miércoles, 11 de junio de 2014

Carlos Aznárez: Derrotar las maniobras del terrorismo mediático contra Venezuela

Ponencia de Carlos Aznárez en el Foro Conjura Mediatica contra Venezuela, recientemente realizado en Caracas.-

Venezuela está siendo hoy utilizada a manera de laboratorio  de todo tipo de agresiones, que van desde la guerra económica hasta el terrorismo practicado por un pequeño pero peligroso grupo mercenario, que  atenta contra su soberanía plena y busca desestabilizar al actual y legítimo gobierno del Presidente Nicolás Maduro.

Esta situación anómala por donde se la mire, pone a los latinoamericanos en alerta, y eso se evidencia que cada día que transcurre no podemos decir otra cosa que “Venezuela somos todos y todas”, porque necesitamos de esta Revolución así como ella necesita del concurso y la solidaridad pueblo a pueblo.

El ejemplo de Cuba

Si hacemos un poco de historia veremos que esto que le ocurre a Venezuela Bolivariana, tiene su repetición, desde hace 55 años en el acoso de todo tipo que sufre la Revolución
Socialista cubana.

Hay que recordar que en plena ofensiva guerrillera en Sierra Maestra, ya el Comandante Ernesto Che Guevara le había expresado a Fidel Castro, que había que prepararse para “las consecuencias que traerá nuestra indefectible victoria”. Y se refería especialmente, a lo que sobrevendría por parte de la hostilidad estadounidense contra Cuba, pero también hacía cuenta el Che, de qué nivel tendría la descarga de las grandes corporaciones mediáticas monitoreadas desde Washington.

Por eso no es casualidad, que en enero de 1959, a los pocos días de que los “barbudos” conquistaran el gobierno, y se establecieran en La Habana, es creada la Agencia Prensa Latina (PRELA). Esta iniciativa, surgida al calor y el impulso del Che, pero también del periodista argentino Jorge Ricardo Masetti (quien hace 50 años cayera en combate en la provincia argentina de Salta luchando por emancipar Argentina), se convirtió rápidamente en una nueva arma utilizada para la autodefensa del proceso revolucionario.

No se equivocaron en la predicción ni el Che, ni Fidel ni Masetti. Al igual que ocurriera en Venezuela, apenas ganara las elecciones de diciembre 1998 el Comandante Hugo Chávez Frías, Cuba comenzó a sentir el asedio tergiversador del terrorismo mediático.

Es por eso también, que en ese mismo año 1959, en el marco de lo que se denominara “Operación Verdad”, donde se juzgara a los elementos más sangrientos de la tiranía del dictador Fulgencio Batista, Fidel hace convocar a cientos de periodistas de todo el mundo, para que presencien los juicios y sean partícipes de la transparencia de los mismos.

Al poco tiempo, una entidad muy conocida en el continente, por sus constantes campañas desestabilizadoras contra las fuerzas progresistas, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), empezó a desplegar sus tentáculos para embestir a la Revolución.

En ese momento estaba presidida por un coronel haitiano, Jules Dubois, quien llevó adelante un ataque furioso contra Prensa Latina, que a esa altura se había convertido en la voz de los que no tenían voz. El propio Masetti llegó a enfrentarse cara a cara con Dubois en una reunión de cancilleres latinoamericanos en Costa Rica, y éste huyó de la reunión mientras algunos periodistas venezolanos que habían concurrido a cubrir el encuentro,  lo acusaban de agente de la CIA.

En venganza, Dubois, hizo que la Guardia Nacional costarricense, detuviera horas después a Masetti, acusándole de subversión. Gracias a la rápida movilización internacional, el periodista argentino recuperó su libertad a las 24 horas.

Pero Dubois ni la SIP ahorraron esfuerzos en la búsqueda de la destrucción de la Agencia, y meses después, contando con la complicidad de algunos presidentes latinoamericanos anticomunistas, varias filiales de PRELA fueron clausuradas, algunas sufrieron atentados dinamiteros y no faltaron periodistas detenidos y hasta un par de casos, asesinados por bandas parapoliciales.

