miércoles, 15 de julio de 2015

EEUU, encerrado en un pacto con diablo de Oriente Medio

Por Doug Bandow.- Incapaz de resistir la tentación de inmiscuirse en el Oriente Medio, el Gobierno de Obama sigue siendo parte de los miembros de la "coalición" de Arabia Saudí contra Yemen. Como anunció el secretario de Estado John Kerry: "No vamos a alejarnos de nuestras aliados y nuestros amigos".

Incapaz de resistir la tentación de inmiscuirse en el Oriente Medio, el Gobierno de Obama sigue siendo parte de los miembros de la "coalición" de Arabia Saudí contra
Yemen. Como anunció el secretario de Estado John Kerry: "No vamos a alejarnos de nuestras aliados y nuestros amigos."

El gobierno está proporcionando ayuda logística, armamentista y de inteligencia a Riad. Además, ha enviado armas e incluso una flotilla estadounidense, incluido un portaaviones, para monitorear los supuestos barcos iraníes en la zona. Al parecer, Washington quiere bloquear cualquier ayuda "militar" de Irán a los yemeníes mientras son blancos de la agresión saudí.

No obstante, toda la campaña se basa en una mentira. Al contrario de lo que alega Riad, el movimiento Ansarolá de Yemen no solo no está dirigido por Irán sino que tampoco recibe apoyo de este país, a menos que cuente como una amenaza el apoyo moral.

Incluso el ministro británico de Asuntos Exteriores, Philip Hammond, admitió que "los hutíes claramente no son subsidiados por iraníes". Han estado luchando durante años. Yemen no se unificó como tal hasta 1990 y ha pasado la mayoría de los años sucesivos a la reunificación sumergido en delincuencia, disturbio y conflicto. Los hutíes, clasificados como un grupo chií (zaidí) han estado luchando durante todos estos años. El cineasta Safa al-Ahmad, que ha hecho un documental sobre los hutíes, comenta que "no necesitan que los iraníes les proporcionen armas. Tienen armas por doquier ."

Por otro lado, el aliado de Estados Unidos, el presidente Ali Abdulá Saleh, sí que usó, hasta su derrocamiento en 2012, armas suministradas por EE.UU. para luchar contra los hutíes. Sin embargo, después de ser derrocado, se alió con ellos contra su sucesor, Abd Rabu Mansur Hadi. El pasado otoño, los revolucionarios, junto con muchas de las fuerzas de seguridad que habían permanecido leales a Saleh, derrocaron a Hadi. Posiblemente Saleh soñaba con instalar a su hijo como presidente.

Arabia Saudí se ha envuelto en una capa de justificación a base de un supuesto derecho internacional, alegando que quiere restaurar Hadi al poder mientras los mismos seguidores de Hadi lo abandonaron después de que huyó del país y respaldó los ataques aéreos saudíes contra sus compatriotas. Matar la gente, como era de esperar, no le ha servido mucho a Hadi para impulsar que la población luchara por su causa. Ahora, su única posibilidad para volver a ocupar su cargo es una ocupación saudí. Y debido a que la única vía de restaurar la paz en Yemen pasa por una solución diplomática, Riad al obstaculizar el diálogo nacional, no ha hecho más que echar a perder la más mínima oportunidad que habría tenido Hadi.

La realidad política de Yemen, parece ser completamente irrelevante para el subsecretario de Estado estadounidense, Antony Blinken quien argumentó que el aliado de Estados Unidos, Arabia Saudí, "está enviando mensaje a los hutíes y sus aliados de que no pueden apoderarse de Yemen por la fuerza." Pero la verdad es que a quienes no concierne este asunto en absoluto es a los que están fuera de Yemen, incluido Arabia Saudí. Igual que quien gobierne en Sanaa no desafía la soberanía del Gobierno de Riad en Arabia Saudí ni bloquea la ruta marítima del Golfo de Adán.

La única preocupación que podría tener Estados Unidos en esta zona es el grupo terrorista Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP). Pero los hutíes odian AQAP y si se les dejan, están luchando contra este grupo. Desafortunadamente, AQAP ha ganado en el actual situación caótica en la que Arabia Saudí ha contribuido en gran medida: el secretario de Defensa de EE.UU., Ashton Carter, ha expresado su preocupación por "avances" de AQAP. Pero el gobierno liderado por Ansarolá no puede combatir AQAP mientras está bajo los incesantes ataques de Riad.

La verdad es que resultaba extremadamente absurdo, cuando Kerry anunció que "EE.UU., no se quedará impasible mientras la región se desestabiliza o mientras la gente se involucra en guerras más allá de sus fronteras y con otros países." Es interesante oír que un país que lanza con frecuencia este tipo de ataques, EE.UU., dice esto en apoyo al otro, Arabia Saudí, que es el jugador más maligno y tramposo de la región.

Puede que usted no esté al tanto de la política de Arabia Saudí. Los países normales tienen monarquías constitucionales en la que los jefes de Estado nominales, es decir los reyes, son atracciones turísticas. Pero en Arabia Saudí reina una monarquía totalitaria en la que un puñado de hermanos y sus hijos deciden para una población de casi 30 millones y saquean la riqueza del país.

