martes, 9 de julio de 2013

OSVALDO HERRERA GONZÁLEZ - El fiel y valiente capitán

De él dijo Camilo que “…cumplió su juramento, es un mártir más en la larga lista de los hombres que han preferido morir a claudicar o delatar a sus compañeros…”

Por PEDRO ANTONIO GARCÍA (cultura@bohemia.co.cu)
Fotos: Archivo de BOHEMIA

Sabemos por Silvina Leyva, la combatiente que cayó presa junto con él, los últimos momentos de su existencia. Como jefe delmovimiento 26 de Julio en el triángulo Bayamo-Tunas-Holguín, tenía que recorrer constantemente esos tres territorios. El 20 de julio de 1958, salieron temprano en la mañana rumbo a un campamento cerca de Las Tunas.

 Consideraron que el lugar era peligroso y dio instrucciones de salir de allí. Ya en la noche llegaron a la ciudad de Vicente García y enseguida partieron hacia Holguín, donde les esperaban en la casa de Raúl García. Desconocían que por una delación el lugar estaba vigilado por los aparatos represivos de la tiranía.

Según testimonio de Silvina, “allí nos enteramos de que habían cogido preso a Escalona, un compañero muy activo y de mucho valor. Osvaldo me dijo que teníamos que levantamos temprano pues debía hacer varias gestiones en la mañana […] A pesar del cansancio no podía dormirme. Como a la una de la mañana sentí un carro y ruido frente a la casa y me tiré de la cama.

No tuve tiempo ni de despertar a Osvaldo que estaba rendido de cansancio. Vi cuando le fueron arriba y le daban golpes por la cabeza, por los brazos y los testículos. Golpeaban a Osvaldo y a Raúl. Osvaldo no tuvo tiempo ni de incorporarse”.

Fueron llevados para la Jefatura de Policía de Holguín. Ahí empezaron las torturas. Silvina no lo vio más hasta la media tarde del 21 de julio: “sentado en un balance estaba Osvaldo, que ya no se parecía a él, estaba morado, como colorado, sin poder siquiera levantar la cabeza. Yo lo miré una vez y no pude mirarlo de nuevo”.

Los trasladaron para Bayamo. Un traidor lo identificó: “Este es el segundo de Camilo Cienfuegos y fue quien me llenó la planilla en el campamento rebelde”. En la Ciudad Monumento continuaron las palizas, todo lo que quedaba del día y el siguiente. Años después rememoraría Silvina: “Como a la una de la madrugada del 23 estaba sentada en mi celda cuando el guardia que vigilaba los calabozos llegó conduciendo a Osvaldo, que casi no podía caminar. Me puso la mano en el hombro y dijo bajito que venía a darme un beso, ya que se iba a dormir”.

La combatiente cayó en una especie de modorra, Alrededor de las cinco de la madrugada la gritería de los guardias la despertó. Uno de ellos fue a informarle que Osvaldo se había quitado la vida.

El líder estudiantil

Osvaldo Herrera González nació en la ciudad de Santa Clara en 1933. De acuerdo con investigaciones del historiador Carlos del Toro, estudió la primaria en una escuelita rural ubicada en Yabú en el kilómetro ocho de la carretera a Sagua. Desde que ingresó en el Instituto de Santa Clara para estudiar el bachillerato comenzó a destacarse en las luchas estudiantiles. Cuando se produjo el golpe de Estado (10 de marzo de 1952) era dirigente de la Asociación de alumnos. Ese centro permaneció más de dos meses en huelga por ese hecho y fue el último del país en incorporarse a las clases.

Inmediatamente después de la asonada comenzaron a constituirse en Santa Clara distintos movimientos insurreccionales. Pronto se vio que la mayor parte de estas organizaciones no eran capaces de derrocar a la tiranía. Alrededor de Osvaldo, sobre todo en el Instituto, se nuclearon los elementos verdaderamente revolucionarios.