Esta misma campaña de acoso mediático contra Cuba, volvió a repetirse en ocasión de la muerte de un detenido en cárceles cubanas, al que los grupos de derecha afincados en Miami, calificaron de preso político cuando en realidad se trataba de un delincuente común y falleció de muerte natural. Se llamaba Orlando Zapata, y el terrorismo mediático lo convirtió en un “héroe”, y a partir de allí se intentó criminalizar al gobierno cubano. La campaña fue de tal envergadura que se llegó a demonizar al actor español Willy Toledo, por el sólo hecho de haberse expedido en defensa de Cuba y su pueblo.

Luego, vinieron nuevas campañas, como la ocurrida con el caso de la médica cubana Hilda Molina, quien se pasó a las filas de los grupos contrarrevolucionarios, o la descarada injerencia mediática para atacar a Cuba por el caso del niño Elián. Ni qué decir, de lo que ha significado y significa, el cúmulo de mentiras e infamias montadas por las grandes corporaciones mediáticas en el caso de los 5 héroes cubanos.

Ese y no otro es el poder corporativo mediático que hoy en este Foro estamos denunciando, y que en el marco de la agudización de las  distintas acciones criminales que vienen ocurriendo en Venezuela desde febrero de este año 2014, han llegado a generar una “unidad de acción” que va desde El Nacional y El Universal de Venezuela, pasando por Clarin y La Nación de Argentina, o El Mercurio de Chile, El Tiempo y el Espectador de Colombia. Nada menos que 80 medios de la burguesía y la oligarquía latinoamericana, coaligados para mentir sobre Venezuela, llegando incluso a editar una página diaria con el mismo contenido e idéntica redacción.

Varios de estos medios, es necesario hacer memoria, han sido cómplices de las diferentes dictaduras militares en sus países. Sólo basta mencionar a Clarín y La Nación, ofreciéndose como voceros obsecuentes de Videla y sus sicarios, o El Mercurio, jugando un papel esencial en el derrocamiento del presidente mártir Salvador Allende.

Por ello, no sorprende a nadie, que sean estos mismos medios los que traten por todas las vías posibles de desestabilizar a un gobierno como el bolivariano, que ha sido vencedor en diez y ocho oportunidades, por la vía democrática de los comicios. Sencillamente, estos enemigos del pueblo venezolano, no sólo se han convertido en conspiradores, sino que tarde o temprano deberán ser juzgados por acciones de alta conspiración contra las instituciones y la Constitución venezolana.

No sólo agreden a Venezuela

Estas corporaciones mediáticas son las primeras en hostilizar también a otros sectores de la vida política, social y cultural del continente. Allí están las feroces campañas descargadas contra los pueblos originarios. Desprecian a través de infundios racistas y xenófobos a aymaras, mapuches, wichis, mayas y otras etnias, y provocan que sus amanuenses del poder los persigan con los mismos métodos ya utilizados hace más de 500 años por los conquistadores españoles, que generaron uno de los mayores holocaustos de la historia mundial.

Si no hubiera sido por ese grito de independencia dado en Bolivia hace muy pocos años, cuando un presidente indígena llegara al Palacio del Quemado y agitara para siempre y con orgullo, la wilphala multicolor y pluricultural, la situación de los pueblos originarios hubiera estado marcada por más dolor y muerte. Evo Morales empoderó a esos millones de hermanos repartidos por el continente, y se sumó así a esa otra expresión emancipatoria que significó el 1º de enero de 1994, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, se levantó en armas en México para decir: “Basta ya”. Y además, demoler las teorías falsas del filósofo estadounidense Fukuyama, que proclamaba “el fin de la historia”. Esos levantamientos populares marcan un hito, que hoy sigue vivo en las distintas expresiones revolucionarias que se manifiestan a lo largo y ancho del continente, enfrentando al imperialismo y luchando por el socialismo.

