domingo, 2 de agosto de 2015

Divergentes interpretaciones de un mismo acuerdo

El acuerdo de retirada de armamento pesado de la línea de separación de las partes debería firmarse, según ha repetido en numerosas ocasiones la parte ucraniana, el 3 de agosto. Este acuerdo debería crear una zona desmilitarizada que debería acabar con los bombardeos de zonas urbanas. A pesar de que ambas partes afirman haber retirado ya parte de su armamento y el número de infracciones de la tregua había
descendido, los informes de la OSCE de los últimos días confirman que la intensidad de la violencia ha vuelto a aumentar, lo que coincide con el endurecimiento de la retórica ucraniana.

Como suele ser habitual a medida que se acercan las reuniones importantes del Grupo de Contacto Trilateral o del Cuarteto de Normandía, Ucrania ha endurecido otra vez su posición, exigiendo la devolución del control de la frontera ruso-ucraniana como paso previo a la negociación política, y aumentando la intensidad de los bombardeos. Si el objetivo de la creación de una zona desmilitarizada –de la que en realidad no se retirarían las tropas sino solo el armamento-, era que los terroristas no pudieran bombardear las ciudades de Donbass, especialmente Mariupol, son las zonas como el aeropuerto de Donetsk y los barrios residenciales cercanos o la ya castigadísima Gorlovka las que sufren más gravemente las consecuencias de los bombardeos. El periodista ruso Dmitry Steshin, corresponsal de Komsomolskaya Pravda en la zona, ha calificado los constantes bombardeos y las fortificaciones ucranianas a lo largo de la ruta que une Donetsk y Gorlovka, como una forma de atemorizar a la población, siempre amenazada con la posibilidad de una ofensiva ucraniana. En realidad, se trata también de una forma de presión política a los representantes de las Repúblicas Populares.

La negativa ucraniana a un acuerdo para patrullar conjuntamente con la RPD la localidad de Shirokino, de la que se ha retirado la RPD pero no las tropas ucranianas, que solo han sido relevadas, hace pensar que el acuerdo no será sencillo. Desde el anuncio de la creación de una zona desmilitarizada realizado por el presidente Poroshenko, cuando las milicias ya habían iniciado una retirada de armamento, las fuerzas ucranianas no han cesado en sus ataques contra algunas de las ciudades de Donbass, con bombardeos prácticamente diarios en zonas como Gorlovka.

El acuerdo de desmilitarización del conflicto, si es que realmente llega a producirse en la reunión del 3 de agosto, no es suficiente para las Repúblicas Populares, cuyos representantes exigen el inicio de un verdadero proceso político que cree una vía para solucionar la crisis política más allá de la militar. Las reticencias ucranianas a admitir el aspecto político de una crisis que atribuyen íntegramente a la supuesta intervención rusa complican más incluso este aspecto. Andrey Purgin, presidente del parlamento de la República Popular de Donetsk y una de las figuras políticas más importantes de Donbass en estos momentos, ha declarado estos días que la retirada de armamento no solucionará la crisis, que requiere de un proceso político.

“Sin decisiones políticas, todas las decisiones militares son temporales. La intensidad de la batalla desciende, pero no es completa. No hay decisiones políticas. Los intentos de desmilitarizar y la retirada de armamento pesado reducen el componente militar, pero no solucionan el problema. La solución está en el terreno político”, ha afirmado, según cita Interfax, Andrey Purgin, que ha exigido un esfuerzo para lograr un avance claro que hasta ahora ha sido imposible.

“Exigimos que se alcancen acuerdos definitivos sobre los temas de la ley de estatus especial, la concesión de amnistía para los participantes tanto del lado de las milicias como de Ucrania, así como la organización de elecciones locales en Donbass según una ley especial”, declararon Denis Pushilin y Vladislav Deinego, en referencia a la reunión del subgrupo político que debe celebrarse en la capital bielorrusa el lunes.

Estas exigencias no son nuevas y simplemente repiten los compromisos que Ucrania adquirió con su firma en el acuerdo del 12 de febrero, aunque la disposición a alargar varios días las negociaciones que menciona el comunicado conjunto de Pushilin y Deinego sí indica que las Repúblicas Populares consideran clave la próxima reunión. Frente a la presión ucraniana, que únicamente parece plantear exigencias, las Repúblicas Populares han optado por una estrategia conciliadora para lograr acelerar el proceso político y poder celebrar las elecciones locales en octubre y según la legislación ucraniana.

Frente a los constantes intentos ucranianos de modificar los términos del acuerdo y de introducir nuevas condiciones, los representantes de las Repúblicas Populares, que han dejado de hablar de independencia, únicamente exigen de Ucrania el cumplimiento de sus compromisos (Ucrania aún no ha reanudado los pagos sociales ni ha levantado el bloqueo de transporte que incluye también a productos básicos como medicinas).

En una reciente entrevista a El País en la que se mostraba dispuesto a perdonar a Ucrania varios miles de muertos, un millón de desplazados, una infraestructura destruida y una gran tragedia”, Andrey Purgin nombraba una única línea roja: “La única condición es que somos parte del mundo ruso, ese es el límite que no podemos traspasar”.

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