jueves, 10 de septiembre de 2015

Debaltsevo: el miedo no ha desaparecido

La sangrienta batalla del cerco de Debaltsevo, hace ahora unos siete meses, ha dejado un rastro de destrucción y de profundas heridas. Los residentes y los miembros de la unidad comunista, que lucharon aquí, recuerdan. “Sin nada de agua, sin luz, sin medicamentos” – una residente de Debaltsevo recuerda los
terribles días en el refugio.

El edificio de la administración del ferrocarril en el Distrito 8 de Marzo está en ruinas, completamente quemado. Algunos golpes de artillería han abierto grandes agujeros en los muros de mampostería. Trozos de cristal han caído de las ventanas rotas. Es difícil de imaginar que haya gente viviendo ahí. Pero, de repente, en la escalera aparece una mujer mayor. En medio de los escombros, sentada en una silla rota y enfundada en una bata de andar por casa, lee un libro. Estas ruinas son su sala de estar, dice. La jubilada perdió su casa durante la batalla en febrero. Nos señala el sótano del enorme edificio, convertido en refugio nuclear durante la era soviética. “De vez en cuando hay tiros. Al anochecer, viene gente a pasar la noche. Muchos todavía tienen mucho miedo“.

Y tienen todo tipo de motivos para tener miedo. Todavía hay riesgo de fuego de mortero, especialmente durante la noche. “Debaltsevo está situada en el frente. En teoría, todo puede volver a empezar en cualquier momento“, aclara Alexei Markov, comisario político de la Unidad de Voluntarios Comunistas 404 de la brigada Prizrak. La unidad está subordinada a la República Popular de Lugansk y luchó en esta sección. “Ha habido repetidos intentos por parte de la parte ucraniana de romper las defensas” Sus posiciones no están muy lejos. No existe en este lugar una línea de demarcación delimitada de manera precisa.

La mujer mayor se mueve lentamente apoyándose en sus dos bastones por las habitaciones mal iluminadas del búnker. En las paredes se ven el símbolo de la Brigada Prizrak y lemas como “El Donbass es la Fuerza”, una de las muchas señales de que hace unos pocos meses se combatió vigorosamente por cada milímetro de tierra. Se pueden encontrar sofás preparados de manera provisional, sucios en casi todos sus rincones. Los trapos y las toallas sirven de colchas. Ahí no hay agua corriente pero los residentes locales que aún quedan, y que a menudo buscan refugio aquí cuando la situación de seguridad se hace particularmente tensa, aprovechan la instalación.

Durante la batalla, en el invierno, entre 50 y 150 personas, incluyendo bebés, vivieron y sobrevivieron en el refugio. “Uno acababa de nacer cuando su madre vino con él“. Hubo muchos heridos – las condiciones eran devastadoras. “Una vez no pudimos salir durante tres días“, dice la mujer, rompiendo a llorar de nuevo.

“Lo que se me ha quedado grabado de forma todavía insistente en la memoria, como la lucha y la muerte de los camaradas, es el olor del refugio, donde la gente tuvo que esperar durante tres semanas. No tenían agua, luz, medicamentos. La pierna de una anciana estaba podrida hasta la médula“, recuerda Markov. “Muchos residentes estaban paralizados. En un principio no era posible evacuarlos. El bombardeo era demasiado fuerte. Pudimos poner a salvo a nueve personas con uno de nuestros blindados. Nos las arreglamos para escapar de Debaltsevo a toda velocidad. Hasta el último momento, la gente no creía que aún iba a poder salir de ese infierno“.

Fuera del edificio, devastación por todas partes. “Fuego, un humo denso que lo envuelve todo en negro – fue como si el apocalipsis hubiera comenzado“, señala un miembro de la unidad comunista, uno de aquellos combatientes. Cuando los soldados de la 404 avanzaron hacia los civiles, fueron inicialmente confundidos con los ucranianos. Las personas les gritaron: “Hagan con nosotros lo que quieran, pero por favor no nos maten“. La mujer mira a una choza en ruinas: “Ése fue el estado mayor de la unidad. Durante la batalla aquí ondeó la bandera roja“.

La masacre sangrienta terminó con una amarga derrota para el ejército ucraniano. Sus portavoces reconocen 179 muertes entre sus soldados, el otro lado 3.000 – pero hasta ahora no hay cifras fiables. Entre las víctimas de la unidad comunista estaba el joven antifascista de 29 años Seva Petrovsky. Fue alcanzado por la metralla en el corazón, cuando quiso ayudar a unos camaradas heridos. “Aún no teníamos uniformes blancos como la nieve. En el caos de la guerra los errores siempre vuelven a ocurrir“, dice Markov.

El sendero nos lleva a través de una zona residencial casi por completo abandonada. A un lado hay una guardería en parte destruida. Un monumento a los soldados caídos en la Segunda Guerra Mundial, con un viejo tanque, se ha mantenido prácticamente intacto. Al leer una inscripción en la placa, conocemos que las Brigadas 71 y 95 del Ejército Rojo defendieron aquí la ciudad contra los atacantes de la fascista Wehrmacht alemana.

Los residentes que habían quedado en los alrededores de Debaltsevo ayudaron a los insurgentes durante los combates y recogieron a sus heridos. Se montaron incluso pequeños hospitales donde se realizaron cirugías de emergencia. Algunas personas salen de sus casas para saludar a Markov y nos dicen: “Antes de que comenzara el combate, los soldados de la Guardia Nacional de Ucrania eran amables y daban dulces a los niños“, dice una mujer. “Pero cuando se encontraron con problemas, dispararon salvajemente“, dice un segundo antes de añadir que al menos aquí no hubo ataques violentos contra las personas. “Pintaron cruces en algunas casas, para marcarlas y luego destruirlas con sus tanques“, dice otro. Había escasez de agua y la que había estaba en mal estado. Los niños lloraban mucho – por eso y por el hambre constante que pasaron. “No era posible encontrar comida para cocinar. Una vez que salimos a la puerta para conseguir comida, abrieron fuego“.

Cuando la gente volvió a la ciudad después de la evacuación, se encontraron rotas las puertas de innumerables hogares. Muchas cosas habían sido robadas por los ucranianos, sus hornos estaban rotos, las tuberías tenían fugas. “Se acerca el invierno, pero nadie viene a ayudarnos – nos sentimos abandonados“.

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