domingo, 31 de agosto de 2014

Jacques Sapir: La política debe volver a ser el foco de atención

Por Jacques Sapir. Es hora de que la política recupere su puesto prominente en la crisis ucraniana. Esto requiere, en primer lugar, un alto el fuego que debería ser rápidamente acordado por el Gobierno de Kiev y los insurgentes. Todas las energías deberían centrarse en este objetivo. Hay subrayar que este no es, por el momento, el caso, y que es la histeria anti-rusa la que centra el discurso mediático y que hay una serie de puntos importantes que son sistemáticamente olvidados en los comentarios sobre la situación en Ucrania.

El Gobierno ucraniano ha empleado una fuerza desproporcionada, lo que ha causado víctimas civiles y una cantidad aún por cuantificar de destrucción en las ciudades controladas por los insurgentes. Se han producido bombardeos indiscriminados. Existe aquí la sospecha de que los jefes militares de las fuerzas de Kiev han optado por castigar de forma deliberada a la población y han buscado llevar a cabo una limpieza étnica con el objetivo de provocar el éxodo de la población rusófona. Todo esto puede calificarse como crímenes de guerra.
Es sorprendente que, hasta hace unos días, exactamente hasta el sábado 23 de agosto, no haya habido información sobre esto en ningún canal importante de televisión. La prensa francesa, normalmente tan fácil de conmover, se ha mantenido durante mucho tiempo extrañamente silenciosa sobre el este de Ucrania. ¿Será porque sus habitantes son étnicamente rusos, como se dice? Creer que Rusia, ya sea el Estado ruso o su población, podía ignorar el conflicto de su población es una profunda ilusión, un profundo error. Pensar que Rusia podría tomar una posición de estricta neutralidad ante estos eventos es una afirmación sin base alguna. Hasta hace unos días, la actitud de Rusia era la no-beligerancia. La presencia de voluntarios rusos, aproximadamente 3000 soldados en las fuerzas insurgentes, es una prueba del sentimiento de compasión que ha hecho florecer la lucha de la población del este de Ucrania.

Tanto la OTAN como, por supuesto, el Gobierno de Kiev alegan presencia de tropas rusas sobre el terreno. La OTAN estima en alrededor de 1000 el número de tropas rusas en este momento. Incluso aunque las estimaciones de la OTAN fueran correctas, ese número de tropas rusas no puede, de ninguna manera, explicar el colapso sufrido por las fuerzas de Kiev en estos últimos días. Se estima que el número de soldados del Ejército Ucraniano y la Guardia Nacional que participan en las operaciones contra los insurgentes es de 50.000. Se enfrentan a una fuerza de unos 15.000 insurgentes. Aunque se confirmara la presencia de esas tropas  rusas, estas podrían desempeñar únicamente un papel local y marginal en la lucha que se lleva a cabo en los últimos días. Su presencia no explica las numerosas derrotas sufridas recientemente por las fuerzas de Kiev. Es por esto que es significativo que el Departamento de Estado de Estados Unidos hable de una incursión y no, como hace parte de la prensa, de una invasión. Esto indica que el problema es político y no militar. La presencia de tropas rusas, si esta llegara a probarse, sería inaceptable y Rusia debería retirarlas en cuanto fuera posible. Rusia debe, si se da este caso, volver a su postura de no-beligerancia y, por su parte, la Unión Europea y Estados Unidos deben evitar caer en la trampa de Kiev, que busca, de una forma evidente, internacionalizar el conflicto.

Las palabras tienen un significado. Con el uso constante del término invasión, la prensa francesa comete un doble error. Por una parte reaviva la imagen aún presente en la memoria colectiva de la invasión de nuestros países en numerosas ocasiones de la historia. Cuando se habla de invasión, la imagen habitual es la de miles de hombres violando las fronteras. Se puede observar que este no es, de ninguna manera, el caso en Ucrania. Por otra parte, esta actitud implica tomar partido por el Gobierno de Kiev. Esto también lleva a la cuestión del pluralismo dentro de las organizaciones de la prensa, ya sea escrita o audiovisual.

