domingo, 5 de enero de 2014

Un 2014 hondureño aún más sombrío

En torva jugada de contubernio el saliente presidente Porfirio Lobo, fruto del golpismo en 2009, aprovechando la mayoría parlamentaria de su Partido Nacional le deja el impopular hecho consumado a su sucesor y correligionario Juan Orlando Hernández, a sabiendas de que no podría dar un paso semejante con la actual composición legislativa con la que comenzará a gobernar.

Impugnado por fraude en recientes elecciones, el heredero de Lobo dispondrá en lo adelante de manos libres para aplicar un drástico paquete de ajustes económicos que en opinión de expertos agudizará la pobreza en Honduras, un país con ocho millones de habitantes y donde muchos subsisten con menos de un dólar diario.
Con una pobreza que afecta al 70 por ciento, los hondureños pagarán más por numerosos productos y servicios, por si no fuera bastante, lo que sufren bajo el azote de la inseguridad, el desempleo, bajos salarios y los efectos de la impunidad, corrupción y la injusticia social.

Comer, vestir, estudiar en centros privados, alumbrarse, viajar por placer o necesidad, tomarse una gaseosa o una cerveza; construir una casa, enfermar o morirse, por ejemplo, se ha vuelto prohibitivo para muchos hondureños con los nuevos impuestos aplicados por el Gobierno.

Esto es lo que han ofrecido los regímenes que siguieron al derrocamiento del presidente constitucional Manuel Zelaya, tan bien acogidos el seno del Congreso estadounidense.

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