Actualmente atravesamos un momento muy difícil para nuestros pueblos, y especialmente en lo que hace al acoso que sufre Venezuela. No hay que minimizar lo que está sucediendo, van a producirse nuevos episodios desestabilizadores seguramente, pero una y otra vez han de chocar contra un muro forjado por el pueblo venezolano. Este es un factor de suma importancia ya que sin pueblo no hay ninguna posibilidad de vencer al Imperio. Nos podemos quedar muchas horas dando la batalla desde el twiter o desde el Facebook, pero se hace necesario ganar la calle todos los días, porque estas Revoluciones que cuestan sangre, sudor y lágrimas, que cargan sobre sus espaldas el dolor por los mártires de Puente Llaguno o los recientemente caídos bajo las balas mercenarias de los escuálidos, nos obligan a comprometernos a una movilización permanente.  Este es un desafío también a tener en cuenta en toda Latinoamérica, para que Venezuela no se quede sola en la batalla que enfrenta.

Estamos frente a una ofensiva que abarca todos los terrenos y que muestra muy claramente que el Imperio acelera su ofensiva. Venezuela es un ejemplo, pero no es el único. Allí está lo que recientemente ha ocurrido con las elecciones en Siria, donde el pueblo le ha otorgado un resonante triunfo al presidente Bachar Al Assad, y sin embargo, ni Estados Unidos ni los principales países de la Unión Europea, aceptan la legitimidad de esa victoria. Son precisamente esos sectores los que aplaudieron la invasión a Libia y arropan el accionar criminal de los mercenarios en Siria.

Lo mismo vale decir para lo que ocurre en Ucrania. Recientemente viajó a Kiew el director de la CIA, John Brenan, quien se entrevistó con las autoridades neonazis de ese país, los mismo que derrocaron al presidente legítimo Yanucovich. Pocos días después, varios de los grandes medios estadounidenses, léase Fox News, The Washington Post y The New York Times, publicaron una información prácticamente calcada donde se atribuye al presidente ruso Vladimir Putin, la intención de invadir militarmente Ucrania y de presionar para que los habitantes de las Repúblicas recientemente desligadas de las autoridades de Kiew, se plieguen a una “guerra criminal” (SIC).

Es evidente que a Washington y sus aliados europeos les preocupa el poder que viene adquiriendo en los últimos años el gobierno ruso, y el papel que está jugando en la defensa de Siria o en interferir contra la agresión a Ucrania. No le agrada al señor Obama, que tanto los sirios como los habitantes de las República de Donetsk y Lugansk se rebelen contra su prepotencia, y se autodeterminen de manera democrática, derrotando a las campañas de terrorismo mediatico y también a las intervenciones militares directas o encubiertas.

Volviendo a la situación venezolana y al descarado ataque que se viene produciendo, por medio de la guerra psicológica y económica, combinada con el terrorismo criminal, lo que cabe preguntarse es qué rédito inmediato pretende obtener el Imperio. La respuesta en todos los casos, pasa por generar desánimo en la población, buscar que ese muro de contención chavista que nació al calor de la dirección del Comandante Hugo Chávez y que hoy se asienta en la dirección revolucionaria del Presidente Nicolás Maduro, baje los brazos, se desaliente, se desmovilice.

De eso se trata el terrorismo mediático. Un protocolo o acción que utiliza cada uno de los medios de comunicación tanto locales como internacionales para sembrar microclimas de miedo, falta de confianza en las propias fuerzas, y hasta odio entre habitantes de un mismo suelo. Todo ello para desestabilizar y finalmente derrocar gobiernos por vía de golpes palaciegos o levantamientos violentos a cargo de grupos armados ligados al paramilitarismo.

Esto es precisamente lo que no se puede permitir. Es imprescindible tener la suficiente conciencia para no bajar la guardia, e inclusive preparar las condiciones para pasar a la ofensiva contra quienes agreden la soberanía y la dignidad de nuestros pueblos.

