martes, 7 de febrero de 2012

Hungría. ¿Qué pasa ahí?


Fachada del Parlamento de HungríaLegislaciones controvertidas pusieron de mal humor a la Unión Europea, bloque al que pertenece el país magiar desde 2004

Por MARTA G. SOJO (internacionales@bohemia.co.cu) 

(2 de febrero de 2012)

A pesar de que se han hecho más populares las desgracias en algunos de los países europeos, 
otros vecinos de la zona tampoco están en sus mejores épocas. Y hablo de la parte oriental del Viejo Continente.
Hungría, miembro del campo socialista hasta su desintegración, se encuentra envuelta en una crisis, aunque cuando se habla de problemas económicos resulta difícil no estar preso en este engranaje en cualquier sitio del globo. Pero, claro, cada caso tiene sus particularidades. 
El problema húngaro no solo es de índole económica, opinan algunas fuentes. Una iniciativa del Gobierno de cambiar la Carta Magna no ha gustado mucho. Según la información disponible, el primer ministro, Viktor Orban, conservador nacionalista, ganador de las elecciones de abril de 2010, con el apoyo de la mayoría parlamentaria, promovió reformas en la Constitución, la Fiscalía del Estado, así como restricciones a las facultades del Tribunal Constitucional, reglas a la libertad de información, y la más controvertida: el estatuto del Banco Central. Una medida a la que la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se oponen tajantemente. Ambas entidades pidieron al Gobierno la derogación de dicha ley; y de no hacerlo retirarán el apoyo financiero al mercado húngaro.

Tan precisos han sido, que la Comisión Europea abrió un expediente a Hungría, con plazo de un mes para resolver el asunto, por “no ajustar al derecho europeo la independencia del Banco Central, el sistema judicial y la autoridad de control de la protección de datos”. 

Al final, el premier magiar cedió, apremiado por la crisis interna del país y la dura postura que asumieron el bloque regional y el FMI, que suspendió las negociaciones para conceder un préstamo de entre 15 mil y 20 mil millones de euros y así evitar la quiebra del país. Un argumento muy “convincente” para que el gabinete húngaro cambiara de postura y prometiera enmendar su polémica reforma constitucional, que mantenga la independencia del Banco Central, el poder judicial y los medios de comunicación. 

Hungría, al igual que otros países del área atraviesan una crisis de envergadura, se dice que “su moneda está en el nivel más bajo de su historia frente al euro, y los intereses de los bonos estatales se disparan día a día”. Algunos comentaristas no ven otra escapatoria para encauzar al país que ir a unas nuevas elecciones.

Tanto fuera como dentro del Estado centroeuropeo llueven las críticas contra el primer ministro Orban luego de la aprobación del paquete legislativo; para ciertos sectores, concentra de forma ilegal el poder. El documento identifica “la nación política con la nación étnica, lo cual discrimina de hecho a las minorías no magiares asentadas en el país”, en referencia a gitanos y otras etnias, señalan socialistas y liberales.

El descontento ya ha hecho su entrada en Hungría, tal como demostraron protestas recientes. Cada vez son más los ciudadanos, especialmente la juventud, hastiada del sistema partidista, que revelan su disgusto. A inicios de este mes, decenas de miles de personas fueron movilizadas por grupos cívicos y se reunieron en Budapest para protestar contra la entrada en vigor de la nueva Constitución. Anteriormente, fue detenido un grupo de activistas que, disfrazados de vagabundos, durmieron en bancos de parques, con el objetivo de llamar la atención contra las leyes, que castigan la indigencia con multas de 600 euros a quienes viven en las calles, o penas de prisión para aquellos que no puedan pagarlas. La medida fue defendida por extensa mayoría en el Parlamento, mientras que instituciones que salvaguardan los derechos humanos la rechazaron, “al considerarla inaceptable y similar a otras aplicadas por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial”. 

Con todo este telón de fondo salta la interrogante: ¿Tocará fondo Hungría y deberán nombrar a un tecnócrata para dirigir el país, similar a lo sucedido en Grecia e Italia? Las adivinanzas no son válidas. Así que a esperar y observar cómo girará el porvenir.