Roberto Hernández Zayas, amigo y compañero de lucha, recuerda: “En una conmemoración de esas que realizaban los estudiantes se hizo una manifestación hacia el Parque de los Mártires en Santa Clara. Osvaldo habló y emocionó a todos los asistentes por el calor de sus palabras y el contenido martiano de lo que él señalaba, por su combatividad y espíritu de lucha contra la dictadura […]

 Al terminar el acto esa masa no se disolvió y esto fue aprovechado por Osvaldo y los dirigentes de aquella manifestación para recorrer las calles de la ciudad […] se pasó frente a la Estación de la Policía y se le tiraron piedras y ya la policía que se mantenía alrededor de la manifestación comenzó a actuar reprimiendo al estudiantado y a la población en general […] una buena parte de los manifestantes se trasladó hacia el Parque Vidal, en el centro de la ciudad, y ahí en una esquina se produjo el enfrentamiento con la policía. A Osvaldo le rompieron la camisa, lo golpearon”.

Ante el auge que iba tomando el movimiento estudiantil, se produjo la detención de los dirigentes de la Asociación de Alumnos del Instituto, bajo la acusación de alteración del orden, y fueron condenados a una multa de 500 pesos. La Asociación acordó que se convocara a la población para liquidar la multa. Los obreros de la ciudad mostraron solidaridad y se alcanzó la cantidad necesaria para pagarla.

El claustro de profesores estaba integrado en su mayoría por personas reaccionarias, incluso varios de ellos eran personeros de la tiranía que medraban alrededor del presupuesto. Ellos comprendieron la necesidad de separar a Osvaldo, por algún medio, de la masa estudiantil y lo expulsaron del Instituto por tres años. Tuvo que graduarse de bachiller en Remedios.

El combatiente clandestino

Osvaldo matriculó la carrera de Derecho en la Universidad de La
Una de las manifestaciones estudiantiles en que participó
La masa estudiantil, con Osvaldo al frente,
recorre en manifestación las calles de la ciudad.
Habana y para sobrevivir tuvo que hacer un gran esfuerzo económico ya que tenía que pagar la matrícula y los libros. Trabajó en imprentas, bibliotecas, el Balneario Universitario, y a través de una serie de contactos se dedicó también a la venta de frutas. Pudo traer entonces a su familia para La Habana.

Afirma Hernández Zayas que desde finales de 1955 coincidieron en la capital varios combatientes procedentes del centro del país. “Era raro el día en que no nos veíamos para hablar de revolución, ver lo que se hacía, si alguien había conseguido algún arma. Prácticamente la lucha constituía en esos momentos la razón de ser de ese grupo de compañeros y entre ellos, sin duda, Osvaldo se destacaba”.

 Casi todos sus coetáneos coinciden en afirmar que siempre consideró la lucha armada como la única solución a la problemática nacional de la época. De palabra fácil, siempre tenía a flor de labios un pensamiento martiano.

Se caracterizaba, además, por un gran valor personal, era de los que se les podía encomendar cualquier misión, con la seguridad de su cabal cumplimiento. “Siempre nos estaba urgiendo, porque cuando aquello nosotros militábamos en los grupos de acción y sabotaje aquí en La Habana, a ejecutar alguna acción con que golpear a la tiranía”, asevera uno de aquellos combatientes, José Quián.

A mediados de 1957 la Dirección del M-26-7 lo autorizó a marchar a la Sierra junto con Roberto Hernández. De acuerdo con el testimonio de este combatiente, “tras algunos preparativos, decidimos salir el 19 de junio y así lo hicimos. Ese mismo día realizamos una acción de sabotaje en una imprenta aquí en La Habana”.

Desde días antes Osvaldo había preparado sicológicamente a su hermano, quien años después le relataría a BOHEMIA: “Me dijo que él tenía que marchar para la Sierra porque estaba muy vinculado a la lucha, quería que lo supiera y me preocupara por mamá y papá. Ese día salimos y compartimos. Me dijo que tratara de que mamá no comprendiera la cosa de momento que más tarde él se la haría saber.

 Pasaron los días hasta que me dijo: ‘Bueno, Carlos, hoy a la una me voy. Tú recibirás informes míos a través de algunos compañeros’. Y así fue como Osvaldo se despidió de nosotros y no lo vimos más”.

