Iniciamos una nueva sección con importantes e
ilustrativos fragmentos de los clásicos del comunismo. Nuestro primer documento
corresponde a La Revolución Proletaria y el renegado Kaustky, escrito por Lenin
a finales de 1918, del cual extraemos un fragmento titulado Democracia Burguesa
y Democracia Proletaria.
El problema que tan atrozmente embrolla Kautsky, se plantea en
realidad así.
Si no es para mofarse del sentido común y de la
historia, claro está que no puede hablarse de "democracia pura"
mientras existan diferentes clases, y sólo puede hablarse de democracia de clase.(Digamos entre
paréntesis que "democracia pura" es, no sólo una frase de ignorante, que no comprende
ni la lucha de clases ni la esencia del Estado, sino una frase completamente
vacía, porque en la sociedad comunista la democracia, modificándose y
convirtiéndose en costumbre, se extinguirá, pero nunca será democracia "pura".)
La "democracia pura" es un embuste de liberal
que embauca a los obreros. La historia conoce la democracia burguesa, que
reemplaza al feudalismo, y la democracia proletaria, que sustituye a la
burguesa.
Cuando Kautsky consagra casi decenas de páginas a
"demostrar" la verdad de que la democracia burguesa es más progresiva
que el medievo, de que el proletariado debe utilizarla obligatoriamente en su
lucha contra la burguesía, eso no es sino charlatanería liberal, que embauca a los
obreros. En la culta Alemania, lo mismo que en la inculta Rusia, se trata de
una perogrullada. Lo que hace Kautsky es arrojar su "sabia" tierra a
los ojos de los obreros, hablándoles con aire grave de Weitling, de los
jesuitas del Paraguay y de otras muchas cosas para pasar por alto la esencia b u r g u e s a de la democracia
contemporánea, es decir, de la democracia capitalista.
Kautsky toma del marxismo lo que los liberales admiten,
lo que admite la burguesía (la crítica del medievo, el papel progresivo que
desempeñan en la historia el capitalismo en general y la democracia capitalista
en particular) y arroja por la borda, calla y oculta en el marxismo lo que es inadmisible para la burguesía
(la violencia revolucionaria del proletariado contra la burguesía para
aniquilar a ésta). Por ello, dada su posición objetiva, sea cual fuere su
convicción subjetiva, Kautsky resulta ser inevitablemente un lacayo de la
burguesía.
La democracia burguesa, que constituye un gran progreso
histórico en comparación con el medievo, sigue siendo siempre -- y no puede
dejar de serlo bajo el capitalismo -- estrecha, amputada, falsa, hipócrita,
paraíso para los ricos y trampa y engaño para los explotados, para los pobres.
Esta verdad, que figura entre lo más esencial de la doctrina marxista, no la ha
comprendido el "marxista" Kautsky. En este problema -- fundamental --
Kautsky ofrece "cosas del gusto" de la burguesía, en lugar de una
crítica científica de las condiciones que hacen de toda democracia burguesa una
democracia para los ricos.
Comencemos por recordar al doctísimo señor Kautsky las
declaraciones teóricas de Marx y Engels que nuestro exégeta, para verguenza
suya, "ha olvidado" (con objeto de complacer a la burguesía), y
después explicaremos las cosas del modo más popular.
No sólo el Estado antiguo y feudal, sino también
"el moderno Estado representativo es instrumento de que se sirve el
capital para explotar el trabajo asalariado" (Engels, en su obra sobre el
Estado)[10]. "Siendo el
Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la
revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es un absurdo
hablar de un Estado libre del pueblo: mientras el proletariado necesite todavía del Estado, no lo necesitará en
interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como
pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir" (Engels, en su carta a Bebel del 28 de marzo de 1875). "El Estado no es más que una máquina
para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la república democrática que bajo
la monarquía" (Engels, en el prólogo a La guerra civil de Marx)[11]. El sufragio
universal es "el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual " (Engels, en su obra sobre el Estado[12]. El señor Kautsky
rumia en forma extraordinariamente aburrida la primera parte de esta tesis,
admisible para la burguesía. ¡En cambio la segunda, que hemos subrayado y que
no es admisible para la burguesía, el renegado Kautsky la pasa por alto!)
"La Comuna no había de ser un organismo parlamentario, sino una
corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo. . . En vez de
decidir una vez cada tres o seis años qué miembros de la clase dominante han de
representar y aplastar (ver- und zertreten ) al pueblo en el parlamento, el sufragio universal había de servir al
pueblo organizado en comunas, como el sufragio individual sirve a los patronos que
buscan obreros y administradores para sus negocios" (Marx, en su obra
sobre la Comuna de París La guerra civil en Francia )[13].
