Según la carta escrita por el mismo fallecido no podía soportar más su papel en los “crímenes contra la humanidad” durante su presencia en la guerra contra Irak.
"La verdad es la siguiente: me obligaron a participar en acciones que son difíciles de describir. Crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad. Hay cosas de las que una persona no puede recuperarse (...) mi cuerpo se ha convertido en una jaula, una fuente de dolor y de problemas constantes. La enfermedad que tengo me ha causado un dolor que ni siquiera los medicamentos más fuertes podrían aliviar, y no tiene cura", apostilla la carta de Somers.
En este sentido, indica en el texto difundido que este hecho no se trata de un suicidio, sino que liberarse de los dolores y sufrimientos que ya podía aguantarlos.
Al condenar la invasión de Irak, en 2003 liderado por EE.UU., lamentó la muerte de cientos de miles de iraquíes, el desplazamiento de millones de este pueblo y las acciones sucias que hacían los soldados norteamericanos.
También expresó su malestar porque no se revelaba los crímenes cometidos por las tropas del Ejército de su país.
De acuerdo con su nota, diariamente 22 exsoldados estadounidenses se quitan la vida.
Somers se suicidó el pasado 10 de junio; había sido asignado a un equipo de Inteligencia Táctica en Bagdad, capital iraquí, así que tomó parte en más de 400 misiones de combate como artillero, también se encargaba en interrogar a los presos.
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