miércoles, 24 de junio de 2015

La situación humanitaria en Donbass

Hace tiempo que deseo escribir sobre la situación humanitaria en Donbass. Quiero dejar claro que escribo desde mi propia experiencia y desde la experiencia de los cooperantes a los que conozco personalmente. Tengo un buen conocimiento de la situación en Lugansk, aunque no en Donetsk. Según dicen, la situación es similar, aunque el suministro allí es mayor.

Los pensionistas de Donbass han recibido su pensión de forma regular los últimos dos meses (1200 grivnas o 2400 rublos). También los discapacitados y las madres solteras han recibido sus prestaciones (870 grivnas o 1740 rublos), aunque la mayor parte han tenido que volver a solicitar esas prestaciones.

No se puede decir que estos ingresos sean suficientes aunque, en general, veo una gran diferencia en comparación con la situación del pasado invierno. La situación en diciembre y enero era simplemente trágica. En algunos casos era posible hablar de hambruna sin temor a exagerar.

Muchas aldeas y ciudades no recibían ayuda humanitaria alguna, por ejemplo Khryashchevatoye o Georgievka. El suministro de agua corriente y electricidad de Khryashchevatoye se ha restablecido recientemente, aunque algunas zonas aún permanecen sin agua. En invierno, la población simplemente sobrevivía. Sin ninguna ayuda. “Fuera de la zona de guerra”. La ayuda llegaba principalmente a las zonas afectadas: Debaltsevo, Chernujino, etc. Y las localidades más pequeñas quedaban completamente olvidadas.

En invierno, la situación en la zona de Pervomaisk era catastrófica. No se había distribuido nada desde el anterior verano. La ciudad estaba, y en realidad sigue estando, prácticamente sitiada por el ejército y la Guardia Nacional de Ucrania. Últimamente, la ciudad había estado mucho más tranquila, aunque informaciones recientes dan a entender que se ha reanudado el bombardeo. Y no con baja intensidad.

Cuando entregábamos la ayuda a los comedores sociales, las mujeres prácticamente lloraban. Y no estaban fingiendo. En los refugios, los niños se agolpaban alrededor de los dulces, algo que no habían visto en mucho tiempo.

Ahora los refugios antibombas y los comedores sociales reciben entregas de alimentos de forma regular. Si antes llegábamos a una vivienda y era evidente que estaba completamente vacía, ahora está claro que hay comida allí.

Pero también está claro que la población ha vivido prácticamente un año a base de estofado, gachas y productos no perecederos (té, azúcar, leche en polvo, etc.). Como es lógico, esa es la prioridad en el reparto.

Muchos de quienes han mantenido sus granjas, siguen viviendo principalmente gracias a ellas. Una vaca, una cabra, pollos, patos, etc. Aunque se ha tenido que llevar a muchos al matadero, ya que no hay nada con que alimentarlos…

Quienes han permanecido en las ciudades, o quienes lo han perdido todo por culpa de los bombardeos (y son muchos) simplemente no han tenido ocasión de probar leche fresca en todo este tiempo. La población comienza a sufrir la falta de vitaminas a causa de comer únicamente alimentos procesados.
Por eso, en nuestro último viaje, tratamos de comprar en cada lugar que visitamos pollo, leche, yogur, kéfir, mantequilla (muchos no habían visto mantequilla en todo un año) o huevos. Intentamos que siempre haya fruta, plátanos o manzanas (que se pueden comprar a precio relativamente bajo en los mercados locales) para los niños. Todo ello se puede ver en las fotografías.

El verdadero problema en este momento es la población en edad de trabajar. Muchos aún no tienen trabajo. Y aquellos que tienen un empleo, no cobran sus salarios. Es decir, los niños y los mayores por lo menos reciben ayuda. Pero los adultos apenas la reciben. Ahora mismo son el grupo de población en situación más vulnerable. Es difícil imaginar el trabajo de los médicos, enfermeras o el personal de las ambulancias, que salen a ayudar a la población por la noche, después del toque de queda, o los bomberos y operarios que trabajan en la infraestructura de las ciudades, en ocasiones bajo el fuego de artillería.

Mi amiga Yulia es asistente social. No recibe su sueldo, pero aun así cada día compra cuatro billetes de autobús para ir a otra zona de Lugansk. Le ayuda su familia, vive gracias a la pensión de sus padres, que han cobrado solo dos meses del último año, y a la ayuda humanitaria.

La situación en cuanto a los medicamentos también es catastrófica. Las farmacias están vacías: solo se puede comprar medicamentos básicos, analgésicos, etc. Si se necesita algo más serio, es un problema. Recibimos constantes llamadas de personas que preguntan por la distribución de medicinas. Algunos incluso prometen pagarnos: “por favor, pagaremos, pero no hay dónde comprarlos aquí”. La situación es especialmente complicada para aquellos que dependen de esas medicinas para sobrevivir, los diabéticos, por ejemplo. Aunque se puede encontrar insulina en toda la región, en ocasiones es de baja calidad. Esto, unido a la baja calidad nutritiva de los alimentos (congelados, conservas y escasez de frutas y verduras frescas), supone un problema para los diabéticos.
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Para mí es increíble pensar que las tiendas tengan de todo. Se puede encontrar todo lo necesario en los mercados y en las tiendas, aunque no haya muchas, ya que la mayoría están cerradas. Las estanterías están llenas. Pero la población simplemente no dispone de dinero, así que solo están para quienes lo tenían antes de la guerra o quienes reciben ayuda de sus familiares. Es una dura línea de alienación, no hay otra manera de decirlo. En lo positivo, ya ha llegado la temporada de siembra. Y todos plantan flores, siempre que tiene oportunidad, cuando no caen las bombas.

En resumen, la situación en general ha mejorado. Pero de momento no todo funciona. La población en edad de trabajar vive una situación muy complicada: no hay dinero y la ayuda humanitaria solo es suficiente para sobrevivir.

También hay un grave problema con el suministro de alimentos perecederos y con la administración de medicinas. Otra ofensiva podría causar otra catástrofe humanitaria. Porque la población y la infraestructura civil, que como se ha visto son un blanco deliberado, son las primeras en sufrir. Muchos cooperantes no saldrían en medio de los bombardeos y, en ese caso, el reparto se interrumpiría.

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