martes, 7 de abril de 2015

Obligados a lo imposible

Un proverbio en latín dice: “Ad impossibilia nemo tenetur”, no se puede obligar a nadie a hacer lo imposible. Parece que las autoridades de Kiev no conocen este dicho. O, por el contrario, lo conocen demasiado bien. Dándole la vuelta al significado del segundo acuerdo de Minsk, Kiev trata de imponer lo imposible a los rebeldes de Donbass, obligándoles a elegir entre la rendición completa según los términos de Kiev o la continuación de la guerra fratricida.

Esto hace que continúe el tira y afloja en la implementación del segundo acuerdo de Minsk.

La semana pasada, las autoridades de la República Popular de Donetsk exigieron que sus representantes sean incluidos por fin en el debate sobre la reforma constitucional. “Todos los temas relacionados con las elecciones y la reforma constitucional deben incluirnos. Tal y como dictan los términos del acuerdo, representantes de la RPD y la PRL deben participar en el proceso de toma de decisiones en el grupo tripartito”, declaró el representante de la RPD Denis Pushilin a Interfax.

La postura de Kiev en relación a las negociaciones ha llevado al acuerdo al borde del colapso. Ni siquiera se trata de las 800 ocasiones registradas en las que las Fuerzas Armadas de Ucrania han violado el alto el fuego en el territorio de Donbass. Tras otra necesaria pausa tras su derrota militar, Kiev trata de evitar el inicio del diálogo político imponiendo condiciones inaceptables y que no se corresponden al acuerdo de Minsk.

Una de esas condiciones, por supuesto, es la celebración de elecciones locales en los “territorios de estatus especial” según las actuales leyes de Ucrania. Esta formulación concreta supone que la composición de la comisión electoral será determinada en Kiev, principalmente con representantes de los partidos presentes en la Verkhovna Rada. ¿Se imaginan qué tendrán que decir de los “territorios de estatus especial” los partidarios de Lyashko o de Yatseniuk?

Pero esto es lo de menos. Porque no se trata de buscar la mejor manera de empujar a las Repúblicas Populares a ese campo de minas que es la legalidad de Ucrania. Quizá esto es lo que los estrategas de Kiev entendieron como resultado del acuerdo de Minsk, pero no es eso lo que se acordó.

Para acabar esta guerra civil –“caliente” en Donetsk y Lugansk y “fría” en Odessa o Kharkov– es necesario un diálogo a nivel nacional. Todas las partes comprenden ya que que las autoridades de la RPD y la RPL no solo representan a los residentes de esos “territorios especiales” de Donetsk y Lugansk sino que en las negociaciones representan, en cierta manera, el punto de vista de esa mitad la población ucraniana que no está de acuerdo con lo ocurrido en el país desde el golpe de Estado de febrero de 2014.

La junta de Kiev torpedea los acuerdos precisamente porque teme a esa mitad de la población que no ha aceptado Maidan y sus resultados. Después de todo, si se diera voz a los representantes de las exitosas rebeliones en Donbass, habría que dar voz a aquellos que participaron en las rebeliones reprimidas en Odessa o Kharkov. Algo que me dice que esa mayoría silenciosa, que sufre el aumento de precios y tarifas, no estaría del lado de las autoridades de Kiev en este diálogo.

Existe otro factor importante en el fracaso de los acuerdos: la postura de Estados Unidos. Como se ha demostrado en el conflicto entre Kolomoisky y Poroshenko, Estados Unidos tiene la capacidad de decidir en los conflictos internos de las autoridades ucranianas. La Unión Soviética llamaba, con razón, regímenes títere as esos Gobiernos. Y la administración estadounidense no está interesada en resolver la guerra civil en este momento, especialmente teniendo en cuenta la fuerte presión a la que los halcones Republicanos (y no solo Republicanos) están sometiendo a Obama en lo que respecta a la situación en Ucrania.

En términos generales, siempre hay que ser optimista en lo que se refiere a la guerra y a la paz, pero parece que la guerra es inherente al régimen ucraniano, por lo que solo podrá haber una paz duradera cuando nuevas autoridades tomen el poder en Kiev.

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