De la última correspondencia con Andrey Stenin:
AS: Dios nos protege, está claro.
KP: ¿Qué ha pasado?
AS: Estoy bastante alterado. Básicamente, hemos pasado por una emboscada de los ukrops y han cogido al coche que iba detrás. Tres “200” [término utilizado en Rusia para referirse a los muertos en la batalla –Ed]
KP: ¿Dónde ha sido?
AS: Cerca de Snezhnoye. No nos han pillado por un pelo. Condujimos a la posición en el campo y vi algo que se movía entre los arbustos, un soldado con casco, escondiendo una ametralladora en los arbustos. Pensé que era de los nuestros. Creí que los chicos que estaban delante de nosotros lo habían visto, pero dijeron que no habían visto a nadie. Pasamos a un metro. Llegamos al pueblo, los soldados nos dijeron que solo habían disparado a un coche. Fuimos a ver y ahí estaba el coche con tres cuerpos. Si hubiera dicho al principio que había visto la ametralladora, nos habríamos parado a mirar y nos habrían matado a todos. No dije nada a la milicia en el pueblo, pensé que lo llevaban en secreto. Y ahora estoy aquí pensando que ha sido culpa mía…
Recibimos las últimas noticias de Andrey la noche del 1 de agosto. Escribió que la situación empeoraba, que la intensidad de la batalla aumentaba. Nos pidió que le lleváramos dinero, hacía tiempo que se había quedado sin nada y era difícil conseguir cigarrillos y provisiones. No comunicó nada más que eso. Solo hemos comprendido el alcance de lo ocurrido en Donbass en esos días un año después. Rupturas, un frente roto, calderas –errantes, estacionarias, calderas dentro de las que la milicia se encontraba en calderas internas. Avances de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la retaguardia y contragolpes para aliviar la situación.
La frontera rusa no está a más de 10km del lugar en el que murió Andrey. En el pueblo de Dmitrovka, medio rodeado, la milicia luchaba para cercar a la 72ª y la 79ª brigadas aerotransportadas y a la 24ª brigada mecanizada en otra caldera. Se encontraban al este de Dmitrovka mientras que en el oeste el batallón Dnepr trataba de liberarlos junto a la 90ª brigada y la 30ª brigada mecanizada. La pobre Dmitrovka quedaba entre dos frentes. El 6 de agosto, un Renault Laguna con los periodistas desarmados Andrey Stenin, Sergey Korechenkov y Andrey Vyachalo circulaba paralelo a la línea del frente… Se dirigían al rodeado Snezhnoye en una carretera aparentemente “limpia”. Primero llegó el sonido de los cristales rompiéndose, luego el cristal roto les cayó encima. La idea de “hasta aquí hemos llegado” debió pasar por la cabeza de los pasajeros. El metal comenzó a golpear el cuerpo del vehículo, se escuchaban explosiones en los alrededores y el conductor cayó con el pecho sobre el volante y el coche se salió de la carretera hacia los campos…
Masacre junto a Peresyp
Junto a los compañeros de LifeNews, encontramos el Laguna dos semanas después de la muerte de los chicos. Todo ese tiempo, Andrey Stenin y sus compañeros estuvieron oficialmente desaparecidos. Tres cuerpos quemados, dos lentes calcinadas… No había duda. Las pruebas de ADN no dejaron lugar para la esperanza.
Más adelante aparecieron diferentes versiones de cómo habían muerto los tres corresponsales… Se dijo que circulaban en un convoy de refugiados y que habían recibido un impacto directo de un tanque… Pero en aquellos días, el puesto fronterizo más cercano estaba controlado por las fuerzas de seguridad de Ucrania y, según las marcas en el campo, circulaban en dirección opuesta. Más adelante llegamos a saber lo que ocurrió aquel día. La historia real es aún más terrorífica.
“Normalmente llamaban, nos avisaban de que venían”, recuerda el comandante de la guarnición de la milicia de Dmitrovka, alias Poeta. “Íbamos a buscarles si era necesario. No puedo entender dónde iban aquel día. Todo iba muy rápido entonces. Las tropas ucranianas se apresuraban en la frontera intentando llegar a Lugansk. Al principio nos quedamos aislados de Stepanovka, después de Mariovka; nos atrincheramos en Dmitrovka. Nuestro territorio aquí eran dos kilómetros. Todo lo demás alrededor eran fuerzas ucranianas”.
Nos encontramos ante la cruz instalada el año pasado por amigos y colegas de los periodistas asesinados. Está claro que los residentes locales visitan este lugar de duelo a menudo. Desde la carretera a la cruz, la hierba está pisada y hay flores y coronas. El lugar en el que se encontraba el vehículo es una zona quemada. El sol se refleja en un resto de metal de un cinturón del coche.
“La ruta de Snezhnoye a la frontera estaba limpia, pasamos por ahí. La primera vez que nos encontramos con una emboscada fue a principios de agosto. Tres o cuatro tanques y blindados. Tuvimos que darnos la vuelta y soltar gas… En aquel momento Donetsk y Snezhnoye estaban sitiados… Mis chicos intentaron llegar a Snezhnoye para conseguir algo de comida. Les alcanzaron los tanques: seis muertos. En esa carretera, quemaban todo lo que se movía. Militar o civil, les daba igual. Un explorador, que salió de allí arrastrándose, sin piernas, vio cómo disparaban contra un coche con armas automáticas, luego se acercaron y retiraron los documentos y el dinero de los civiles, los antibalas y las armas de los soldados. Después de eso, quemaron el coche. Aquí, toda la carretera estaba plagada de vehículos así, unos 18 si no me equivoco. Conocía a Andrey de Slavyansk. Vino con nosotros a Semyonovka, un corresponsal intrépido. Le teníamos mucho respeto”.