Cada
una de estas tesis, que conoce perfectamente el doctísimo señor Kautsky, es
para él una bofetada y descubre toda su traición. En todo el folleto de Kautsky
no hay ni una sola gota de comprensión de estas verdades. ¡Todo él es una burla
del marxismo!
Tomad
las leyes constitucionales de los Estados contemporáneos, tomad la manera como
son regidos, la libertad de reunión o de imprenta, la "igualdad de los
ciudadanos ante la ley", y veréis a cada paso la hipocresía de la
democracia burguesa que tan bien conoce todo obrero honrado y consciente. No
hay Estado, incluso el más democrático, cuya Constitución no ofrezca algún
escape o reserva que permita a la burguesía lanzar las tropas contra los
obreros, declarar el estado de guerra, etc. "en caso de alteración del
orden" -- en realidad, en caso de que la clase explotada
"altere" su situación de esclava e intente hacer algo que no sea
propio de esclavos --. Kautsky acicala desvergonzadamente la democracia
burguesa, callándose, por ejemplo, lo que los burgueses más democráticos y
republicanos hacen en Norteamérica o en Suiza contra los obreros en huelga.
¡Oh,
el sabio y docto Kautsky se lo calla! Este erudito político no comprende que
silenciarlo es una villanía. Prefiere contar a los obreros cuentos de niños,
como lo de que democracia significa "defensa de la minoría". ¡Resulta
increíble, pero así es! En este año de nuestro Señor, 1918, el quinto año de
carnicería imperialista mundial y de que en todas las "democracias"
del mundo se estrangula a las minorías internacionalistas (es decir, a los que
no han traicionado vilmente el socialismo, como los Renaudel y los Longuet, los
Scheidemann y los Kautsky, los Henderson y los Webb, etc.), el sabio señor
Kautsky entona sus melifluas loas a la "defensa de la minoría". Quien
lo desee puede leerlo en la página 15 del folleto de Kautsky. Y en la página
16, tan docto. . . individuo os hablará ¡de los whigs y de los tories del siglo
XVIII en Inglaterra!
¡Oh
erudición! ¡Oh refinado servilismo ante la burguesía! ¡Oh civilizada manera de
reptar ante los capitalistas y lamerles las botas! Si yo fuera Krupp,
Scheidemann, Clemenceau o Renaudel, le pagaría al señor Kautsky millones, le
recompensaría con besos de Judas, lo elogiaría ante los obreros, recomendaría
"la unidad socialista" con gentes tan "respetables" como
él. ¿No es prestar lacayunos servicios a la burguesía eso de escribir folletos
contra la dictadura del proletariado, traer a colación a los whigs y tories del
siglo XVIII en Inglaterra, afirmar que democracia significa "defensa de la
minoría" y guardar silencio sobre los pogroms desencadenados contra los internacionalistas en la
"democrática" República de los Estados Unidos?
El
sabio señor Kautsky "ha olvidado" -- probablemente por casualidad. .
. -- una "pequeñez": el partido dominante de una democracia burguesa
sólo cede la defensa de la minoría a otro partidoburgués, mientras que
al proletariado, en todo problema serio, profundo y fundamental, en lugar de
"defensa de la minoría" le tocan en suerte estados de guerra o
pogroms. Cuanto más
desarrollada está la democracia, tanto más cerca se
encuentra en toda divergencia política profunda, peligrosa para la burguesía, del pogrom o de la
guerra civil. El sabio señor Kautsky podía haber
advertido esta "ley" de la democracia burguesa en el asunto Dreyfus
en la Francia republicana, en el linchamiento de negros e
internacionalistas en la democrática República de los Estados Unidos, en el
ejemplo de Irlanda y de Ulster en la democrática Inglaterra[14], en la persecución
de los bolcheviques y en la organización de pogroms contra ellos en abril de
1917, en la democrática República de Rusia. Intencionadamente cito ejemplos que
no corresponden sólo al período de guerra, sino también al período prebélico,
al tiempo de paz. El melifluo señor Kautsky estima oportuno cerrar los ojos
ante estos hechos del siglo XX, y contar, en cambio, a los obreros cosas
admirablemente nuevas, de extraordinario interés, inusitadamente instructivas e
increíblemente enjundiosas sobre los whigs y los tories del siglo XVIII.