El capitán rebelde
Salida de la cárcel
Un grupo de estudiantes sale de la cárcel después del
pago de la multa mediante aportes del pueblo.
En Santiago la dirección del Movimiento los puso en contacto con Silvina Leyva, quien tenía una casa de huéspedes en la ciudad. Meses después, cuando asumió la jefatura del Movimiento en Bayamo-Tunas-Holguín, ella sería su principal colaboradora. Osvaldo partió en el penúltimo día de julio hacia Palmarito para unirse a un frente guerrillero que se pensaba crear en esa zona.
 Al llegar a la localidad, percibió una situación anormal (ya el ejército de la tiranía había detectado que iba a producir el alzamiento) y tras contactar con militantes del M-26-7, estuvo escondido allí durante un tiempo. Luego regresó a Santiago y fue a residir a casa de Silvina de nuevo, hasta que se incorporó al Ejército Rebelde.

Desde su llegada a la Sierra se destacó como guerrillero. Cuando el 30 de marzo de 1958 Camilo Cienfuegos bajó al llano con su tropa, en ella iba Osvaldo Herrera como teniente auditor y encargado de llevar el Diario de Campaña. Ascendido a capitán por su capacidad y valor, se le encomendó reorganizar el Movimiento 26 de Julio en Bayamo, Las Tunas y Holguín.

La noche del 15 de junio de 1958 el fiel y valiente capitán se despidió de sus compañeros de columna. William Gálvez, testigo del momento, ha relatado:”Sería la última vez en que Camilo vería a su valeroso y querido lugarteniente. Después de innumerables recomendaciones del Comandante, ambos se despidieron con un fuerte abrazo”.

Osvaldo en Camilo
La prensa se hizo eco de las acciones estudiantiles a favor de Osvaldo.La prensa se hizo eco de las acciones estudiantiles a favor de Osvaldo.
Ante el auge del movimiento estudiantil, el claustro del Instituto trata de neutralizarlo con la expulsión de Osvaldo.

Después de rechazada la ofensiva de la dictadura contra la Sierra Maestra, algunos combatientes oriundos de Santa Clara coincidieron con Camilo en La Plata. Uno de ellos relataría después: “se nos acercó emocionado y con los ojos húmedos y casi sin poder pronunciar una palabra nos dijo: ‘¿Se enteraron de lo de Osvaldo?’ Nos miramos entristecidos y nadie pudo decir nada más”.

Pocas veces la pérdida de un compañero de lucha afectó tan intensamente a Camilo Cienfuegos. En carta de condolencia a los padres y hermanos de Osvaldo, afirmó: “Nunca antes, en los 20 meses de lucha frontal contra la tiranía nos resulta más dolorosa la misión de hacer llegar a una familia la muerte de un compañero de este Ejército Rebelde 26 de Julio.

 Hoy lo hacemos sintiendo un dolor muy grande en nuestro corazón; ustedes perdieron al hijo, el hermano amado, nosotros el compañero insustituible, fiel y valiente, la Revolución perdió uno de sus mejores capitanes, Cuba uno de sus mejores hijos.
“Todos lloramos la irreparable pérdida pero nos consuela saber que murió cómo un hombre, como un héroe, resistió en la prisión, sin debilitar en ningún momento su voluntad de acero […] Aún recuerdo el 13 de junio, ese día fuimos al lugar donde cayó el Apóstol Martí, allí ante el panteón reafirmamos nuestro juramento de ser libres o mártires, de morir o vencer.

El cumplió su juramento, es un mártir más en la larga lista de los hombres que han preferido morir a claudicar o delatar a sus compañeros. El cayó, nosotros hemos jurado una vez más continuar la lucha hasta ver cumplidos nuestros ideales, por los que generosamente se arrancó la vida, como él caeremos o seremos libres.

“[…] Ustedes también deben tener valor y estar orgullosos de nuestro Osvaldo, que el dolor profundo que nos trajo su muerte se alivie con el recuerdo de su valor, con el gesto revolucionario, digno y noble, con el gesto de hombría que todos los que estamos dispuestos como él a morir, debemos imitar si el momento llega”.

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FUENTES CONSULTADAS
Testimonios publicados por la revista BOHEMIA (ediciones del 15 de marzo de 1959 y 28 de agosto de 1978). Testimonio ofrecido por Silvina Leyva a Roberto Hernández Zayas y carta de condolencia de Camilo a los familiares de Osvaldo Herrera (ambos en Los últimos momentos de Osvaldo Herrera González, Blog Santa Clara, www.cerrocalvo.blogspot.com). Los libros Camilo, Señor de la Vanguardia, de William Gálvez, y Hablar de Camilo, de Guillermo Cabrera Álvarez.

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