Frente a todas estas maniobras injerencistas de los medios pro-imperialistas, es necesario elaborar algunas propuestas de autodefensa. Algunas sirven para Venezuela y otras para cada uno de los países de Latinoamérica.

Es fundamental la creación de una Escuela de Cuadros a nivel de los colegas de los medios de comunicación alternativos.  Sencillamente porque los periodistas veteranos aún tienen mucho que aprender (a pesar de su larga experiencia en las batallas contrainformativas) y porque los jóvenes colegas tienen la obligación de formarse y adquirir una ideología de combate que les permita no sucumbir a las continuas trampas planteadas desde el poder. Una Escuela que pudiera llevar el nombre de Rodolfo Walsh o de Roque Dalton, pero que indiscutiblemente debe servir para que las nuevas generaciones puedan animarse a dar la pelea contra las grandes corporaciones sin ningún tipo de complejos.

Es evidente que “se acabó nuestro recreo”, pero eso no quiere decir nuestros enemigos se quedaron con el colegio. Sí, se acabó el recreo, pero los pueblos deben estar dispuestos a dar resistencia y lucha, y finalmente pasar a la ofensiva. Como periodistas y como militantes, debemos exigirnos constituir un Frente Internacional de Autodefensa Mediática, que no es otra cosa que una Plataforma permanente de respaldo a Venezuela y a todos los países agredidos por el imperialismo, y de denuncia a las patrañas urdidas por el Terrorismo de las grandes corporaciones. Esa será una forma de serle fiel al legado de ese gran comunicador bolivariano que fue el Comandante Hugo Chávez, que al igual que ese otro grande que es Fidel Castro, no necesitaron ir a una escuela de periodistas para saber conectar con las verdades que anhelan sus pueblos.

Otra propuesta, ya no dirigida a Venezuela, sino a los países con gobiernos progresistas. Es necesario dejar de financiar a los medios corporativos que atentan día a día contra esos gobiernos. Ni una pauta publicitaria más para los voceros mediáticos de los ricos y los golpistas. Sumarle a eso también el boicot popular a dichos periódicos, radios, agencias y cadenas televisivas. Simplemente para que no se burlen más de los anhelos libertarios de nuestra gente, y sobre todo para que gran parte de esos millones anuales que se invierten en quienes no lo merecen, puedan pasar a fomentar la existencia de más medios comunitarios. No es difícil hacer esto, sólo hace falta tener voluntad política.  La derecha mediática no tiene ningún tipo de códigos cuando se decide desestabilizar o como en el caso de Honduras y otros países, crear el clima para que muchos de nuestros colegas sean asesinados. Entonces, en función de qué táctica suicida, los gobiernos progresistas tienen que financiar a aquellos que sólo buscan la destrucción de nuestros procesos de cambio.

Por último, un tema crucial para este proceso de defensa irrestricta de Venezuela Bolivariana: debemos redoblar los esfuerzos para consolidar más y más unidad entre las organizaciones populares, entre los periodistas y trabajadores de prensa que nos sentimos solidarios con el legado del Comandante Hugo Chávez. Tenemos que unirnos más, romper las fronteras e islas que nos separan, dejar de lado las mezquindades. Es esa unidad construida en la pelea, la que nos pueda brindar acercarnos a algo que enunciara el Comandante Fidel Castro en su último viaje a Argentina. Allí, en la provincia de Córdoba, Fidel dijo, y a su lado estaba Chávez reafirmándolo, que el imperialismo no es invencible y que si trabajamos con firmeza, en este siglo podrá ser derrotado.

No se trata de una ilusión, sino que en este siglo se están produciendo hechos impensables tiempo atrás. Y frente a ese avance de los pueblos, ni el Imperio ni las corporaciones mediáticas que lo respaldan tienen la victoria asegurada ni mucho menos. Sólo se trata de confiar en la fortaleza de quienes, como el bravo pueblo venezolano, ha decidido ponerse en marcha y no aflojar ni un tantito así en su caminata.

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