viernes, 15 de agosto de 2014

Marruecos colabora con el terrorismo en Siria e Irak

Cuando Mustafa Hamduch, de 28 años, apodado Kokito, se fotografió, la pasada primavera en Siria, exhibiendo las cabezas cortadas de cinco de sus víctimas, quedó escenificado hasta qué punto la suerte de España y Marruecos están vinculadas en la lucha antiterrorista. Hamduch, que colgó la foto en una red social, está casado con una española, es de Castillejos, la ciudad marroquí pegada a Ceuta, y fue reclutado por el español Mustafa Maya Amaya, que antes de convertirse al islam se llamaba Rafael. Su red fue desmantelada en marzo pasado.

La ligazón de Madrid y Rabat quedó de nuevo puesta de manifiesto, ayer jueves, cuando los ministerios del Interior español y marroquí anunciaron casi simultáneamente, en sendos comunicados, que las autoridades de Rabat habían desarticulado, con la ayuda de la
Comisaría General de Información, una nueva célula que reclutaba y enviada a yihadistas a Irak y Siria donde ha sido proclamado el Estado Islámico que ha desbancado a Al Qaeda.

Nueve marroquíes, algunos con fuertes nexos con España, fueron detenidos, según Rabat, en los lugares donde solían operar -Castillejos, Tetuán y Fez- a los que el ministerio español añade Ceuta. Sus identidades no fueron divulgadas.

Esta aparente sintonía de los ministerios de ambos países esconde dos formas de actuar diferentes. En España se ha tratado de impedir que los aspirantes a combatir en las filas del Estado Islámico salgan del país mientras que en Marruecos se les ha dejado emigrar con la esperanza de que no regresen, según fuentes conocedoras del fenómeno.

Así se explica que el ministro del Interior marroquí, Mohamed Hassad, reconociese en julio ante el Parlamento que 1.222 marroquíes se habían marchado a Siria e Irak a los que, según él, habría que añadir otros 2.000 europeos de origen marroquí. Después de los tunecinos, unos 2.400 según una estimación oficial, los marroquíes son el contingente más numeroso de combatientes extranjeros en Oriente Próximo. Interior calcula que hay medio centenar de yihadistas españoles o residentes en España en esa misma región.

"Muchos de los marroquíes que se marcharon a Siria son miembros de la Coordinación de Defensa de los Presos Islamistas o han sido reclutados a través de esta asociación", asegura al teléfono Abdalá Rami, investigador en el Centro Marroquí de Ciencias Sociales. "La guerra en Siria ha sido una oportunidad de deshacerse de estos ex presos", añade. "Las autoridades marroquíes han hecho la vista gorda".

"¿Cómo los servicios secretos marroquíes, de los que nos dicen que conocen al detalle los movimientos de estos elementos, no han podido anticipar esa salida masiva hacia las zonas en conflicto?", se pregunta el periodista Rida Benotman, que estuvo en la cárcel por islamista, pero que ya no profesa esa ideología.

Benotman asegura haber escuchado a un joven "contar, justo antes de partir para Siria, como un mokadem [funcionario del Ministerio del Interior que tiene a un cargo un barrio] llamó a las puertas de las casas de algunos salafistas, en una ciudad del norte de Marruecos, para preguntarles si todavía no se habían largado".

El caso más llamativo es el de Fatiha Mejjati, apodada la viuda negra, vigilada las 24 horas del día por cuatro policías de paisano. Proclamó en una red social su lealtad al Estado Islámico y al poco tiempo, en julio, apareció en una pequeña ciudad del norte de Siria controlada por ese grupo terrorista. Salió de Marruecos con un pasaporte.

Romain Caillet, investigador del Instituto Francés de Oriente Próximo, formula otra hipótesis en una entrevista con Jolpress. Si los servicios de seguridad marroquíes fueron benévolos con los yihadistas en su camino hacia Siria ha sido, sobre todo, para "distraer a los más motivados del frente de Malí" donde un aliado estratégico de Marruecos, Francia, lucha desde enero de 2013 contra los terroristas.

Por un lado Rabat deja salir a los terroristas y, por otro, atiende la llamada de ayuda formulada por Arabia Saudí. Ha enviado a cien soldados de sus fuerzas especiales a secundar a la Guardia Nacional saudí en su frontera con Irak.

EL MUNDO

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