sábado, 18 de julio de 2015

El general Kolomiets: una deserción a la milicia

El mayor-general Alexander Kolomiets fue cesado de su puesto como jefe de la Unidad de Análisis de la Información del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania en el año 2012. Actualmente no existe dicha estructura en el Estado Mayor y las tareas realizadas por la unidad de apoyo para el análisis de información ha sido transferida al Directorio General de Defensa y Plan de Reclutamiento, también conocido como J-5. Por algún motivo, las reformas del nuevo gobierno han asignado nombres alfanuméricos a las estructuras del Ministerio de Defensa y
del Estado Mayor, aparentemente para que el enemigo sucumba ante la incomprensión y la confusión.  

Tras su retirada, Kolomiets vivió tranquilamente con su familia y su pensión en Kiev. En ese tiempo, comenzaba un conflicto entre el entonces ministro de Defensa Dmitry Solomatin y el presidente Viktor Yanukovich que terminó con la dimisión de Solomatin, acusado de un delito menor de tráfico de armas y de no haber recibido la ciudadanía ucraniana hasta 2004. Solomatin ha sido el mejor ministro de defensa de la historia de la Ucrania independiente. En los años en que fue ministro, la media de horas de vuelo de los pilotos llegó a 51 horas (el estándar soviético era de 100 horas, mientras que la media actual en el ejército ruso es de 150-200 horas); se realizaban maniobras prácticas, incluyendo a los paracaidistas (45.000 saltos al año) y la industria militar vivió una segunda juventud. Fue Solomatin quien consiguió los contratos de exportación de blindados más importantes antes de ser nombrado ministro encargado de la industria de defensa ucraniana. Incorporó al Ministerio y al Estado Mayor a expertos al margen de su orientación política o de haber poseído en el pasado una ciudadanía “problemática” (aunque en la era de Yanukovich este aspecto no era problemático más que a ojos de la oposición naranja).

El general Kolomiets nunca poseyó la ciudadanía rusa, ya que prácticamente toda su carrera profesional discurrió en diferentes puestos del comisariado militar de Donetsk y otras regiones. Ahora, a posteriori, el Ministerio de Defensa de Ucrania afirma que el despido de Kolomiets se produjo debido a “numerosas visitas no autorizadas a Rusia, especialmente a Moscú”. Tras su cese, a petición de la contrainteligencia militar, el mayor general fue despojado de autorización de acceso a información de secretos de Estado. Aunque esta es la práctica habitual para todos los retirados, el Ministerio de Defensa de Ucrania quiere subrayar, de alguna manera, que el retirado Kolomiets no posee ninguna información crítica en relación a los hechos actuales.

No está completamente claro lo que motivó la llegada del general Kolomiets de Kiev a Donetsk, pero no estaba solo en la rueda de prensa. No es fácil determinar cuántos oficiales de las Fuerzas Armadas de Ucrania han pasado a la milicia. Se puede tratar de retirados, reclutas o simplemente quienes lo hacen por motivos personales, no puramente políticos. Desde el punto de vista de la propaganda, la deserción del general Kolomiets es la más importante porque, a pesar de estar retirado, había mantenido el contacto con sus colegas, incluyendo oficiales de alto rango. Es algo típico de ese círculo: los soldados profesionales raramente se relacionan fuera de su círculo, ya que no disponen de demasiado tiempo libre.

Las predicciones de Kolomiets sobre una posible rebelión en parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania son cuestionables. Las razones para el descontento con el estado del ejército ucraniano pueden ser variadas. Cualquiera que no quisiera luchar en Donbass ya ha buscado la vía de hacer efectivo ese deseo: algunos han huido del país, otros han buscado otras salidas. No existe, prácticamente, deserción entre los oficiales, que perciben la guerra civil como una oportunidad única para lanzar sus carreras. En cualquier ejército del mundo, se hace carrera en la guerra, no en la paz. Se forman clanes completos de oficiales que se han hecho un nombre en esta u otra guerra. En Estados Unidos, “los vietnamitas” dominaron hasta que fueron reemplazados por “los iraquíes” y entre esas dos guerras, las fuerzas armadas estadounidenses apenas se desarrollaron. ¿Qué podía suponer un ascenso, un simple aterrizaje en Grenada? En el Reino Unido, se mire a donde se mire, aparecerá un veterano de las Malvinas, aunque el número de unidades militares allí no fuera excesivamente elevado. En la Unión Soviética, y ahora en Rusia, la generación “afgana” empujó, no sin dificultad, a los viejos cuadros que aún recordaban la Gran Guerra Patria, pero esa era la estructura de edad del poder en los últimos años de la Unión. La generación “afgana” fue apartada de sus puestos por los “chechenos”. Este proceso no tiene fin y es comprensible, especialmente teniendo en cuenta la rapidez con la que cambian los métodos y las técnicas de guerra requieren renovar al personal.