Encontramos ese espantoso cuadro hace un año. Dos docenas de coches quemados con cuerpos calcinados. Al lado del Laguna de Stenin había un “Seis” [un Lada 1600-Ed] quemado. En el asiento delantero, lo que quedaba del conductor. Detrás, una rejilla de una mezcla de manzanas y patatas quemadas. El depósito de combustible estaba abierto, con la tapa encima del maletero. Habían incendiado el coche tras llevarse todos los objetos de valor. En este lugar también hay una cruz ahora. En ella hay un nombre: Zolotous, Vladimir Stepanovich…
“Los ucranianos vinieron desde el pueblo de Grushevaya. ‘Somos pacificadores’, dijeron. Eran de Zhytomyr. Apuntaron sus tanques hacia el grano, la cebada, y empezaron a disparar”, dice Natalya, una residente de la localidad de Peresyp. “Todo empezó a arder, los jardines se incendiaron. No nos permitían apagar el fuego, seguían disparando. Nos dijeron: ‘¿Queréis vivir? Entonces quedaos en el sónado, comed hierba y hojas’. Llegaron la noche del 6 de agosto. Por la mañana, sobre las 8, escuchamos ladrar a un perro. Fuimos a mirar y había una mujer junto un poste. Estaba tapada con unos sacos y sangraba de la pierna, malherida. La trajimos dentro. Ni siquiera sabíamos qué hacer. Le dimos algunos antibióticos para que no le subiera la fiebre. Los soldados ucranianos vinieron y les pedimos permiso para ir a la ciudad. No nos permitían salir. Ella llegó un miércoles y no permitieron que su cuñado vinera a buscarla hasta el domingo”.
Esa mujer era María Zolotous, esposa de Vladimir Stepanovich, el cuerpo encontrado en el “Seis”. Sobrevivió a la masacre de milagro. La mujer fue inmediatamente trasladada a Rusia para recibir tratamiento. La encontramos en Tver.
“El 6 de agosto a las 7 de la mañana, salimos de Dmitrovka hacia Snezhnoye”, recuerda María. “Recogí a los niños para llevarlos a Rusia, porque la ciudad estaba sufriendo tremendos bombardeos. Los tanques ucranianos habían llegado por la noche, pero no nos dimos cuenta. Llegaron a la colina y empezaron a dispararnos. Había soldados ucranianos bajo todos los arbustos, con ametralladoras, lanzagranadas. A nuestro alrededor, ya había vehículos civiles ardiendo. La gente gritaba por todas partes. Mi marido murió al instante, de un disparo en el pecho. Solo tuvo tiempo de gritar “sal del coche”. Caí en su hombro. Salté del coche y seguían disparando y disparando. Una mujer gritó: “¡No disparen!” Pero siguieron disparando, les daba igual. Detrás de nosotros, dos mujeres fueron quemadas vivas en un coche. Delante había un coche de nuestro pueblo, también ardiendo. A lado, el coche de vuestros chicos. Bueno, entonces no lo sabíamos. Ya se había quemado. Me arrastré por un barranco. Ya estaba a punto de perder el conocimiento, mi pierna estaba destrozada. Pensé que iba a desagrarme hasta la muerte. En ese momento ya no tenía miedo. Pero gracias a dios, me arrastré hasta esa gente. Mi hermana me llamó diciendo que después, cuando la ya había acabado todo, las mujeres fueron a recoger los restos y los enterraron en algún lugar en una fosa común”.
KP: ¿Cómo se siente ahora?
“La pierna no funciona, está insensible, puede que tengan que operarla otra vez. Pero en este momento no tengo dinero. Tengo que volver allí para el aniversario, visitar el lugar. Decirle a su madre [la de su marido-Ed] que volveré allí y visitaré la tumba. Para rezar por todos los que yacen allí”.
Algún día, la comunidad internacional entrará en razón y podrá ver lo inhumano de este episodio de esta guerra: disparos indiscriminados contra vehículos con civiles a bordo que solo intentaban escapar de una zona en guerra. En septiembre, en la frontera entre la RPD y RPL, cientos de vehículos civiles recibieron disparos, lo que causó la muerte a civiles que viajaban en ellos. Minibuses con grandes cruces rojas pintadas en los laterales, docenas de autobuses y vehículos particulares. Era algo tan frecuente, las fuerzas ucranianas perseguían a vehículos civiles, que los taxistas entre Krasnodon y Lugansk aprendieron algo de la experiencia: si conducían a más de 120 kilómetros por hora, el rastreador automático de los tanques no podía seguirlos. Dios sabe cuántas vidas se perdieron para conocer esto. La muerte de un periodista honesto, Andrey Stenin, habla de un hecho poco conocido: la exterminación deliberada de la población civil. De no haber sido por la trágica muerte del periodista de Moscú Andrey Stenin en aquel Laguna, los muertos simplemente habrían sido enterrados en una fosa común en los alrededores de Snezhnoye y el metal quemado habría servido solo a los chatarreros. Andrey Stenin cumplió con sus obligaciones profesionales hasta el final y puede que quisiera que no nos olvidáramos de quienes organizaron esta monstruosa masacre en Peresyp el sexto día del maldito agosto de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Añade tu opinión sobre este artículo