Cuando murió hace poco el rey saudí, Abdolá, los líderes occidentales empezaron una carrera para humillarse a sí mismos, pintando el autócrata como un gran humanista y liberal, incluso como alguien que defendía la "tolerancia" y pedía "diálogo sincero" entre las diferentes religiones - ninguna de los cuales es permitido legalmente en su país-. Ahora su sucesor, el rey Salman, liberando una agresión contra los civiles de su vecino sureño, parece decidido a extinguir la diminuta chispa de reforma que los líderes occidentales intentaron atribuir a Abdolá bin Abdulaziz Al Saud.

En Arabia Saudí no hay elecciones, la oposición política ni la posibilidad de criticar el sistema. Los miembros de la realeza, una vez explicaron que las elecciones "no concuerdan con nuestra creencia islámica." Cuando se estalló la primavera árabe, fue reprimida en el país despiadadamente. En aquel momento, el ministro saudí del Interior, Nayif bin Abdulaziz Al Saud declaró: "Lo que hemos conseguido por la espada, mantendremos por la espada."

En Arabia Saudí no hay elecciones, la oposición política ni la posibilidad de criticar el sistema. Los miembros de la realeza, una vez explicaron que las elecciones "no concuerdan con nuestra creencia islámica." Cuando se estalló la primavera árabe, fue reprimida en el país despiadadamente. En aquel momento, el ministro saudí del Interior, Nayif bin Abdulaziz Al Saud declaró: "Lo que hemos conseguido por la espada, mantendremos por la espada."
El último informe sobre la situación de los derechos humanos en Arabia Saudí señala que "los ciudadanos no tienen el derecho ni los medios legales para cambiar el gobierno; existen restricciones generalizadas a los derechos universales como la libertad de expresión, incluso en Internet, y la libertad de reunión, asociación, movimiento y religión, existe discriminación contra las mujeres, los niños y los trabajadores extranjeros". El informe también cita "la tortura y otros abusos; y la interferencia arbitraria en la vida privada; arrestos y detenciones arbitrarios; gran número de presos en las cárceles y centros de detención y existencia de presos políticos."

El verano pasado, el régimen condenó al bloguero Raif Badawi a1.000 latigazos y diez años de prisión; ahora el activista se enfrenta a un nuevo juicio por apostasía y una posible pena de muerte. El régimen saudí, más tarde, condenó su abogado, Waleed Abul-Jair a15 años de cárcel, por "socavar el régimen y los funcionarios" y "incitar la opinión pública."

Pero la represión en Arabia Saudí es aún más fuerte cuando se trata de la libertad religiosa. Los saudíes siempre, incluso en Estados Unidos, han seguido el wahabismo, la doctrina más intolerante de todo el mundo. El wahabismo adopta una postura hostil hacia la modernidad y crea un ambiente propicio para el extremismo y el terrorismo. Opresión religiosa en el país es completa. No existe ninguna iglesia,  sinagoga ni templo monoteísta en Arabia Saudí. Reunirse en privado en una casa es suficiente motivo para ser detenido. Es prohibida expresión pública de cualquier religión que no sea la rama suní de Islam.

Es interesante ver cómo el departamento de Estado de EE.UU. suaviza esta información en su informe : "La libertad de religión no es reconocida ni protegida por la ley y el Gobierno saudí sigue con severidad la práctica de religión." La verdad es que en Arabia Saudí, hasta los libros de texto que se publican alientan la intolerancia, justifican la exclusión social y la matanza de las minorías musulmana así como no musulmanes a los que llaman 'apóstatas'.

Las políticas internacionales de Arabia Saudí son igualmente malas. Fue uno de los únicos tres gobiernos que reconocieron los talibanes como Gobierno de Afganistán ( otro fiel aliado de Estados Unidos, Pakistán fue otro), financió generosamente al terrorista saudí Osama Bin Laden y su Al-Qaeda hasta que el atentado de 11s, le obligó aminorar la marcha. (El Gobierno de Bush no sólo sacó ciudadanos saudíes fuera del país clandestinamente, sino al parecer escondió detalles sobre el apoyo de Arabia Saudí al terrorismo.) Quince de los 19 terroristas involucrados en atentados de 11s eran saudíes.

Aunque cuando Al-Qaeda reveló la participación del régimen saudí en ataque terrorista de 11s hizo que este aminorara la marcha, el maligno papel que desempeña este en la escena mundial sigue siendo crucial. Un documento de Wikileaks, revelado en 2009, indicó que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, reconoció que "Las donaciones de Arabia Saudí constituyen la fuente de ingreso más importante de grupos terroristas en todo el mundo." En Siria, el Gobierno Saudí ha financiado a los rebeldes sirios extremistas, incluido el grupo afiliado a Al-Qaeda, Frente al-Nusra, y al parecer el EIIL(Daesh en árabe), al menos antes de los EE.UU. interviniera.

