viernes, 31 de julio de 2015

El espectáculo electoral de Chernigov

Mayores y enfermos apelotonados maldecían y se quejaban mientras se peleaban por un lugar en la cola bajo el fuerte calor del sábado por la tarde. En el parque local se regalaban bolsas con productos básicos como aceite de girasol o azúcar, cortesía de un millonario con buenos  contactos que trataba de hacerse
ver como un hombre del pueblo.

Ese hombre, Hennadiy Korban, era, casualmente, uno de los candidatos de las elecciones del día siguiente para cubrir la vacante para representar a uno de los distritos de esta encantadora ciudad de provincias al norte de Kiev. Y lo que su equipo consideró un acto de buena fe, fue percibido como algo completamente diferente: un soborno a los votantes pobres e indefensos.

La escena fue una de las muchas imágenes peculiares que emergieron de esta ciudad de alrededor de 290.000 habitantes en las últimas semanas, mientras se preparaba para este proceso electoral extraordinario que ha logrado captar la atención de la prensa nacional. Los dos favoritos para el puesto legislativo fueron acusados de emplear una variedad de trucos sucios -desde la simple difamación a la compra de votos- en una campaña que los observadores entienden que ha dañado el camino de  Ucrania hacia una democracia más  limpia.

“Muchos hablan de las elecciones al distrito 205 en Chernigov como un gran paso atrás”, afirmó Pavlo Puschenko, presidente local de una ONG de monitorización electoral.

El lunes por la tarde, los comicios ya habían finalizado y los primeros sondeos daban a Serhiy Berezenko, el otro favorito, una ventaja considerable sobre Korban. La policía local y observadores electorales registraron el domingo docenas de infracciones, incluyendo intentos de voto múltiple. Fue un climax poco dramático para una campaña llena de fraudulenta tecnología política, como se conoce en esta parte del mundo.

Ambos candidatos daban juego: Berezenko es un cercano aliado del presidente Poroshenko, mientras que Korban es la mano derecha de uno de los oligarcas más ricos y poderosos de Ucrania. Ninguno de los dos es natural de esta región y tratan de utilizar el distrito 205 como trampolín al parlamento.

El proceso electoral del domingo fue entendido como una batalla indirecta pero de alto nivel entre Poroshenko y el riquísimo Ihor Kolomoisky, que ha llegado a retar públicamente al presidente y sigue siendo uno de sus principales rivales políticos. Es por esto que la victoria en este proceso, una disputa entre el músculo político y las grandes fortunas, era importante.

La campaña de Korban estuvo marcada por los donativos públicos para engatusar a los votantes –algo conocido popularmente como alforfón- y la organización de conciertos en los alrededores de su flamante sede de campaña. Pero el candidato también se esforzó en enfrentarse a sus competidores. Una semana antes de la votación, su equipo de seguridad capturó un coche, supuestamente propiedad del equipo de Berezenko, y lo llenó de dinero y munición. Korban afirmó que estaba siendo utilizado para comprar votos.

Mientras tanto, Berezenko utilizó al máximo su relación con la maquinaria política del presidente y cubrió la ciudad de los colores de su partido. Recibió incluso un puesto en la recientemente creada comisión gubernamental para el desarrollo de las regiones, lo que le otorgó una autoridad local de facto –y acceso para mover hilos- antes incluso del comienzo de la campaña.

Los expertos opinan que el objetivo era reafirmar en el país la  autoridad del partido del presidente, especialmente ante la perspectiva de las elecciones locales previstas para finales de este año. “El equipo del presidente no puede perder”, afirmó Volodymyr Fesenko, analista poítico de Kiev.

Los días previos a la votación, circularon rumores sobre la presencia de matones contratados por ambas partes para merodear por la ciudad y crear problemas. Falsos panfletos de campaña, como el que anunciaba que Berezenko se retiraba del proceso, aparecieron por la ciudad.

El mismo día de las elecciones, los votantes tuvieron que elegir entre una asombrosa lista de 91 candidatos, la mayor parte de ellos sin ninguna posibilidad, pensados, según los analistas, para hacer perder votos a los favoritos. Una táctica especialmente popular es la de registrar candidatos con apellidos similares para confundir a los votantes, por lo que había en las listas tanto “Karban” como “Korpan”.

Ambos candidatos negaron en repetidas ocasiones cualquier infracción y se acusaron mutuamente de manipulación política. Pero los críticos afirman que ambos candidatos son culpables de manchar los valores de la llamada revolución de la dignidad, que muchos ucranianos esperaban que acabaría con la corrupción política del país.

Ihor Andriychenko, político local de un partido liberal que acabó en cuarta posición, definió el proceso como una “farsa, un teatro del absurdo político”. “Tenían que demostrar unas elecciones transparentes, reales: una batalla de ideas, competición, debates, inteligencia, nada más”, declaró a Global Post antes de la votación. “Pero desde luego no alforjón y definitivamente tampoco dinero”.

Gran parte de la población local se mostró desinteresada o agotada por la campaña para salir a votar. La participación ascendió al 35% y las calles de la ciudad se veían vacías. Algunos votantes recurrieron a las clásicas tácticas post-soviéticas de decorar sus papeletas con obscenidades o mensajes irrelevantes.

En la cola para la comida gratis la víspera de las elecciones, una desesperada pensionista que se identificó como María se mostraba molesta al ver a sus débiles e indefensos vecinos reunidos junto al puesto. Estaba decorado con el logo del partido de Korban. “Hemos caído tan bajo que nos vendemos por un kilo de trigo”, afirmó, añadiendo que tenía escasa fe en los candidatos. “Korban, Berezenko, ninguno de los dos va a hacer nada por nosotros”.

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