sábado, 14 de septiembre de 2013

Contribución del Comité Central del Partido Popular Socialista de México para el XXII Seminario Comunista Internacional.

EL CAPITALISMO MUNDIAL EN CRISIS Y LAS POLÍTICAS DEL IMPERIALISMO: NEOLIBERALISMO Y VIOLACIÓN DE LAS LIBERTADES Y LOS DERECHOS DEMOCRÁTICOS, EL CASO DE MÉXICO.

1. América Latina es el laboratorio donde el imperialismo ensayó su réplica a la crisis: neoliberalismo y restauración del fascismo.

Llegaba el siglo XX a su década de los setentas cuando el sistema capitalista mundial entró en una fase aguda de crisis multidimensional que, en la esfera de la economía, combinó por primera vez el estancamiento con la inflación; hasta el momento eran fenómenos que se identificaban como los polos opuestos del ciclo.
Además, ya durante los años previos se habían venido haciendo más cortos los plazos en que el curso de la producción se estanca. A la vista del agotamiento inminente del sistema capitalista, los principales centros del imperialismo iniciaron el desmantelamiento de la economía keynesiana a la que hasta entonces se habían acogido; la tendencia declinante de la tasa de ganancia, propia de ese modo de producción, reducía los colosales recursos que recaudaban, y los más poderosos no estaban dispuestos a que las cosas siguieran sucediendo así. Su ambición es insaciable y, con o sin crisis, querían sostener sus ganancias y hasta acrecentarlas, sin que importaran las calamidades que impondrían a la clase trabajadora y los pueblos del mundo, y los devastadores daños a los ecosistemas. Así, volvieron los ojos hacia el neoliberalismo, que algunos de sus ideólogos ya venían pregonando desde décadas atrás, y lo ensayaron en América Latina: su primer damnificado fue el heroico pueblo chileno, sometido a la brutal dictadura de Pinochet. 

Dentro de una política de shock, sus medidas redujeron el gasto público en un 20%, dejaron en el desempleo al 30% de los empleados públicos, aumentaron el IVA, privatizaron la mayor parte de las empresas estatales y liquidaron los sistemas de ahorro y de préstamos de vivienda. Como resultado, el Producto Bruto cayó un 12%, la tasa de desempleo creció hasta al 16% y el valor de las exportaciones se redujo en un 40%. La carestía fue imparable; miles de empresas pequeñas y medianas quebraron y desaparecieron; por las calles pululaban las masas de los desempleados. Esta fue la obra de Milton Friedman y sus Chicago boys, asesores económicos de Pinochet; y se produjo al mismo tiempo que su gobierno violaba sistemáticamente los derechos democráticos y las libertades, registrándose 28,259 víctimas de prisión política y tortura; alrededor de 3,000 ejecutados y más de un millar de detenidos y desaparecidos, según las cifras de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. La libertad de expresión se canceló; se suprimieron los partidos políticos y se ejerció una persecución permanente y violenta contra los comunistas y todos los luchadores sociales. 

Así emergieron en América Latina el neoliberalismo, práctica económica altamente concentradora de los beneficios en manos sólo de los más poderosos, y el fascismo restaurado, violador de los derechos democráticos y las libertades. Nacieron unidos como monstruosos hermanos siameses.
Los beneficiarios del neoliberalismo, en efecto, son pocos en el mundo –apenas 356 individuos, los más ricos de la Tierra acumulan una riqueza que equivale al ingreso anual de 270 millones de personas. Pocos, pero con un poder enorme: ésos y otros, unos cientos de individuos, unos miles cuando más, que detentan el capital financiero y las principales ramas de la economía en el planeta, tienen la capacidad real de manipular en su provecho las variables del mercado mundial que afectan a más de siete mil millones de humanos. 

2. El neoliberalismo en México.

A México, el neoliberalismo llegó casi dos lustros después que a Chile, en los inicios de la década de los ochentas, y encontró un enorme botín del que se apoderó. Gracias a las luchas del pueblo, que hizo una revolución profunda en 1910-17, y a la clase trabajadora que siguió dando batallas victoriosas décadas después, éramos un país donde las nacionalizaciones habían avanzado más que en otros: como la nacionalización de la industria petrolera, rescatada para el patrimonio nacional por Lázaro Cárdenas, un presidente patriota, que tuvo esa respuesta adecuada luego de una lucha intensa librada por los trabajadores contra las petroleras extranjeras que saqueaban a México. Para 1980 el sector estatal de la economía llegó a sumar 1,155 empresas, entre ellas todas las que son estratégicas y prioritarias para el desarrollo de las fuerzas productivas, sacándolas del “libre mercado”, y desatando la furia del imperialismo.

