miércoles, 5 de agosto de 2015

La guerra en nuestros días

“Aceptar el absurdo de lo que nos rodea es un paso, una experiencia necesaria que no debe convertirse en un callejón sin salida. Provoca una revuelta que puede dar sus frutos”.
Albert Camus
En 2015, nos aproximamos peligrosamente a una tercera guerra mundial a pasos precipitados y, al igual que en la Primera y Segunda Guerra Mundial, el olvido es una tendencia común. Desde el completo resurgimiento del fascismo en Ucrania a la admitida
financiación y entrenamiento del terrorismo o a la rápida erosión de la salud del planeta, todas las crisis convergen en situaciones que nos afectan a todos nosotros. Y mientras tanto, lo que era la vida real se ha convertido en un reality show de 24 horas al día. A la mayor parte de la población no le interesa (o no sabe) cuál es el legado de Obama como líder belicista del país más sediento de guerra; pero sí alaban sus tweets sobre Caitlyn Jenner u otros superficiales productos del sistema de distracción occidental. Si 2014 fue uno de los años en los que se reforzó la posibilidad de una guerra como algo casi inevitable, 2015 se ha convertido en el año de la promoción casual de esa posible guerra en la prensa. El año 2016 se presenta en el horizonte dominado por las elecciones presidenciales estadounidenses y la construcción de refugios parece una idea menos absurda que esperar ningún tipo de paz con Hillary Clinton o Jeb Bush (¿o quizá Donald Trump?).

Estados Unidos es una nación cuya supremacía depende únicamente de su amenaza de agresión militar como medio de coerción y maniobra política. La deuda nacional estadounidense es difícil de entender cuando se explica junto a la idea del estatus de superpotencia supuestamente en auge. Aunque gran parte de la agresión militar estadounidense se ha disfrazado de intervención humanitaria o promoción de la democracia, la realidad es que se trata del uso del poder blando como medio de colonización y extracción de recursos. Programas como Africom continúan con su recolonización silenciosa de África, mientras otras iniciativas estadounidenses de “paz y democracia” acercan ruidosa y violentamente al mundo a la guerra.

El completo desastre de la intervención occidental liderada por Estados Unidos en Ucrania ha sido completamente ignorado por la prensa de masas, por lo que está garantizado que la respuesta a posibles nuevas crisis en Ucrania sea un constante ataque a Putin. Para comprender la perpetua locura de la “culpa a Rusia” tan común hoy en día solo es necesario observar los artículos abiertamente parciales de cualquier analista de alguna web que se hace pasar por informativa.

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