En Ucrania no se ha producido ningún proceso similar, así que para los oficiales ucranianos el deseo de hacer carrera es ahora mismo la principal motivación. En segundo lugar, y esta no es una razón oficial, está el “patriotismo consciente”, el llamado “patriotismo de camisa de marinero”, común entre los comandantes más jóvenes y que se puede resumir en el lema “por los chicos que no volverán”. Luchan por inercia y por el hábito a la ira, venganza o cualquier otra desviación psicológica común a cualquier guerra. No son vulnerables a la propaganda. Sería más probable ofrecer una alternativa a un teniente coronel que a un teniente con dos años en el cuerpo de paracaidistas, enfurecido por la pérdida de dos tercios de su personal. Y cuanto más se alargue la guerra, esta categoría se hace más amarga y más numerosa.

Es improbable que se produzca una rebelión por motivos políticos dentro de las Fuerzas Armadas de Ucrania. El ejército ucraniano ya es una fuerza lo suficientemente monolítica en lo que se refiere al marco político e ideológico. Dicho esto, el resentimiento puede aparecer por distintos motivos. Actualmente, por ejemplo, el motivo más común de protesta dentro de las fuerzas ucranianas es la indignación por la incompetencia de los generales. Los “tanques rusos”, “buryats” y otros fantasmas no podrán utilizarse de forma indefinida para justificar la serie de terribles derrotas y tropas que acaban rodeadas. Esto es especialmente evidente desde que los soldados y oficiales más jóvenes han podido ver lo ocurrido con sus propios ojos. El factor más destructivo para las fuerzas ucranianas, por delante de los malos suministros, el equipamiento defectuoso, la corrupción, el aburrimiento o el exceso de alcohol, puede ser el descontento, que gradualmente puede convertirse en ira, con el Estado Mayor, donde servía el general Kolomiets.

Otra tendencia que reveló la rueda de prensa del mayor general es la distinción entre los “diabólicos” batallones voluntarios y las “amables” tropas regulares, que se ha utilizado en exceso últimamente. Se trata de una táctica utilizada por Kiev, que por medios de intriga y propaganda, trata de deshacerse de los fanáticos de Maidan, que en cualquier caso son de escasa utilidad en la primera línea del frente. La centralización del comando presupone también la destrucción de los oponentes políticos y para el presidente Poroshenko los radicales hace tiempo que se han convertido en peligrosos competidores. Conscientemente o no, las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk entran en este juego, asumiendo que el conflicto entre Kiev y los batallones voluntarios causa una fractura en las filas enemigas.

Solo se trata de una ilusión. Aquellos batallones voluntarios en los que los miembros son más inteligentes (como Azov o Dnepr), hace tiempo que se han integrado en las estructuras oficiales; han cambiado sus insignias con swastikas a tridentes más fotogénicos y han mantenido su estatus anterior; algunos incluso son instruidos por los estadounidenses en Yavorov. Los más ingenuos o más lentos (como Aidar o Tornado) han bajado la cabeza y ya no la levantarán. Según el plan, la caza de brujas de Kiev contra los batallones voluntarios debería favorecer a la imagen internacional de Petro Poroshenko para que ningún otro senador pueda ver la ideología racista ucraniana.

Además, ni un solo batallón voluntario ha dispuesto de artillería pesada, lanzagranadas múltiples y sus tanques podrían contarse con las manos, lo que consideran una ofensa, gritando, enfadados, “¡Zrada!” (Traición). Protestaron, pero el Ministerio de Defensa se negó categóricamente a suministrar nada más allá de morteros. Así que, por paradójico que parezca, los bombardeos de artillería de zonas residenciales de Donetsk, Gorlovka, Dokuchaevsk y otros pueblos y ciudades de Donbass, son obra del ejército regular. La matanza de Marinka también comenzó con una misión de reconocimiento de la 28ª Brigada Mecanizada de Odessa de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Antes, la 93ª Brigada Mecanizada Chercasy había comenzado batallas similares en Peski. La lista de miembros de las unidades de artillería que se entretienen cada noche bombardeando Donetsk es de sobra conocida. No hay en ella un solo pravosek (miembros del Praviy Sektor). Está compuesta únicamente por oficiales del ejército regular.

Todas las guerras libradas en el espacio post-soviético han contado con unidades voluntarias en las que se integraban variadas formas de fascismo o semi-fascismo. Entre 1991 y 1993 en Georgia, formaban la base de las fuerzas armadas. Su destino fue similar al de los batallones voluntarios ucranianos: antes o después, el Gobierno central comenzó a desarmarlos y a culparles de las infracciones de acuerdos de alto el fuego o crímenes de guerra. El ejército regular, por el contrario, era proclamado modelo de todas las virtudes. No ocurre nada nuevo ahora.

Lo más importante es no caer en provocaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Añade tu opinión sobre este artículo