miércoles, 23 de septiembre de 2015

No nos moriremos de hambre

En las estanterías de muchas tiendas de comestibles en Donetsk prevalece el monocultivo. Innumerables piezas de un mismo y único producto se alinean para llenar los grandes vacíos. Los mostradores de alimentos frescos están a menudo completamente vacíos. “Ahora mismo no hay carne de vaca o cerdo”, dice un empleado de un supermercado en el centro de la ciudad. La gama de frutas y verduras tampoco es muy variada. Las sanciones de Kiev afectan. Además, la agricultura local está sufriendo por la guerra. La mayoría de los alimentos vienen ahora de Rusia. “Lo que
se produce en la República Popular de Donetsk se destina preferentemente a las guarderías y a las escuelas“, dice un empleado que sin embargo enfatiza: “No nos moriremos de hambre“. Abundan el pan y los productos a base de cereales, el queso, el requesón, los huevos y otros productos populares en la comida de la civilización rusa. Y tampoco hay escasez de vodka.

“Aquí, grivnas y rublos“, puede leerse en algunas cajas. Desde que se introdujo la segunda moneda, el sector minorista ha levantado la cabeza. Pero raramente se forman colas. Que una parte de la población de esta ciudad de más de un millón de habitantes la abandonara antes del primer acuerdo de Minsk –sin que se disponga de cifras fiables–  es evidente en todas partes.

Un problema importante es el aumento de los precios. Los “pagos por protección“, con los que los paramilitares ucranianos que merodean por la zona engordan sus bolsillos, encarecen de manera significativa los pocos bienes que llegan del Oeste, dicen los trabajadores de los supermercados. Una sandía cuesta hoy seis grivnas. El año pasado apenas costaba 3,50 grivnas. Aunque sólo se trata de 25 céntimos de euro, para los residentes de Donbass, que a menudo tienen que llegar a fin de mes con un salario equivalente a 100 o 150 euros, se trata de mucho dinero.

La situación de las personas mayores es precaria desde que Kiev acabara con la transferencia de las pensiones en el verano de 2014. Desde abril, la República Popular de Donetsk paga a entre 400.000 y 500.000 beneficiarios una pequeña pensión, entre un mínimo de 1.300 rublos (equivalentes a 17.50 euros) y un máximo de 4.000 rublos [un poco más de 50 euros]. También las madres solas con hijos reciben ayudas pequeñas. Así que son muchas las personas que dependen de los comedores sociales, que se han establecido y propagado por toda la ciudad. Ahí se proporciona también ayuda a las personas sin recursos con una ración semanal de alimentos de primera necesidad. El apoyo de la Federación Rusa, sin el que todo colapsaría aquí en poco tiempo, hace posible esta ayuda social.

En Donbass todas las señales apuntan a la ruptura del cordón que le une a Kiev. Esto también se aplica al área evidentemente importante de las telecomunicaciones. Con Fenix, la RPD ha puesto su propio operador de telefonía móvil en el mercado. El sistema se ajustará pronto a la norma LTE, nos informa Viktor Jazenko, Ministro de Comunicaciones de la RPD en una entrevista con Junge Welt. La construcción de Phönix “ha resultado necesaria sólo por razones de seguridad“, porque la artillería ucraniana con sorprendente frecuencia se ha dirigido contra las zonas donde podrían encontrarse ciertos propietarios de teléfonos móviles. El treintañero, antiguo activista de Antimaidan ha desarrollado un sistema de comunicación encriptada, primero en Rusia para Strabag, una de las mayores empresas de construcción en Europa, y luego como miembro de las milicias rebeldes en Slavyansk.

Muchos de los habitantes de la RPD ya no quieren hacer llamadas a través de las redes de Ucrania por motivos políticos. “Una vergüenza“, dice un joven que muestra un mensaje de texto que recibió, como todos los demás clientes, de un operador de servicios móviles de Ucrania el 24 de agosto, Día de la Independencia. Leer “Slava Ukraini!” [Gloria Ucrania] e invocaciones a la “unidad nacional” resulta una cínica provocación para personas que se ven bombardeadas más o menos regularmente por el ejército ucraniano.

El servicio postal en las Repúblicas Populares sigue interrumpido. “Todo ser humano, incluso un detenido, según la Carta de Derechos Humanos de la ONU, puede enviar cartas“, dice Viktor Jazenko, refiriéndose a la Unión Postal Universal para asegurar una entrega global y a tiempo de cartas y paquetes. “A los residentes de Donbass, sin embargo, se les niega este derecho“.

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