritario y absolutamente sometido a Occidente.

Slavyangrad

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