miércoles, 31 de diciembre de 2014

La lucha de Borotba

El ataque del 2 de mayo de 2014 a la Casa de los Sindicatos de Odessa será recordado como uno de los principales acontecimientos que desembocaron en la rebelión de las regiones del Este de Ucrania. Algunas de las muertes allí acaecidas quedarán sin duda fijadas en el recuerdo de las personas con un mínimo sentido de la fraternidad y de la solidaridad humana. Una de esas muertes es la de Andrey Brazhevski.

Andrey BrazhevskiAndrey fue uno de los defensores activos del campo Kulikovo. Según todos los relatos, después de saltar desde uno de los pisos superiores de la Casa de los
Sindicatos, herido en el suelo, sufrió la fatal agresión de militantes de ultraderecha. Andrey, comunista, dedicaba tiempo a la lectura de los clásicos del marxismo y de autores izquierdistas modernos. Pero, como Vadim Papura o Cristina Betsanitskaya,  era sobre todo una persona demasiado joven para morir. Aún le quedaban meses para cumplir los 27 años.

Brazhevski era miembro de Borotba, una organización que en mayo de 2014 era prácticamente desconocida fuera de la Europa del Este. Como Andrey, otros miembros de la organización se vieron acorralados en Odessa el 2 de mayo. Pero tuvieron más suerte y pudieron escapar con vida. Entre ellos, Vladislav Wojciechowski, un militante al que se le podía ver junto a Brazhevski en algunas de las marchas en las que participó Borotba.

Vladislav Wojciechowski tampoco iba a tener fácil sobrevivir al nuevo gobierno de Ucrania. El 13 de septiembre, Maria Muratova, anunciaba en su perfil de Facebook la detención del militante en Odessa. Como señala, Alexei Albu, otro de los miembros de Borotba presente el 2 de mayo de la Casa de los Sindicatos, Vladislav fue detenido junto a Nikolai Popov, acusado sin pruebas de preparar un ataque terrorista. Wojciechowski sería entregado a las Repúblicas Populares del Donbass en el marco del intercambio de prisioneros de guerra con Ucrania el 26 de diciembre. Según algunas fuentes, aún por confirmar, Popov habría corrido la misma suerte.

En este contexto, resulta chocante la detención de cuatro dirigentes de Borotba en la República Popular de Donetsk. Acusados de fotografiar equipamiento militar en el disputado aeropuerto de Donetsk, escena de algunas de las más intensas batallas de la guerra y del alto el fuego, Firsov, Muratova y Shapinov se encuentran, desde el 21 de diciembre, bajo custodia del batallón Vostok, encargado de la defensa del aeropuerto.

borotba_1127Perseguidos por sus convicciones políticas en la Ucrania nacida del Maidan, muchos de los dirigentes de Borotba se vieron obligados a huir de Kharkov hacia  el exilio en Crimea, donde en noviembre celebraban el aniversario de la revolución de octubre. Desde ahí han seguido criticando la deriva nacionalista y antisocial del Gobierno ucraniano, que Shapinov calificó en una entrevista como el “fascismo del siglo XXI”. Han criticado la demolición de monumentos a Lenin, han defendido el derecho de autodeterminación, no solo de Donetsk y Lugansk, sino del resto de regiones de habla rusa de Ucrania y se han ofrecido para colaborar en la creación de los nuevos estados. Y desde una difícil posición han continuado defendiendo a los prisioneros políticos de Odessa, acusados de terrorismo sólo por sobrevivir a la masacre del 2 de mayo.

Nunca es fácil reconocer a los amigos de quienes no lo son, algo que en guerra se convierte en prácticamente imposible. Pero hay que reconocer los errores antes de que sea demasiado tarde. Puede que los activistas de Borotba se encontraran en el lugar equivocado en el peor momento posible, o que los mandos del batallón Vostok hayan mirado con recelo a un grupo con aspiraciones políticas llegado de Ucrania en un momento tan tenso como el actual. En cualquier caso, es necesario reconducir la situación para evitar que lo activistas sean intercambiados como prisioneros de guerra tal y como hizo recientemente el ejército ucraniano.

Su actitud durante este año, su participación en Anti-Maidan, su lucha contra el fascismo que actúa con impunidad en la nueva Ucrania, su defensa de los prisioneros políticos de Odessa o cualquiera de los artículos o declaraciones de Shapinov o de sus camaradas son suficiente defensa para demostrar la postura de Borotba ante el Gobierno de Kiev y ante la Ucrania nacida en Maidan.

En verano, cuando la ofensiva militar ucraniana no había hecho más que empezar, uno de los voluntarios españoles en el batallón afirmaba que “si hay algo en el mundo que se parezca a las Brigadas Internacionales que ayudaron a nuestra España en 1936 es el Batallón Vostok”. En un país que planea ilegalizar la ideología y toda la simbología comunista, ese batallón Vostok no puede permitirse el lujo de entregar a los miembros de Borotba a un ejército que jamás va a garantizar su seguridad.

Más allá de eso, y en un momento en que las Repúblicas Populares necesitan toda la ayuda que se le pueda prestar, ni el batallón Vostok ni la República Popular de Donetsk deberían permitirse el lujo de expulsar de su territorio a un grupo comprometido y antifascista que solo buscaba apoyar, y no dañar a una idea, las de las jóvenes repúblicas, que lleva meses defendiendo.

Llamamiento a las autoridades de Donetsk: Liberen a los activistas de Borotba

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