Pero a partir de 1982 llegaron los gobernantes neoliberales y desmantelaron el sector estatal de la economía, transfiriendo las empresas privatizadas al capital imperialista y apropiándose ellos mismos de muchas, a través de prestanombres. Al hacerlo, desarticularon además cadenas productivas ya integradas o en proceso de integración, dañando nuestro todavía incipiente desarrollo económico; y, a causa de su política económica y su actitud sumisa hacia intereses imperialistas, pusieron en riesgo la viabilidad de México como Nación independiente y soberana. Además, llevaron la corrupción a niveles no vistos, pues para ellos todo está en el ámbito del mercado, todo se convierte en mercancías. En ese mercado libertino participan los gobernantes vendiendo lo mismo favores que empresas públicas; y también sus familiares, sirviendo de intermediarios; y participan desde luego los capitalistas, sobre todo extranjeros, comprando todo lo que les convenga; además de un enjambre de personajes de opereta: banqueros, prestanombres y pillos de todo calibre. Así es como se han amasado fortunas descomunales –hoy tenemos al personaje más rico del mundo-- en medio de la ruina general de la población. 

Esa política de los gobiernos neoliberales ha conllevado la degeneración del tejido social y ha generado un clima de violencia, inseguridad y delincuencia que los mexicanos no habíamos conocido en el pasado. Los gobiernos neoliberales han falsificado la democracia, empezando por la conducta de los mismos gobernantes: fue de la manera más despótica, ideológicamente fraudulenta, como impusieron su proyecto: jamás abrieron sus propuestas al previo debate de las ideas; nunca las sometieron a consulta pública de ninguna especie; jamás expusieron sus tesis de gobierno como plataforma para pedir el voto de los mexicanos; ni siquiera las incluyeron en los planes de gobierno que sometieron a la aprobación del Congreso. Vergonzantes, escondieron sus proyectos, para luego imponerlos con insolente autoritarismo. La derecha descarada y la socialdemocracia de “centroizquierda” han estado coludidas desde siempre, impulsado reformas que sistemáticamente han resultado en la reducción del nivel de vida del pueblo. 

Además, pusieron en crisis toda la educación, porque a quienes los patrocinan desde fuera del país no gusta el perfil del mexicano que se define en el Artículo Tercero constitucional: no quieren que se formen las nuevas generaciones de mexicanos patriotas, resueltos a defender la independencia y la soberanía de la Nación; que a la vez sean internacionalistas y solidarios con todos los pueblos del mundo que luchan por su emancipación; que sean de verdad democráticos y estén dispuestos a luchar por la elevación constante del nivel de vida del pueblo, y que practiquen el pensamiento científico, ajeno a dogmas y servidumbres. El capital financiero transnacional y los oligarcas locales lo que quieren es una generación de mexicanos aprestados a vender su fuerza de trabajo y a conducirse con docilidad frente a sus patrones y a eso han venido adaptando los procesos “educativos”. Los neoliberales han empobrecido a decenas de millones de compatriotas de manera brutal y, como contraparte, han generado una decena y media de multimillonarios. 

Por todo esto, junto con los treinta años de neoliberalismo, llevamos ese mismo lapso de intensas protestas populares, que muchas de ellas han sido reprimidas, cada vez más, con ferocidad bestial.

3. Estrategias y respuestas populares en América Latina, que constituyen importantes derrotas al imperialismo.

Si bien el neoliberalismo de manera inicial avanzó irrefrenable en América Latina y el Caribe y fue incomparablemente más depredador que en los países capitalistas desarrollados, en los últimos veinte años ha sufrido grandes descalabros en la región, donde sólo México, Colombia, los países de Centroamérica y acaso otros dos o tres, aún sufren gobiernos empecinados en realizar interminables reformas que profundicen la desnacionalización de las economías, dando cada vez mayores incentivos al gran capital y fomentando una distribución de los ingresos en alto grado concentradora, tal como lo disponen la OCDE, el FMI y todas las instancias creadas por el imperialismo para esos fines. Pero en Venezuela, Bolivia, Ecuador y el conjunto de los países que se agrupan en la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América, ALBA, los conservadores y socialdemócratas han sido desplazados del gobierno, junto con toda la franja de la burguesía servil al imperialismo, y han sido reemplazados por bloques sociales plurales en los que participan fuerzas populares diversas, incluida la izquierda comunista.
Son países que estando todos ellos –con la excepción sólo de Cuba—todavía dentro del sistema de la propiedad privada de los medios de producción y cambio, sin embargo no aplican las recetas que ordenan los centros de poder del imperialismo, ni en lo económico ni en lo político y que avanzan hacia su liberación respecto del propio imperialismo. Hay además, en la región, un tercer bloque de países con gobiernos socialdemócratas que, a diferencia de los anteriores, no rompen con el neoliberalismo, lo atemperan por medio de políticas sociales –como ejemplo Brasil—, pero en lo político no se supeditan a Washington de manera incondicional, sino que establecen relaciones cordiales y de respeto con Cuba y en general con los países del ALBA, con lo que se modifica sustancialmente la correlación de fuerzas en lo internacional y se debilita el otrora inafectable dominio yanqui.

