domingo, 26 de abril de 2015

Revisionismo histórico: olvidar el pasado para manipular el presente

Reuters informaba esta semana de que “un decreto firmado por el presidente Petro Poroshenko establece el 8 de marzo como día de la reconciliación entre esos ucranianos que lucharon solo contra los nazis y los que, tras la guerra, lucharon también contra el Gobierno soviético”. Las primeras críticas a la manipulación de los hechos históricos han llegado de Moscú y de la población ucraniana que no reniega de la herencia soviética, pero en este caso las críticas más duras han llegado desde Jerusalén.
Al contrario que Reuters, o que el Gobierno ucraniano, organizaciones relacionadas con el estudio y la defensa de las víctimas del Holocausto han alzado la voz para denunciar el revisionismo histórico que hace de quienes colaboraron con los nazis en el exterminio de polacos, gitanos y judíos héroes de la lucha por la independencia del país. El Centro Simon Wiesenthal, dedicado al estudio del Holocausto y a defender la memoria de las víctimas, ha sido a lo largo de los años una de las organizaciones que más duramente ha criticado el revisionismo y manipulación histórica de los diferentes gobiernos ucranianos.

En un comunicado recogido por el Jerusalem Post, el historiador del Holocausto y Director para Asuntos de Europa del Este del Centro Simon Wiesenthal, Efraim Zuroff, criticaba el 12 de abril la intención de reconocer a quienes colaboraron con la Alemania Nazi como “luchadores por la libertad” y calificaba de indignante dicha distorsión de la historia de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

“La aprobación de la prohibición del nazismo y el comunismo iguala al régimen más genocida de la historia de la humanidad con el que liberó Auschwitz y ayudó a acabar con el reino del terror del Tercer Reich.

En este sentido, la decisión de honrar a colaboradores locales de los nazis y garantizarles beneficios especiales, hace héroes de los matones de Hitler a pesar de su activa y entusiasta participación en el exterminio de judíos inocentes. Estos intentos de reescribir la historia, predominante en toda la Europa del este post-comunista, jamás podrá borrar los crímenes cometidos por los colaboradores de los nazis en esos países y únicamente prueba que esos países carecen de los valores occidentales que dicen haber abrazado en su transición a la democracia”.

Tratando de crear una nueva identidad, independiente de todo lo relacionado con Moscú, Rusia o la época soviética, el proceso de elevación de quienes proclamaron en 1941 el Estado ucraniano independiente ni es nuevo ni ha pasado desapercibido a quienes lo consideran inaceptable. Se trata de un revisionismo histórico que olvida a las víctimas y enaltece a los verdugos.

Ya en 2002, el Centro Simon Wiesenthal criticó la intención del consejo municipal de la ciudad de Ucrania occidental, Ivano-Frankivsk, de reconocer a los “veteranos de las SS ucranianas como luchadores por la libertad y garantizarles beneficios económicos, incluyendo un aumento en sus pensiones”.

“Existe una peligrosa tendencia en ciertos países post-comunistas de tratar de rehabilitar y glorificar las actividades de aquellas unidades que lucharon junto a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Consideramos reprobable honrar a aquellos que estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas por el triunfo del Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial. Aquellos que se ofrecieron para luchar por Hitler y la Alemania Nazi son moralmente equivalentes a quienes apoyan a Osama Bin Laden y su red terrorista Al Qaeda”, decía entonces Zuroff. Además de exigir la retirada de esas medidas, se exigía también que casos similares no se extendieran a otras zonas del país.
Los años de presidencia de Viktor Yushchenko supusieron el principio de la legitimación por parte del Estado de los nacionalistas ucranianos que lucharon del lado de los nazis. En 2010, Yushchenko otorgaba el título de “Héroe de Ucrania” a Stepan Bandera, principal figura de quienes lucharon por la independencia del país a base de apoyar la creación de un Estado basado en los mismos principios que la Alemania Nazi.

En una carta al embajador de Ucrania en Estados Unidos, Mark Weitzman, director de Asuntos de Gobierno del Centro Wiesenthal mostraba entonces su “profunda repulsa ante el reciente título otorgado a Stepan Bandera, que colaboró con los nazis en la primera fase de la Segunda Guerra Mundial y a cuyos seguidores se vincula a los asesinatos de miles de judíos y otros”.

Bandera, como Stetsko y otros líderes de OUN o UPA, fue encarcelado por el Tercer Reich una vez se presentaron las primeras diferencias. Mientras los nacionalistas ucranianos y la Alemania Nazi compartían enemigos (soviéticos, polacos, gitanos, judíos, comunistas), Bandera y sus seguidores esperaban crear su propio estado a la imagen de Alemania pero de forma independiente. Era algo inaceptable en ese momento para el Tercer Reich. Éste apartó a algunos de los líderes pero se apoyó en los nacionalistas ucranianos en su labor de eliminar a los sectores de la población que consideraban subhumanos.

Este año, enaltecido no solo por grupos nacionalistas de extrema derecha como era costumbre, sino también por el Estado, las calles de Kiev, Odessa y otras ciudades presenciaron una nueva marcha de antorchas para celebrar el aniversario del nacimiento de Stepan Bandera.

Este año, como cada uno de enero, y como cada vez que en Ucrania o en otros países de la zona, miembros de la Unión Europea, se homenajea a las unidades y veteranos que lucharon junto al Tercer Reich, el centro Wiesenthal publicaba una nota de condena de un revisionismo histórico que deliberadamente olvida a las víctimas:

“Los participantes en el Holocausto son las últimas personas en el mundo que merecen ser enaltecidas, al margen de cuáles sean sus credenciales nacionalistas. Este fenómeno, tan común ahora en la Europa post-comunista, especialmente en Ucrania y los países Bálticos, claramente demuestra que estos países no han comprendido del todo las obligaciones de una democracia de verdad”.

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