Considerad el parlamento burgués. ¿Puede admitirse que el sabio Kautsky no haya
oído decir nunca que los parlamentos burgueses están tanto más sometidos a la Bolsa y a los
banqueros cuanto más desarrollada está la democracia? Esto no quiere decir que no deba
utilizarse el parlamentarismo burgués (y los bolcheviques lo han utilizado
quizá con mayor éxito que ningún otro partido del mundo, porque en 1912-1914
habíamos conquistado toda la curia obrera de la cuarta Duma). Pero sí quiere
decir que sólo un liberal puede olvidar, como lo hace Kautsky, el carácter históricamente limitado y condicional que tiene el parlamentarismo burgués. En el más democrático Estado
burgués, las masas oprimidas tropiezan a cada paso con una contradicción
flagrante entre la igualdadformal, proclamada por la
"democracia" de los capitalistas, y las mil limitaciones y tretas reales que convierten a los proletarios en esclavos asalariados. Esta contradicción
es lo que abre a las masas los ojos ante la podredumbre, la falsedad y la
hipocresía del capitalismo. ¡Esta contradicción es la que los agitadores y los
propagandistas del socialismo denuncian siempre ante las masas a fin de prepararlas para la revolución!
Y cuando ha comenzado una era de revoluciones, Kautsky le vuelve la espalda y se dedica a
ensalzar los encantos de la democracia burguesa agonizante.
La
democracia proletaria, una de cuyas formas es el Poder soviético, ha infundido
un desarrollo y una extensión como jamás se conocieron a la democracia para la
inmensa mayoría de la población, para los explotados y los trabajadores.
Escribir todo un folleto sobre la democracia, como lo hace Kautsky, que dedica
dos páginas a la dictadura y decenas de páginas a la "democracia
pura", y no advertir esto, significa tergiversar por completo las cosas al modo liberal.
Considerad la política exterior. En ningún país burgués, ni aun en el más
democrático, se hace abiertamente. En todas partes se engaña a las masas; y en
la democrática Francia, en Suiza, en Norteamérica y en Inglaterra se hace de un
modo cien veces más amplio y refinado que en otros países. El Poder soviético
ha arrancado revolucionariamente el velo de misterio que cubría la política
exterior. Kautsky no lo ha notado. Nada dice de ello, aunque en una época de
guerras de rapiña y de tratados secretos para el "reparto de las esferas
de influencia" (es decir, para la partición del mundo entre los bandoleros
capitalistas) tiene una importancia cardinal, porque de eso
depende la paz, la vida y la muerte de decenas de millones de personas.
Considerad la estructura del Estado. Kautsky se aferra a "minucias",
incluso a que las elecciones son "indirectas" (en la Constitución
soviética), pero no ve el fondo del problema. No nota que la máquina estatal,
el aparato del Estado tiene una esencia de clase. En la democracia burguesa, valiéndose de mil ardides -- tanto más
ingeniosos y eficaces cuanto más desarrollada está la democracia
"pura" --, los capitalistas apartan a las masas de la participación en el gobierno, de la libertad de
reunión y de imprenta, etc. El Poder soviético es el primero del mundo (mejor dicho el segundo,
porque la Comuna de París empezó a hacer lo mismo) que incorpora al gobierno a las masas, precisamente
a las masas explotadas. Mil obstáculos impiden a las masas trabajadoras participar en el parlamento burgués (que nunca resuelve las cuestiones más importantes dentro
de la democracia burguesa: las resuelven la Bolsa y los Bancos) y los obreros
saben y sienten, ven y perciben perfectamente que el parlamento burgués es una
institución extraña, un instrumento de opresión de los proletarios
por la burguesía, la institución de una clase hostil, de la minoría de
explotadores.
Los
Soviets son la organización directa de los trabajadores y de las masas
explotadas, a los que dan toda clase de facilidades para organizar por sí mismos el Estado y gobernarlo. La vanguardia de
los trabajadores y de los explotados, el proletariado de las ciudades, tiene en
este sentido la ventaja de ser el más unido, gracias a las grandes empresas; a
él le es más fácil que a nadie elegir y controlar a los elegidos. La
organización soviética facilita automáticamente la unificación de todos los trabajadores y explotados
alrededor de su vanguardia, el proletariado. El viejo aparato burgués, la
burocracia, los privilegios de la fortuna, de la instrucción burguesa, de las
relaciones, etc. (privilegios de hecho, tanto más variados cuanto más
desarrollada está la democracia burguesa) desaparecen totalmente con la
organización soviética. La libertad de imprenta deja de ser una farsa, porque
se desposee a la burguesía de los talleres gráficos y del papel. Lo mismo
sucede con los mejores edificios, con los palacios, hoteles particulares, casas
señoriales de campo, etc. El Poder soviético desposeyó inmediatamente a los
explotadores de miles y miles de los mejores edificios, haciendo de este modou
n m i l l ó n d e v e c e s más "democrático" el derecho de reunión para las masas, ese
derccho de reunión sin el que la democracia es un engaño. Las elecciones
indirectas de los Soviets que no son locales hacen más fáciles los congresos de
los Soviets, hacen que todo el aparato sea menos costoso, más ágil, esté más al alcance de los
obreros y de los campesinos en un período en que la vida se encuentra en
efervescencia y es necesario poder proceder con gran rapidez para revocar a un
diputado local o enviarle al Congreso general de los Soviets.