4. Los ataques contra los derechos democráticos y las libertades en México hoy. Estrategias y acciones de respuesta. 

Resultado de la elevación del nivel de consciencia antiimperialista y antineoliberal de las masas populares, llegamos al proceso electoral de 2012, por la primera vez en casi dos décadas, con un aspirante a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador, enemigo de las privatizaciones y el neoliberalismo en su conjunto. Y llegamos también con un amplio frente antineoliberal que apoyó su candidatura. En estas nuevas condiciones, pudimos disputar la presidencia de la República con buenas perspectivas de superar nuestro rezago temporal y ponernos en armonía con los procesos que viven otros pueblos hermanos de América Latina.
Aunque no se trataba de una victoria segura, dados los diversos instrumentos que controla la burguesía proimperialista dominante, valoramos que aun de no lograr la victoria electoral, o ésta, a causa de un fraude no nos fuera reconocida, podría quedar como saldo un nuevo nivel de organización con el surgimiento de dos agrupaciones político electorales con fuerza cuantitativa que no existían, y que vendrían a acrecentar el arsenal con el que combatimos a la dupla imperialismo-burguesía entreguista: el Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, de corte popular-antineoliberal, liderado por López Obrador, y la Organización Política de los Trabajadores y el Pueblo, OPT, de corte obrero y popular.

Por cuanto a nuestros enemigos de clase, con el arribo de Enrique Peña Nieto a la presidencia, su gobierno desató una oleada de reformas antiobreras, antipopulares y antinacionales de “tercera generación” y recrudeció, a la par, las políticas represivas. 

El Partido Popular Socialista de México, en esta etapa postelectoral, mantiene en alto la bandera sobre la urgencia de echar a los neoliberales, para lo cual también debemos enfrentar todas las acciones de Peña, que está apurado en demostrar a sus amos imperialistas y de la gran burguesía local, que él y su partido son sus servidores fieles y eficaces, por encima de los panistas que estuvieron a cargo durante los doce años pasados; porque a esto se reduce la “rivalidad” entre el PAN y el PRI de nuestros días, a una lucha por ganar la confianza y el favor de los dueños del capital imperialista, a quienes uno y otro sirven de rodillas.

Por tanto, estamos convocando a todas las clases y sectores de la población que el neoliberalismo convierte en sus víctimas, a luchar de manera conjunta con este doble objetivo inmediato: resistir y frenar la avalancha neoliberal que Peña nos echa encima, y arrojar al propio Peña y a todos los neoliberales de la dirección de la vida pública. No convocaremos a los detentadores del capital imperialista ni a la gran burguesía a esta lucha nuestra, claro está; ni a sus siervos, los neoliberales del PRI y el PAN, ni a los socialdemócratas del PRD que también son neoliberales; sería ingenuo: todos ellos están al otro lado de la trinchera y son el enemigo al que combatiremos y queremos derrotar. 

Seguimos inmersos en la tarea de contribuir a construir ese frente, señalando el carácter caduco e insalvable del sistema capitalista y la necesidad histórica de sustituirlo por el socialismo científico; al mismo tiempo, poniendo por encima lo que nos une y dejando en segundo plano lo que nos divide, en la lucha contra el neoliberalismo y contra el imperialismo, con rumbo a la liberación nacional; estando en la primera fila de la pelea, tanto en lo ideológico como en las acciones prácticas y en la tareas organizativas; fortaleciendo al partido en lo cualitativo y en lo cuantitativo; evitando toda actitud sectaria y vanguardista por autoproclama, y comprendiendo a cabalidad que la vanguardia no se obtiene por autodecreto, sino porque nuestra clase social y nuestro pueblo nos la confieran de manera libre y consciente, cuestión que sucede sólo si es que logramos desplegar la capacidad y los merecimientos para que nos asignen ese honor y esa responsabilidad; comprendiendo que hay que ganar hegemonía, es decir, que hay que convencer en lugar de imponer; percatándonos de que la radicalidad no está en levantar las consignas más estridentes, sino en analizar las cosas de raíz y contribuir a crear espacios de encuentro y de lucha para amplios sectores que generen la correlación de fuerzas capaz de cambiar las cosas también de raíz, tal como lo van haciendo los pueblos hermanos de la región que ya han dado pasos adelante hacia su liberación respecto del imperialismo y van sentando las bases para ir más allá, hacia la sociedad sin explotadores ni explotados, futuro común de la humanidad.

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