Llamar a Petro Poroshenko al despacho en Berlín en el Día de la Independencia de Ucrania demuestra, no solo el grado de la actual independencia del país, sino también el grado de independencia real de Europa. Hacia fuera, por supuesto, todo tenía un aspecto normal: “el mal chico, Petro” fue llamado a consultas por las infracciones del acuerdo de Minsk y recibió órdenes de hacer las paces con Rusia. Pero en realidad esto no
es completamente cierto.
Por una parte, François Hollande y Angela Merkel dejaron claro que la Unión Europea continuará insistiendo en el cumplimiento del acuerdo de Minsk-2. La Canciller alemana, insistiendo en que el alto el fuego en Donbass no está siendo respetado, que las partes se quejan constantemente de infracciones del alto el fuego y que no se ha producido la retirada de armamento pesado de la línea de separación, afirmó que era necesario “terminar, por fin, la retirada de armamento pesado de la línea de separación”. El presidente francés François Hollande, por su parte, apuntando la falta de progreso del alto el fuego, afirmó que los miembros del formato Normandía deben asegurar a los residentes en el este representantes legales y que sus intereses no serán ignorados.
Además, la líder del Gobierno alemán, que prometió informar a Putin de los resultados de las conversaciones, insistió en que “es imposible abandonar los lazos con Moscú, aunque Putin no hubiera estado presente en el formato a cuatro”. Unos días antes, el ministro de Asuntos Exteriores francés Fabius afirmó en una entrevista con JDD: “los acuerdos de Minsk, en los que compartimos responsabilidad, definen las condiciones según las cuales Ucrania puede volver a las relaciones correctas tanto con Rusia como con la Unión Europea. Esa es nuestra brújula”. Una posición muy constructiva, si no fuera por algunos peros.
En primer lugar, Europa no ha renunciado a su retórica acusadora, jugando un papel de juez y tratando, con persistencia, de presentar los hechos en Ucrania como una guerra con Rusia.
El ya mencionado Fabius prometió “recordar a los dos que no pueden hacer otra cosa que cumplir lo prometido o quedarán expuestos”. La hipocresía es evidente, ya que desde los vehículos diplomáticos de la Unión Europea cubrieron a los golpistas que cargaron contra Berkut y los discursos de políticos europeos desde el escenario de Maidan dieron la vuelta al mundo. Si hay alguien que debería ser considerado parte en este conflicto, son los propios europeos.
En segundo lugar, en la rueda de prensa posterior a la reunión, ni Merkel ni Hollande negaron las mentiras de Poroshenko, que afirmó que “Ucrania cumple rigurosamente sus compromisos con respecto al alto el fuego, la cooperación con la OSCE, la retirada de armamento pesado y los aspectos humanitarios”. No hay ninguna confusión entre los líderes europeos y el elegante “nosotros” de este obra: “Nosotros declaramos hoy que, por desgracia, la Federación Rusa y los militantes a los que apoya representan una amenaza común a la paz y la estabilidad de la región”. Es presumible que estén de acuerdo con estas afirmaciones.
Pero aunque se pueda achacar que no se refutaran las mentiras de Poroshenko durante la rueda de prensa a la buena educación de Merkel y Hollande y al protocolo diplomático, la ceguera de las autoridades de los países de la Unión Europea ante los actos del régimen de Kiev sugiere que aprueban los planes agresivos de Kiev.
Tan solo unas horas antes de partir hacia Berlín, en el desfile en honor al Día de la Independencia, Poroshenko admitió abiertamente que la noche anterior había sido enviado al frente el convoy más grande de howitzers, blindados y artillería que Ucrania haya enviado nunca a la zona de guerra. El pacificador Poroshenko prometió dar al ejército 300 blindados, 400 BMP, 30.000 misiles, munición, aumentar el gasto militar y continuar con la movilización que ya ha tomado el nombre de mogilización [de mogila, tumba en ucraniano].
El armamento pesado no solo no está siendo retirado de la línea de contacto, sino que continúa utilizándose para los brutales bombardeos contra las ciudades de Donbass. Según el comandante adjunto de la milicia de la RPD Eduard Basurin, solo en la semana anterior a la visita de Poroshenko a Berlín, las fuerzas punitivas ucranianas dispararon “520 proyectiles de MLRS, 422 proyectiles de artillería de calibre de 152 y 122mm, 116 proyectiles desde sus tanques, 581 bombas de mortero de calibre 82 y 120mm”. Mientras se escribían estas líneas, la hermana del autor llamó desde Gorlovka e informó de que la noche del 24 al 25 de agosto, inmediatamente después de las falsas promesas de Poroshenko, alrededor de 20 proyectiles impactaron en la zona en la que reside, destruyendo varias viviendas, dos escuelas y una guardería.
Contrariamente a lo estipulado en los acuerdos de Minsk, el bloqueo de transporte de Donbass ha sido reforzado. El 17 de agosto, el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania tomó la decisión de cerrar varios corredores a la RPD y la RPL. La necesidad de garantizar la seguridad durante los ataques motivó esa decisión. ¿Pero qué impide a las fuerzas punitivas, que desde marzo han prohibido el suministro de alimentos a las repúblicas rebeldes, dar por finalizados los bombardeos?
Los planes de Kiev de una ofensiva a gran escala contra Donetsk están más o menos claros. Los planes del Estado Mayor de destruir las repúblicas fueron filtrados por representantes el Ministerio de Defensa de Ucrania a la milicia de Novorrusia y el 24 de agosto, soldados grabaron al Ejército Ucraniano retirando minas para permitir el paso a vehículos militares. La política ucraniana V. Volga informó en su perfil de Facebook de que los hospitales de Mariupol, Severodonetsk, Dnepropetrovsk y Zaporozhie se preparan para recibir un gran número de heridos.
Pero la ceguera europea no es sorprendente, ya que en la parte ucraniana de la guerra civil no solo hay mercenarios, sino que también está involucrado personal militar de países de la Unión Europea. Según el recientemente nombrado Embajador de Ucrania en Estados Unidos, V. Chaly, Ucrania recibe armamento moderno “incluyendo armamento letal y nadie puede impedir esto a Ucrania, un Estado soberano. Otra cosa es que no es aceptable publicar la lista de países, pero se trata de una docena de países europeos. Tenemos diferentes niveles de cooperación técnico-militar que se están desarrollando en estos momentos”.
La publicación austriaca Contra Magazine confirmó esta afirmación y escribió que “Hace tiempo que existe un flujo de armas de Occidente hacia Ucrania. Los gobiernos de la Unión Europea lo niegan. Pero aun así Poroshenko afirmó que Kiev ha recibido 500 unidades de equipamiento especial del extranjero”.
Los residentes locales de la RPD y la RPL, así como la milicia, han informado del aumento de uso de armas desconocidas extranjeras por parte de las fuerzas punitivas ucranianas que de largo superan el calibre permitido por los acuerdos de Minsk.
Así que Europa agarra con una mano a Poroshenko, evitando que se lance a la batalla, pero con la otra le entrega armas para que continúe la guerra. La Unión Europea está dividida entre el deseo de asegurar sus fronteras, deshacerse del socio poco de fiar que siempre está pidiendo dinero y luchar por mantener en el poder al régimen títere al borde del abismo económico al que ayudó a llegar al poder.
Los próximos días dirán si Merkel y Hollande lograron evitar que Poroshenko se lance a una ofensiva suicida. En cualquier caso, no se decidirá en Kiev o en Berlín sino en Washington.
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