miércoles, 9 de julio de 2014

La fuerza de nuestra democracia

Si el presupuesto es ley que aprobamos en el Parlamento ¿por qué los responsables de los organismos y entidades que no cumplen con ese sagrado deber de ejecutarlo no explican aquí las razones? La expresión fue de la joven diputada Jennifer Bello Martínez, tras escuchar el informe presentado por la ministra de Finanzas y Precios, Lina Pedraza, y el dictamen de la comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular, reunida el pasado sábado en su III Periodo Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura.



En el mismo escenario, la también diputada María del Car­men Concepción, ministra de la Industria Alimentaria, pidió la palabra y explicó cómo 13 empresas del organismo que dirige presentaron pérdidas cuando habían planificado utilidades, e hizo un pormenorizado análisis de cada una de ellas con énfasis en las deficiencias y medidas a tomar. Incluso se refirió a que una de esas agrupaciones era del tipo mixta, sobre la que —dijo— no se justificaba el comportamiento tenido.

Después de ambas intervenciones, los diputados, convocados por el presidente del Parlamento, Esteban Lazo Her­nández, aprobaron como acuerdo que los incumplidores de la Ley del Presupuesto rindan un análisis ante el máximo órgano del poder del Estado por esas inejecuciones que tanto lastran a la economía del país.

Así late la democracia cubana, en el ímpetu de sus parlamentarios, que no son representantes de una gama de partidos, sino del pueblo. Y así también latió en las comisiones permanentes de trabajo, diez en total, en las cuales vicepresidentes de los Consejos de Estado y de Ministros, ministros y viceministros intercambiaron sobre las exigencias de los legisladores en torno a los principales problemas de la sociedad cubana.

Temas como los del transporte, los módulos de cocción, la producción de alimentos y los precios de estos, la generación eléctrica y la necesaria política de ahorro y el uso de las fuentes renovables de energía, el desarrollo de las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial, el salario, entre otros, coparon los debates en esos grupos.

Fueron tan ricos esos análisis que el compañero Raúl al despedirse de los diputados al finalizar la sesión sabatina, compartió con ellos y con la presidencia de la Asamblea Nacional la idea de que si a las comisiones les hacen falta más días para ese espacio de análisis y discusión de los principales temas del país, podrían tomarse más de dos como ahora.

Ese es el espíritu de combate que ha caracterizado al pueblo en los ya 56 años de invicta Revolución. Sin ese no se hubiera asaltado el Moncada, ni el Granma hubiera surcado las difíciles aguas del Golfo de México, y mucho menos se hubiera podido reorganizar una fuerza combativa tras el fracaso de aquel desembarco, no hubiéramos vencido en Girón, en la Crisis de Octubre, ni pasado el periodo especial o el especial periodo que nos ha impuesto la nación  más poderosa del planeta con su ridículo y arcaico bloqueo, al que también ese espíritu indoblegable y convicción de victoria han derrotado.
Por eso el General de Ejército dijo también que el pueblo es el verdadero Héroe de la Revolución, porque ha sabido resistir y vencer.

Sin embargo, ese espíritu y fuerza de nuestra democracia es la que necesaria e imprescindiblemente tiene que materializarse donde realmente es muy importante y decisivo, en la circunscripción, que es lo mismo que decir barrio, cuadra y comunidad.

Acabamos de concluir un proceso de rendición de cuentas del delegado a sus electores y una vez más faltó, no el acompañamiento, sino la presencia de las estructuras administrativas locales en los análisis. Cómo es posible que los principales dirigentes del país acudan al debate, análisis y búsqueda de soluciones a partir del criterio de los diputados, y un administrador no asista allí donde están los héroes, es decir el pueblo para escuchar y explicar.
Raúl ha insistido en la preparación de los cuadros y volvió a hacerlo en este Periodo Ordinario de Sesiones y antes había dicho sobre el mismo tema que hay que tener los oídos pegados a la tierra, y para eso el que dirige ha de estar al lado de quienes son el destino de los procesos que comanda. De otra manera jamás podría estar preparado, al menos en una sociedad socialista como la que construimos y le actualizamos su modelo económico.

Justamente la importancia del carácter participativo de la población en las más trascendentales decisiones del país se puso de manifiesto en el III Periodo Ordinario de Se­siones, cuando el propio Raúl anunció que el Séptimo Congreso del Partido se celebrará en el 2016 y expresó que se enriquecerá nuevamente el proceso de consulta popular para hacerla mejor y volver al Parlamento para aprobar como Ley el documento que salga de esos análisis y del propio evento partidista.

Así como escuchamos a Jennifer, Adalberto o a Charbonet, quien propuso —y se tomó como acuerdo— que en los dictámenes las recomendaciones fueran justamente acciones, las administraciones tienen que oír al delegado y a su pueblo, que le dio el mandato.

Allí en la cuadra tenemos que hablar el mismo lenguaje, explicar el concepto de gradualidad en la actualización para que no sea traumático, algo que la Revolución hace justamente para el desarrollo con principios de sostenibilidad, o lo que es lo mismo para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población.

Habrá puntos de vista distintos y es bueno, pues ya sabemos adónde nos conduce la falsa unanimidad, pero es im­prescindible que lo que ocurre a escala del Parla­mento pase también en la circunscripción.

Y habrá que continuar hablando de estos temas, haya o no rendiciones de cuentas en el barrio, estemos o no en el Periodo Ordinario de Sesiones, pues lo abordado la pasada semana en las comisiones de trabajo y en plenaria rebasa el espacio de un periódico o de un programa televisivo, no solo por la cantidad de temas, sino por la calidad y la preparación de los diputados para cada debate.

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