La
democracia proletaria es u n m i l l ó
n d e v e c e s más democrática que cualquier
democracia burguesa. El Poder soviético es un millón de veces más democrático
que la más democrática de las repúblicas burguesas.
Para
no advertirlo es preciso ser un servidor consciente de la burguesía o un hombre
políticamente muerto del todo, al que los polvorientos libros burgueses le
impiden ver la vida real y que está impregnado hasta la médula de prejuicios
democrático-burgueses, por lo que objetivamente se ha convertido en lacayo de
la burguesía.
Esto
sólo podía escapársele a un hombre incapaz de plantear la cuestión desde el punto de
vista de las clases oprimidas:
¿Hay
un solo país del mundo, entre los países burgueses más democráticos, donde el
obrero medio, de la masa, el bracero medio, de la masa, o el semiproletario del campo en general (es decir,
el representante de la masa oprimida, de la inmensa mayoría de la población)
goce, aunque sea aproximadamente, de la libertad de celebrar sus reuniones en los mejores edificios; de la libertad de disponer para expresar sus ideas y
defender sus intereses, de las imprentas más grandes y de las mejores reservas
de papel; de la libertad de enviar hombres de su clase al gobierno y para "poner en
orden" el Estado, como sucede en la Rusia Soviética?
Es
ridículo pensar siquiera que el senor Kautsky pueda hallar en ningún país un
obrero o un bracero entre mil, que, puesto al corriente, dude al contestar a
esta pregunta. Instintivamente, sin oir más que las confesiones fragmentarias
de la verdad que se les escapan a los periódicos burgueses, los obreros de todo
el mundo simpatizan con la República de los Soviets porque ven en ella la
democraciaproletaria, la democracia para
los pobres, y no una democracia para los ricos, como en realidad es toda
democracia burguesa, incluso la mejor.
Nos
gobiernan (y "ordenan" nuestro Estado) funcionarios burgueses,
parlamentarios burgueses y jueces burgueses. Esta es una verdad pura, evidente,
indiscutible, que conocen por experiencia, que sienten y perciben
cotidianamente decenas y centenares de millones de seres de las clases
oprimidas de todos los países burgueses, incluso de los más democráticos.
En
cambio, en Rusia se ha deshecho por completo el aparato burocrático, no dejando
de él piedra sobre piedra, se ha echado a todos los antiguos magistrados, se ha
disuelto el parlamento burgués y se ha dado a los obreros y a los campesinos
una representación mucho más accesible ; s u s Soviets han
venido a ocupar el puesto de los funcionarios o s u s Soviets han sido colocados por encima de los funcionarios, s u s Soviets son los que eligen a los jueces. Este mero hecho basta
para que todas las clases oprimidas proclamen que el Poder de los Soviets, es
decir, esta forma de dictadura del proletariado, es un millón de veces más
democrático que la más democrática de las repúblicas burguesas.
Kautsky no comprende esta verdad, inteligible y evidente para todo trabajador,
porque "ha olvidado", "ha perdido la costumbre" de
preguntar: ¿democracia p a r a q u
é c I a s e ? El razona desde el punto de vista de la democracia
"pura" (¿es decir, sin clases? ¿o por encima de las clases?).
Argumenta como Shylock: "una libra de carne", y nada más. Igualdad de
todos los ciudadanos; si no, no hay democracia.
Debemos preguntar al sabio Kautsky, al "marxista" y
"socialista" Kautsky:
¿Puede haber igualdad entre el explotado y el explotador?
Es
monstruoso, es increíble que tengamos que hacer esta pregunta al tratar de un
libro del dirigente ideológico de la II Internacional. Pero hemos puesto manos
a la obra, y hay que llevarla a término. Nos hemos propuesto escribir sobre
Kautsky; hay que explicar, pues, a este erudito por qué no puede haber igualdad
entre el explotador y el explotado.
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