Estos mismos periodistas alegan que hay equipamiento ruso en manos de los insurgentes, lo que prueba la implicación rusa en beneficio de estos. En este sentido hay que recordar que los insurgentes han capturado en los últimos tres meses cantidades significativas de equipamiento y material de las fuerzas de Kiev. Los insurgentes sostienen que han capturado más de 200 unidades de blindados (tanques, vehículos de infantería de combate, artillería autopropulsada). [1]

La necesidad urgente de un alto el fuego

Ya he repetido que es necesario un alto el fuego y que hay que buscar soluciones políticas para evitar la escalada de la crisis. El Gobierno de Kiev tiene que sentarse a negociar y aceptar a los insurgentes como interlocutores, lo que en la práctica implica aceptar su legitimidad. La situación solo puede deteriorarse, no solo en términos militares sino en términos políticos, mientras el Gobierno de Kiev siga negándose a dar este paso. Las tropas de Kiev han quedado desbandadas en algunas zonas del frente, han abandonado su equipamiento y su orden. Otros han quedado rodeados. Por su parte, el presidente ruso Vladimir Putin ha demandado a los insurgentes la apertura de un corredor humanitario para que esas tropas puedan ser evacuadas a Rusia. La dramática naturaleza de esta situación es evidente. Mientras tanto, las fuerzas de Kiev siguen bombardeando a la población civil.

Es imperativo buscar un final a las operaciones de combate. Si hay alguna posibilidad de negociar un alto el fuego en los próximos días, algo que no queda nada claro en este momento, tiene que garantizarse que se mantenga a largo plazo. Esto implica en realidad la interposición de tropas (fuerzas de separación) bajo el mandato de Naciones Unidas para estabilizar la situación sobre el terreno y para evitar provocaciones que cualquiera de los bandos pudiera utilizar como pretexto para reanudar la guerra.

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[1]    Entre el 16 y el 23 de agosto, los insurgentes capturaron: 14 tanques T-64, 25 IFVs (vehículos de combate de infantería), 18 APCs (vehículos blindados de transporte de personal), 1 ARV (vehículo de reconocimiento), 1 lanzacohetes Uragan, 2 howitzers autopropulsados Gvozdika, 4 howitzers D-30, 4 morteros de 82mm, 1 ZU 23-2 AA, 33 coches.

Entre el 23 de junio y el 23 de agosto, capturaron (además del material destrozado) de las fuerzas de Kiev: 79 tanques T-64s, 94 IFVs (principalmente BMP-2s y BMP-3s), 57 APCs (principalmente BTR-70 de 8 ruedas y BTR-80s), 3 vehículos blindados de ingeniería, 24 Grad BM-21 MLRS  (122mm), 3 lanzacohetes Uragan, 2 piezas de artillería autopropulsada Tulip 2C4, 6 howitzers autopropulsados Nona 2C9, 27 howitzers autopropulsados Gvozdika 2C1, 14 howitzers D-30, 36 morteros de 82mm, 19 ZU 23-2 23mm AA, 157 coches y camiones.

Y lo que es más, al principio de la insurrección, los insurgentes confiscaron arsenales de policía en los que se almacenaba equipamiento, generalmente antiguo. Esto da una cantidad significativa de equipamiento en manos de los insurgentes (unos 15.000 hombres). Se trata de equipamiento Soviético, producido principalmente en las décadas de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado, aunque también hay imágenes que muestran a los insurgentes utilizando material incluso más antiguo. Nada da credibilidad a la idea de que Rusia haya entregado armas a los insurgentes. Es perfectamente posible que se hayan producido entregas ocasionales de armamento, ordenadas por el Gobierno o ilegalmente, pero por el momento, el equipamiento utilizado por los insurgentes parece ser el capturado de las fuerzas de Kiev.

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