Riad envió tropas a su vecino Baréin para respaldar la represiva monarquía suní - la dictadura de Al-Jalifa - que gobierna una mayoría chií. También siempre ha intentado intimidar a sus vecinos del Golfo Pérsico, que tienden a ser más liberales tanto en los asuntos políticos como religiosos. Pero al fin, Arabia Saudí descubrió los límites de su influencia cuando Pakistán rechazó su solicitud para involucrarse militarmente en agresión contra Yemen. Igual que EE.UU. descubrió hace mucho tiempo, que incluso las más generosas contribuciones financieros serían respondidas con poca gratitud, al menos cuando se trata de unirse a una guerra sin sentido.

A pesar de los horribles antecedentes de Arabia Saudí, Washington rara vez la crítica. En efecto, mientras acusa a otras naciones de violar la libertad religiosa, el departamento de Estado suspende rutinariamente las resoluciones que tienden a expresar la preocupación internacional sobre la situación en Arabia Saudí.

A pesar de los horribles antecedentes de Arabia Saudí, Washington rara vez la crítica. En efecto, mientras acusa a otras naciones de violar la libertad religiosa, el departamento de Estado suspende rutinariamente las resoluciones que tienden a expresar la preocupación internacional sobre la situación en Arabia Saudí.
Sin embargo, los funcionarios de Estados Unidos han celebrado con mucha frecuencia su amistad con la familia real saudí, invitando a los reyes saudíes a un tete-a-tete en recinto privado presidencial. El presidente George W. Bush describió al entonces príncipe heredero Abdolá bin Abdulaziz Al Saud como un "querido amigo y compañero." Lo más importante es que Washington, ha prestado el Ejército estadounidense a los saudíes de forma rutinaria. El presidente Jimmy Carter apuntó la vital importancia del Golfo Pérsico para EE.UU. El presidente, Ronald Reagan, armó a los saudíes ante la oposición israelí. El presidente Bush liberó la primera guerra del Golfo tanto para salvaguardar el régimen saudí como liberar a Kuwait y estableció en el país un cuartel militar estadounidense, llamado Khobar Towers, que más tarde, en 1996, fue el blanco de un atentado.

Ahora, el presidente Barack Obama está haciendo de escudero a la familia real saudí mientras esta se ha enzarzado en una guerra contra civiles de Yemen. Al menos hasta ahora, Washington no ha cumplido con la demanda de Riad de derrocar al presidente sirio, Bashar al-Asad, que seguramente no constituye una amenaza tan grande como Arabia Saudí contra los intereses de EE.UU. Pero los saudíes y sus aliados todavía pueden encontrar una manera de meter a Washington en esa guerra.

Irónicamente, Riad se asemeja al EIIL más que cualquier otro aliado de Estados Unidos. La libertad es de temer. Las mujeres son objeto de discriminación. Cortar la cabeza es un castigo rutinario. Pues a Arabia Saudí solo le faltan los monos anaranjados y videos horrorosos en YouTube.

Los políticos de EE.UU. han vendido los valores estadounidenses por los beneficios insignificantes que les trae el comercio del petróleo. Sin embargo, esto nunca puede ser un motivo suficiente para apoyar una dictadura medieval. La familia real de Arabia Saudí siempre tiene que vender su petróleo para financiar su brutal represión y su lujoso estilo de vida. Si corta los presupuestos,  no habrá nadie que los proteja o sirva. Incluso el actual régimen de Riad necesita más el dinero. Por otra parte, la dependencia estadounidense del suministro exterior, se ha reducido drásticamente con el descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo en el país y el desarrollo de nuevas fuentes de petróleo.

Sin embargo, la relación unidireccional continúa. El presidente Obama, elogió al fallecido rey saudí, Abdolá por su "firme y apasionada creencia en la importancia de la relación entre Estados Unidos y Arabia Saudí como una fuerza para garantizar la estabilidad y la seguridad en Oriente Medio." Por supuesto, los miembros de la realeza saudí creen en esta "alianza". Es más barato pedir prestadas las fuerzas estadounidenses que contratar guardaespaldas.

Pero esto no durará por mucho tiempo. La vulnerabilidad del sistema monárquica saudí va aumentando. Un puñado de cleptócratas ancianos, temerosos de la libertad de expresión y pensamiento, está mal equipado para guiar una nación con una población cada vez más joven e inquieta en un futuro tempestuoso.

El Sha de Irán lo entendió por las malas hace 36 años que llega el momento que el petróleo y la represión no son suficientes para preservar la injusticia autoritaria. Esperemos que Washington no haya ganado la misma dudosa reputación que tiene en Irán entre el pueblo de Arabia Saudí para cuando esta nación se libere. El peligro de hacer un pacto con el diablo, como Estados Unidos ha hecho con Riad, es correr el riesgo de acabar encerrado en el abrazo sofocador del diablo, como ha ocurrido con EE.UU., en Yemen.

Doug Bandow es un analista estadounidense del centro Cato Institute. Fue Asistente Especial del presidente estadounidense, Ronald Reagan.Ha sido columnista en el sitio Web antiwar.com, Copley News Service, y editor de la revista mensual de Inquiry, y ha publicado a lo largo de años muchos artículos en revistas como The Times, Newsweek , y Fortune, así como en los principales periódicos, incluyendo The New York Times, Wall Street Journal y The Washington Post.

Hispantv

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