sábado, 20 de junio de 2015

Ucrania: nuevos pasos a la confrontación

Ucrania, por sí sola, no hubiese sido noticia en los grandes medios occidentales. Solo cuando la catástrofe nuclear de Chernobil, en abril de 1986, ocupó el interés mediático, aún más cuando para esa fecha la nación formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y todo lo que pudiera contribuir a su desprestigio era de gran interés para Occidente.

Pero hoy, de la URSS que fue y de su historia, poco se habla o escribe y los intentos integradores en esa región de la que forma
parte Rusia, son blanco de todo tipo de difamación, llegando, como en el caso ucraniano, a la injerencia directa que incluye un alto componente militar.

Occidente necesitó una pieza que pudiera mover a su antojo para intentar desestabilizar a Rusia a la par con un creciente despliegue de tecnología de guerra, encabezada por un escudo antimisil a las mismas narices de su frontera.

Un golpe de Estado contra el presidente ucraniano y la instalación de un gobierno con altos componentes de grupos anticomunistas y antirrusos de corte fascista, fueron las primeras jugadas.

La imposición de un gobernante pro occidental, representante más que todo del poder del dinero avalado por su gran fortuna, daría continuidad a la pretensión de Washington y la OTAN de contar con un escenario que permitiese cualquier acción contra la nación vecina.

No contaron quienes así actuaron con que Rusia cuenta, no solo con el mayoritario apoyo que da el pueblo a sus dirigentes encabezados por Vladimir Putin, sino con la inteligencia de estos que como verdaderos estrategas han  sabido mover sus piezas tanto en el plano nacional como regional e internacional.

En ese contexto, Estados Unidos y Europa optaron por utilizar el arma de las sanciones económicas, con la preparación de un escenario militar desestabilizador en la misma frontera rusa.

Así se ha llegado al presente mes de junio cuando el Parlamento ucraniano (Rada) autorizó el despliegue de fuerzas militares extranjeras en territorio ucraniano.

La aprobación, parece un poco tardía por cuanto a ese país ya habían llegado “asesores” militares norteamericanos y europeos, en franco desafío a la búsqueda de la paz concebida en planes, acuerdos y llamados internacionales e incluso, aceptados por las actuales autoridades ucranianas.
La ley aprobada por Kiev “impide” que participen efectivos de Moscú en la supuesta búsqueda de la paz.

No importa a las actuales autoridades de Ucrania, que su Constitución prohíba expresamente el emplazamiento de tropas y bases militares de otros países.

Con anterioridad, en el mes de marzo, los diputados también aprobaron una ley que permite el despliegue de tropas de Estados Unidos y Polonia para maniobras militares, lo que permitió que instructores de esos países y además del Reino Unido operaran en el oeste del país.
En una clara escalada del conflicto, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, ha llamado a desplegar fuerzas militares de interposición occidentales en el este de Ucrania y en la frontera con Rusia.

Pero el propio mandatario ucraniano no solo ha llamado a estas acciones militares antirrusas, sino que ha violado los acuerdos sobre el cese al fuego de febrero pasado en las regiones prorrusas y ha vuelto a enviar tropas y medios de guerra que combaten y bombardean la región de Donetsk.

La OTAN ha actuado al antojo de Wa­shing­ton y ha movido a 30 000 efectivos de rea­cción rápida, como una “punta de lanza” hacia zo­nas cercanas a la frontera rusa, en lo que constituye el mayor despliegue de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, desde la Guerra Fría.

La justificación fue tajante: “reforzar la defensa colectiva de la OTAN en el este de Eu­ropa ante las acciones agresivas de Rusia”.

Para concretar el cerco a Rusia, la Alianza Atlántica cuenta con seis bases situadas en Bul­garia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía.

Una visión bien exacta de lo que pretende Occidente, lo resume el general estadounidense Philip M. Breedlove —comandante su­pre­mo de las fuerzas aliadas en Europa, o sea el más alto jefe militar de la OTAN, nombrado siempre por el presidente de Estados Unidos—, quien aseguró que estas maniobras constituyen “un claro indicio de que nuestra Alianza tiene la ca­pacidad y la voluntad de responder a los desafíos contra la seguridad que están surgiendo en nuestros flancos sur y oriental”.

Azuzar el conflicto en torno a Ucrania, es, en mi opinión, una irresponsabilidad que puede costar, en primer lugar, más afectaciones a una nación en la que ya han muerto más de 5 000 personas, en su gran mayoría civiles, y un millón de sus habitantes han tenido que desplazarse, un número significativo de ellos han cruzado la frontera rusa, país que le ha brindado protección y alimentación.

Granma

2 comentarios:

  1. Con la globalizacion al final la guerra va alinear a los ciudadanos del mundo

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  2. Primero: la Tercera Guerra Mundial ya empezó con la voladura del Status Quo resultante de la Segunda Guerra Mundial.
    Segundo: están a tiempo de pararla. Vuelvan todos a las posiciones de 1945, incluida la partición de Berlín y Alemania.
    Tercero: cuidado alguno hace mal los cálculos y al final no le salen las cuentas.

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